martes, 8 de noviembre de 2022

 

Gran debate arqueológico internacional

LA MISTERIOSA TOPARÁ:

¿FUE REALMENTE UNA CULTURA?

Parte II

Por Elmer Olortegui Ramírez

Periodista

A pesar de nuevos hallazgos y estudios arqueológicos que sustentan con creciente validez la existencia de la cultura Topará y su posición cronológica de cerca de tres siglos entre las culturas Paracas y Nazca, persiste un debate entre grupos de investigadores y académicos que, en una orilla, dan por sentada la realidad de Topará.  Por consiguiente, ven necesaria la reescritura de la prehistoria de la Costa Sur en el tiempo del paso del Periodo Formativo a Intermedio Temprano, respeto a los postulados del sabio Julio c. Tello y de sus seguidores.

En la otra orilla están los convencidos de que Topará fue solo una expresión estilística cerámica–textil–arquitectónica importante e interesante de un sector poblacional de los paracas y, por tanto, fue  parte del cuerpo cultural material e inmaterial  de la cultura Paracas, de tal modo que Tello tuvo razón cuando planteó que, impregnados por la gran influencia de Chavín de Huántar, los paracas dieron origen a la cultura Nazca, en el tiempo del desarrollo de las culturas regionales.

Sin embargo, hay un tercer grupo de investigadores cuyo conocimiento parece obligarles a una posición ecléctica respecto a los extremos y plantean que si bien Topará tiene todas las características de un predominio militar, político, social, económico y religioso en toda la Costa Sur, no calificaría como una cultura, sino como un mero factor que catalizó un trance que ellos consideran “una transición” de 300 años de Paracas a Nazca.

Sin embargo, este planteamiento transicional  expresa una serie de contradicciones como por ejemplo, el planteamiento acerca de que durante la “transición” no hay indicios de que la vida diaria de la población de la Costa Sur haya variado; pero, sí existen importantes vestigios de que ese lapso fue de gran convulsión social y con grandes movimientos migratorios de Norte a Sur en todo lo que en ese tiempo era la sociedad paracas. A continuación la exposición de esas posiciones.

La cronología y la influencia Chavín

 

Vista frontal del gran templo Chavín de Huántar, centro de gran poder.

Para entender mejor el surgimiento de Topará debemos tener en cuenta la cronología  o Secuencia Ocucaje de la sociedad de la Costa Sur, establecida en 1964 por los arqueólogos Menzel, Rowe y Dawson, a partir del análisis de numerosos vestigios cerámicos procedentes de diversos puntos de la región.

Según dicho conteo, el inicio del Periodo inicial o “Paracas Temprano”,  en el año 2,800 adp., marcó el surgimiento de la sociedad compleja en la Costa Sur Andina, con un retraso de unos 2 mil años respecto a la región del “Norte Fértil”, o de la Civilización de la Costa Norcentral Andina, desbalance que se explica por innegables factores medioambientales que tocaremos en otro trabajo.  

El tiempo de la emergencia de los paracas, corresponde al sub periodo medio del Periodo Formativo. Sus asentamientos se ubicaron en las tres zonas: alta, media y baja de los valles de Cañete, Chincha, Pisco, Nazca y los varios pequeños valles de la cuenca del río Grande, en Palpa.

“Paracas Temprano” transcurrió, en su mayor parte, bajo la influencia de la cultura teocrática Chavín de Huántar, la dominadora de ese tiempo.

La cronología específica de esta relación de supremacía chavinense  planteada por Makowski y Kołomański, en su ensayo, “Paracas Cavernas, Topará y Ocucaje, en el origen de los conceptos: materiales cerámicos de Cerro Colorado- 2018”, da más luces sobre la evolución paraquense y permite mayor claridad si se la relaciona con la cronología más completa y reciente de John W. Rick et al., publicada en “La cronología de Chavín de Huántar y sus implicancias para el Periodo Formativo”.

De acuerdo a esta data, la construcción del “Castillo”, “Fortaleza o “Templo Viejo”, o “núcleo duro” de Chavín, comenzó en el 3,200 adp., y concluyó cuatro siglos después, aprox. en 2,800 adp, lo que quiere decir que los paracas surgieron durante el gran apogeo de la cultura ancashina y, aunque ubicados en la periferia del dominio, recibieron su influencia desde su periodo “Paracas Temprano”.

