viernes, 28 de febrero de 2020


Mini estudio descriptivo
PERU: EN BUSCA DE UN HACEDOR
Elmer Olortegui Ramírez
Los peruanos estamos pasando por un intenso trauma psíquico a causa de la gran corrupción, aunque no nos demos cuenta, Primero fue, el descubrimiento de la enorme red corrupta del decenio de Alberto Fujimori, en el año 2000. La crisis conmocionó a nuestra sociedad y el estado, escandalizado también, reaccionó inventando la llamada lucha nacional contra la corrupción, para intentar que lo ocurrido no se repitiese. Pero, en aquella ocasión, los culpables fueron solo una fracción de la élite política nacional, algo tal vez tragable.
Solo pasaron dieciséis años para que se revelará que de poco sirvió la lucha nacional contra la corrupción, pues quienes la encabezaron en ese periodo, en secreto, continuaron con la corruptela y a mayor escala, como gatos de despenseros.  
El Caso Lava Jato
Esta vez, a fines de 2016, el caso Lava Jato, remeció a los peruanos con una intensidad, a mi modo de ver, parecida a la del shock económico fujimorista de 1990, cuyas consecuencias psíquicas en la población, dicho sea de paso, hasta hoy no han sido estudiadas en profundidad.
En este contexto, en los últimos tres años, otro interesante fenómeno, también pendiente de estudiar científicamente – la aparición de una nueva clase de magistrados empeñados en perseguir investigar, juzgar y castigar a los presuntos corruptos y lavadores de dinero a como de lugar – permitió el conocimiento de la llamada corrupción transnacional  Lava Jato y sigue impulsando la hecatombe social de la destrucción de la llamada élite política peruana.
De derecha, centro e izquierda, no queda piedra sobre piedra y por lo breve de este trabajo solo incluiremos la larga lista de los principales procesados por la gravedad de sus cargos e imputaciones. Esta nómina de la vergüenza corresponde a los cinco últimos gobiernos. Estos son, en ruta cronológica:
Todos los presidentes y sus hombres
Los cuatro últimos expresidentes de la república (lo cual ya es mucho decir),  Alejandro Toledo Manrique y su presunta organización criminal; la presunta organización criminal del extinto Alan García Pérez; Ollanta Humala Tasso y su también supuesta organización criminal; Pedro Kuzcysnki Goddard y su red criminal operante desde 2004 a 2015. Las esposas de Toledo y de Humala, Elian Karp y Nadine Heredia Alarcón; el exsecretario presidencial de García, Luis Nava; la esposa y la pareja de García Pérez, Pilar Nores y Roxane Chessman; el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio y su organización criminal; la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán y su organización criminal, la presidente del partido fujimorista Fuerza Popular, Keiko Fujimori Higushi y su red criminal; el secretario general del partido Juntos Podemos, Yehude Simons; la ex candidata presidencial del PPC, Lourdes Flores Nano; el ex presidente del consejo de ministros, César Villanueva: el exgobernador  del Callao, Félix Moreno; el ex gobernador del Cusco, Jorge Acurio Titto; el ex viceministro de comunicaciones, Jorge Cuba Hidalgo y su organización criminal y el exministro de transportes y comunicaciones