El colapso de Chavín empezó en 2,550 adp., con la consiguiente merma gradual pero inexorable de su influencia, hasta su extinción total  en el 2,200 adp., hecho que puso fin al  Periodo Formativo.

Para los paracas, los primeros signos del colapso Chavín en el 2,550 adp., significaron el inicio de su periodo regional más o menos autónomo llamado “Paracas Medio”, el cual se extendió hasta el 2,370, unos 180 años de auge del desarrollo local. No obstante, tras ese periodo de avance independiente, los paracas también entraron en tirabuzón, en caída inexorable en su periodo final o “Paracas Tardío”, el cual duró unos 170 años terminó aprox. hasta el año 2,200 adp, casi el mismo tiempo de la desaparición total de la cultura Chavín.

La cronología de  Makowski y Kołomański,  señala que, correspondientes al lapso entre el  año 120 antes de nuestra era y el  90 de nuestra era (210 años), hay registros de un verdadero florecimiento de estilos cerámicos. Han sido hallados vestigios de las tradiciones alfareras, “Paracas Cavernas”,  “Topará: fases Chongos y Jahuay 3 y de la  cerámica Nazca, fases 1 y 2. En ese tiempo se dio también el comienzo de la construcción del sitio  Cahuachi. Es decir, existe rastros de un conglomerado,  de un aparente archipiélago de distintos perfiles alfareros entre los cuales, sin embargo, se percibe la presencia dominante de la cultura Topará. 

 

Área de influencia del imperio Chavín.

Gráfico de Alfonso Klauer.

 

Makowski y Kołomański remarcan que su cronología Chavín – Paracas, muestra además y claramente que hubo cuatro (4) siglos desde el comienzo del ocaso Chavín (año 2,500 adp.) durante los cuales ocurrieron “procesos de notable complejidad” y que corresponden a los periodos regionales “Paracas Medio”, “Paracas Tardío”, hasta “Nazca Inicial”, aproximadamente en el año 2,100 adp. Y, señalan que, al cabo de ese lapso,  poco o nada quedó en la Costa Sur de la época del predominio Chavín.

Como parte de los “procesos de notable complejidad”, durante Paracas Tardío, ellos  han registrado en los valles de Ica, Palpa y Nazca, numerosos diseños del estilo Nazca en la cerámica y los  textiles pero, extrañamente, hechos con técnicas ya obsoletas que contrastaban evidentemente con las nuevas tecnologías de elaboración de materiales culturales que ya se aplicaban desde antes  en los valles al Norte de la Península de Paracas, es decir los valles de Pisco, Chincha y Cañete, como cambios culturales importantes

En consecuencia, Makowski y Kołomański, postulan que estas nuevas técnicas de producción cultural,  marcaron el nacimiento del estilo Topará el cual, según Wallace y Lanning  surgió en el  valle de Cañete y en el curso de su difusión hacia el Sur durante el llamado Periodo “Paracas Tardío”, convivió durante largo tiempo con los demás estilos, en especial con el de la  cerámica Paracas.

Nuevas investigaciones, más preguntas que respuestas

Esta nueva visión del desarrollo de la sociedad compleja en la Costa Sur, ha acicateado un gran número de investigaciones cuyos resultados, de manera general, en vez de dilucidar el panorama han planteado un nuevo misterio:

¿Existió la cultura Topará, o fue solo una expresión estilística diferente de una misma sociedad?

Si fue un desarrollo cultural autónomo, ¿cuáles factores catapultaron su surgimiento?

¿Cuál fue el origen de su nueva técnica alfarera?

¿De dónde procedió su tecnología para producir hilado fino de fibras de algodón y de camélidos y mantos tejidos con alta calidad de diseños y teñidos?

De igual forma, ¿cuál fue el origen de su diseño arquitectónico fortificado y de su técnica constructiva?

¿Cuál fue la raíz de su ideología religiosa y cómo se explica sus aplicaciones iconográficas en su cerámica, textilería, en los petroglifos y geoglifos y en su novedoso culto a los muertos mediante fardos funerarios?

¿Cuál es el origen del Señor Oculado?

PARACAS Y TOPARÁ, ¿UNA O DOS CULTURAS?

Sobre la pregunta capital, ¿existieron dos culturas independientes: Paracas y Topará o se trata de dos expresiones estilísticas de una misma cultura regional?, Makowski y Kołomański, no tienen aún una respuesta sólida.

Sin embargo, sus indagaciones muestran el estado actual del conocimiento científico sobre el punto: Hay dos posiciones opuestas, cada una con importantes expertos a favor.  

A favor

Dwigth Wallace, Sara Massey, Ann Peters  y David Silverman, dicen que sí; Paracas y Topará fueron dos culturas distintas, por lo siguiente:

1.    El estilo cerámico topará significó la ruptura completa de la larga tradición alfarera paracas regional, contribuyó a su ocaso y condicionó el nacimiento del estilo Nazca.

2.    La tecnología topará es incompatible con la alfarería paracas.

3.    La arquitectura asociada a la cerámica topará, es diferente a paracas, en diseño y técnicas constructivas. Consiste en extensos complejos amurallados de trazo ortogonal (Chongos) con asentamientos de unidades domésticas de planta rectangular ubicados sobre terrazas como Wari Kayán, y Cabezas Largas/Arena Blanca, que en sus respectivos centros contenía el famoso cementerio “Paracas Necrópolis”.

4.    La arquitectura pública y residencial Topará tienen formas y técnicas constructivas  distintas de la registrada como relacionada  a la cerámica de las fases  7/8, 9, 10  de la secuencia  Ocucaje,  en Ánimas Altas-Ánimas Bajas en el valle de Ica, Hoya de Callanga (Arquitectura Paracas).

5.    Nigra y Hill et al., han demostrado que la arquitectura paracas muestra imponentes conjuntos solo de patios amurallados sobre plataformas ascendentes, alineadas de Este a Oeste, que se encuentran solo en el valle Bajo Chincha, vinculados a la cerámica del estilo Pinta, relacionado con las fases 5 a 7 de  Ocucaje. Tales edificios fueron construidos antes de que se difundiera la cerámica topará de las fases Jahuay y Chongos.  

6.    Evidencias de los estilos “Paracas Cavernas” y Topará se difundieron hacia los valles ubicados al Sur y Norte de la Península de Paracas, pero también hubo hallazgos del estilo Ocucaje Tardío en Ancón y en la quebrada del río Huaycoloro – Huachipa, en la cuenca del Rímac.

En contra

Alan Sawyer, Luis Lumbreras, José Canziani, Hill et al., Henry Tantaléan et al. y Nigra, están convencidos de que Paracas y Topará fueron expresiones estilísticas de la misma cultura regional. Alinean, entonces,  con la tradición académica de Julio C. Tello  que se sustenta en hallazgos de objetos de ambos estilos en un solo contexto, frecuentes en particular en la península de Paracas y en el valle de Ica.

Para su posición, consideran crucial el hecho de que ambas áreas, respectivamente al Norte y al Sur de la Península de Paracas, conocieron un común desarrollo en la época Chavín durante la primera mitad del primer milenio ane.

TOPARÁ, SEGÚN MAKOWSKI Y KOŁOMAŃSKI

 

Quebrada de Topará, en el límite entre los Dptos. Lima e Ica

 

Topará es una quebrada seca ubicada entre Chincha y Cañete, donde Edward Lanning  y Dwight Wallace, durante la década de los sesenta, encontraron y estudiaron un estilo local de cerámica   monocroma que también había sido hallada en los fardos de “Paracas Necrópolis” que, hoy se sabe, corresponden aproximadamente al año 2,100 adp., a poco del inicio del llamado Periodo Horizonte Intermedio 

Desde el inicio del nuevo siglo es consistente un  nuevo panorama  de la prehistoria de la Costa Sur, a raíz de la identificación de la llamada cultura Topará y su  relación con  Paracas, al final del Periodo Formativo  u Horizonte Temprano (aprox. año 2,200 adp.).

La alfarería topará procede del Norte de la península de Paracas, con más precisión del sitio Jahuay, de la quebrada de Topará.

Pero, su origen y secuencia  es aún materia de estudio y  debate, ya que vestigios de sus fases Jahuay 3 y Chongos solo están presentes en sitios ceremoniales reutilizados para fines distintos a los originales.

Hay registros del fin del Periodo Formativo que señalan profundos cambios en el patrón de asentamiento, en el estilo alfarero y en la iconografía, los que rompieron drásticamente la continuidad cultural: el Ser Oculado desplazó al felino y todos los centros regionales fueron abandonados. 

Los cambios tecnológicos y estilísticos habrían sido resultados de la difusión de la tradición Topará, cuya influencia aumentó aún más durante el comienzo del Período Intermedio Temprano, eclipsando por completo a la cultura Paracas.

Los estudios de Wolfgang Würster (1984),  Dwight Wallace (1986), Ann Peters (1987/88), los trabajos de campo de Luis G. Lumbreras y José Canziani (Canziani 1992), Rubén García, José Pinilla y Fernando Herrera (1995), Helaine Silverman (1996, 1997, 2009), los recientes de Ann Peters (2010, 2015) y los de  Kevin Hill, Ben Nigra, Henry Tantaleán y Terrah Jones (2012), han mostrado que la ocupación Topará tuvo una gran dimensión en los valles de Cañete, Chincha y Pisco. Estos estudios indican que la cultura Topará se consolidó al final del Periodo Formativo  y  avanzó con autonomía y sin interrupción hasta bien comenzado el Período Intermedio Temprano expandiéndose hacia el Sur, hacia los valles de Ica, Palpa y Nazca.

 

Arquitectura topará en Cerro Gentil,

valle de Chincha. (Foto Revista PUCP) 

Entonces, a la luz de estas investigaciones queda claro también que durante “Paracas Tardío”, dos poblaciones con hábitos diferentes para la producción de cerámica, textilería y construcción de edificios públicos – la paracas y la topará -, fueron contemporáneas durante algún tiempo  en la Costa Centro Sur entre los valles de Cañete y Nazca, hasta que Topará logró  el predominio total.

En el Alto Ica, Dwight Wallace et al., Mercedes Delgado y Splitstosser et al., volvieron a excavar en el poblado de Cerrillos en el valle Alto de Ica. Comprobaron que el sitio ceremonial tuvo una ocupación continua durante el  Periodo Formativo,   con cinco remodelaciones hasta el año 2,400 adp.,  después de lo cual fue abandonado y  sellado con barro hasta que fue reocupado al final del Formativo (2,200 adp),  con una arquitectura  de distinta planta y finalidad.

Al inicio de la expansión de los Topará al comienzo de “Paracas tardío”, se estableció  una especie de frontera estilística de Este a Oeste en la Península de Paracas, pues los sitios frente a Bahía Paracas – Cerro Colorado y Arena Blanca- Cabezas Largas – estuvieron vinculados culturalmente con el valle de Pisco, al Norte, mientras que los asentamientos del litoral como Karwas, mantuvieron su relación con el valle de Ica, al Sur. La supuesta frontera se habría mantenido hasta bien avanzado el Período Intermedio Temprano hasta que fue abolida por la expansión de la cultura Nazca  

Sin embargo, Makowski y Kołomański  remarcan como indicadores y claro–oscuros de la realidad de la cultura topará, lo siguiente: 

·      Que en el tiempo subsiguiente al fin del dominio Chavín,  el contacto entre la Costa Central y Sur, aumentó, pero sin registros del estilo Paracas Tardío.

·      En cambio hay huellas de la cerámica Topará (estilos Chongo y Campana)  en los ajuares funerarios desenterrados en Tablada de Lurín, Villa el Salvador  y  Huachipa, en Lima.

·      Debido a que casi toda la cerámica hallada por Tello en los sitios de Bahía Paracas, procedía de fuera de ese lugar, su pertenencia al “estilo y cultura Paracas”, carece de sustento.

·      No obstante, nadie hallado aún los principales talleres de producción de la cerámica Topará ni se ha establecido su relación cronológica con el estilo Pinta de Chincha y Ocucaje de Ica.

·      Es posible que en las fases Nazca 1 y 2, correspondientes al lapso entre 120 ane., y el año 90 ne., según Unkel, Reindel e Isla, solo en dos cuencas en la Costa Centro Sur, los valles de Pisco y de Nazca, los Topara construyeron edificios  monumentales de carácter ceremonial y  produjeron cerámica fina de prestigio.

·      Si el bello y delicado estilo textil cuyos mejores mantos fueron halladas en Wari Kayan,  fue obra de artesanos del mismo pueblo que produjo la cerámica estilo Topará, como sugieren los vestigios de “Paracas Necrópólis”, significa que la combinación o integración de las tradiciones iconográficas “Paracas Tardío” y Topará, fue decisiva para la formación del estilo Nazca.

·      Durante el inicio del Período Intermedio Temprano, la iconografía Nazca, primero se consolidó en la textilería, y luego pasó a la alfarería, con las nuevas tecnologías de cocción y preparación de pinturas y engobes que se gestaron con el aporte Topará.

·      Sin embargo, la consolidación de la cerámica nazca (Fases 2 y 3), afectó al estilo Topará, en el contexto del auge del nuevo centro ceremonial de Cahuachi en el valle de Nazca.

ANALISIS DE LA CERÁMICA DE BAHIA

 PARACAS,  SEGÚN  KOŁOMAŃSKI

 Para el ensayo, “Paracas Cavernas, Topará y Ocucaje, en el origen de los conceptos: materiales cerámicos de Cerro Colorado - 2018”, uno de sus autores, Thomas Kolomansky, analizó detalladamente 67 vasijas enteras procedentes de las excavaciones en las tres terrazas ubicadas en la cima y  las pendientes de Cerro Colorado, en la Bahía de Paracas, pertenecientes a “Paracas Cavernas”. Estableció las siguientes características que corresponden a la alfarería topará;  

a.      Cuidadosa preparación de pastas de textura fina,  que permiten reducir sensiblemente el grosor de las paredes.

b.      Predominan formas de cuencos y botellas.

c.       La decoración se limita a diseños incisos, bruñidos geométricos, excepcionalmente figurativos.

d.      Usa engobes blancos, anaranjados, a veces rojos.

e.      Usa esporádicamente pintura roja sobre el fondo crema, antes de la cocción, particularmente en el borde (a partir de Jahuay 2),

f.        Su cocción fue bien controlada en ambiente oxidante o reductor.

g.      Cambios de coloración hacia las tonalidades violáceas, por uso de temperaturas de más de 1000 °C.

 

Análisis de la muestra

Por su forma, 42 son cuencos (62.6%),  11 platos hondos (16.4%), 5 ollitas sin cuello (7.5%), 4 botellas con gollete corto (6%) y 2 botellas asa –puente (3%), 1 figurina antropomorfa (1.5%) y 1 ollita con cuello corto evertido (1.5%).

La muestra fue clasificada en cuatro grupos y sometida a un minucioso análisis comparativo de estilos y de su probable procedencia.  

Grupo I.- Seis (6) cuencos y dos (2) platos hondos, 9% de la muestra.

 

Grupo II. Tiene cuatro tipos de vasijas: tazones, vasos de fondo redondeado que adoptan una forma similar a una pequeña olla sin cuello, botellas con gollete o con asa-puente y una  figurina antropomorfa.

 

Grupo III.- Está conformado esencialmente por platos hondos, un tazón, un cuenco, una copa y un cántaro. Todas las formas se distinguen de otros grupos por tener paredes finas, de 0.3 centímetros en promedio. 

Grupo IV.- Además de la muestra costeña, Tello  y Mejía Xesspe encontraron en Cerro Colorado un cuenco importado desde la sierra, que corresponde al estilo Cochachongos del valle del Mantaro (Junín).

Cuenco del valle del Mantaro hallado en Paracas por J. C. Tello.

Kolomanski determinó que 17 provienen de entierros de cámara (cavernas). Las otras 14 vasijas fueron halladas  en entierros en fosa.

Respecto al lugar de fabricación de las piezas: el grupo I de Cerro procede de la cuenca de Cañete, hasta de sus fases más tempranas.

El grupo II, fue producido en la parte superior del valle Bajo Ica, estilo Ocucaje.  

La cerámica del grupo III pertenece,  sin duda,  al estilo Topará en su fase expansiva.

Conclusiones de Makowski y Kolomanski.

·      Las evidencias materiales demuestran que  hay más diferencias que similitudes en materia social, religiosa (iconografía y arquitectura) y posiblemente también política en la Costa Sur, entre las fases denominadas “Paracas Temprano” – “Paracas Medio” (2,800  a 2,300 adp.) y la fase “Paracas Tardío” (2,300 adp a 100 ne.), lapso de existencia del asentamiento Wari-Kayan en Cerro Colorado.

·      El estilo cerámico paracas  no tuvo  su origen en la Bahía de Paracas. Tampoco la “Cultura Paracas”, bajo influencia chavín, debe ser entendida como el origen directo de la realidad social y la tradición religiosa que Julio C. Tello descubrió en Bahía Paracas. Por tanto, es necesario revisar el concepto de “Paracas cultura regional” para sustituirlo por otro respaldado por las evidencias.

·      Makowski  plantea  que: i) el desarrollo de tecnologías alfareras, ii) los mecanismos de poder, y, iii) el surgimiento de nuevas ideas y la migración, cambiaron sustancialmente la situación de la Costa Sur, luego del ocaso de Chavín de Huántar.

·      El principal cambio en aquel tiempo fue que varios centros compitieron por el poder y consiguieron la supremacía, en periodos sucesivos,  en el área costeña, desde el valle de Mala  hasta Acarí. Esos centros, en el siguiente orden, habrían sido:

        El valle Bajo Chincha con sus edificios monumentales  (Formativo Tardío)

        Ánimas Altas, en Callango – Ica (Formativo Tardío)

        Ánimas Bajas, en Callango – Ica (Formativo Tardío)

        El valle Bajo Pisco (Transición entre el Formativo Tardío y el Período Intermedio Temprano).

·      Está comprobado en parte que cada uno de estos  cuatro centros de poder, generó e impuso un estilo alfarero particular, durante no mayor de tres siglos. Así, al estilo alfarero Pinta (Chincha), se superpuso la tradición  Ocucaje  de Ica. Sobre ésta se impuso el estilo Topará (Pisco), el cual fue desplazado por la cerámica Nazca.

·      Así mismo, la formación, auge y ocaso de cada uno de los centros de mando y culto religioso están estrechamente relacionados con la difusión de la tecnología alfarera Topará, el abandono de los sitios Animas Altas/Ánimas Bajas y el inicio de la construcción de Cahuachi, al comienzo del Período Intermedio Temprano.

·      Los ajuares cerámicos de la fase Paracas Cavernas incluyen  vasijas de varios estilos contemporáneos, procedentes de los valles Bajo Pisco (Topará),  Alto  Ica (cerámica llana Ocucaje), y Bajo  Ica (cerámica pintada pos cocción Ocucaje). Pero,  hay diferencias notables entre las técnicas de cocción y acabado de la cerámica iqueña y la alfarería Topará.

·      No hay  evidencias de algún estilo cerámico originario de Bahía de Paracas que pudiera ser llamada “Paracas Cavernas”. El material cerámico rotulado así por Tello comprende varios estilos importados.  El grupo mayoritario de piezas analizadas  en (grupo 2), comprende vasijas decoradas procedentes de  Callango (Ica) o tienen influencia de los alfareros del Bajo Ica. Es probable que  los ajuares textiles también fueran importados de distintos sitios,  pero  faltan los estudios de comprobación.

·      La cronología relativa sugiere que hubo un período de superposición  sobre  “Paracas Cavernas”, por parte de “Paracas Necrópolis” para el uso funerario, de los sitios de la cima de Cerro Colorado y de sus faldas norteñas. En las dos áreas, hay materiales del final de Periodo Formativo.

·       La cerámica analizada resulta distinta a la  procedente del valle de Chincha, a la que Nigra llama “Pinta” y no cabe duda de que la fase “Paracas Cavernas”, es contemporánea con el auge del centro de poder Ánimas Altas/Ánimas Bajas en el valle Bajo de Ica, durante el Formativo Tardío.

·      El estilo absolutamente dominante  durante “Paracas Necrópolis” es el estilo Topará, pero está presente también en “Paracas Cavernas” y en cantidades relevantes: 30% de la muestra analizada. Eso explica por qué durante la fase siguiente a “Paracas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”, la variabilidad estilística disminuyó drásticamente en los ajuares cerámicos: el estilo Topará – Chongos,  se impuso. Situación similar ocurrió en el valle de Pisco, donde fueron erigidos centros ceremoniales monumentales con el estilo arquitectónico asociado a la cerámica topará de las fases Jahuay, Chongos y Carmen.

·      La presencia de un número reducido de piezas cerámicas del estilo Nazca 1, con formas monócromas y engobe marrón, en las  “Parcas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”, puede obedecer a que este tipo de ofrendas no definía el rango social del individuo, lo que sí expresaban  los vestidos y tocados. Es posible que por  eso, aumentara la variabilidad estilística en los ajuares textiles. La mayoría de las textiles podría haber procedido de las mismas zonas de las que anteriormente provenía la cerámica.

Continúa en la Parte III

Topará: solo transición de Paracas a Nazca

 

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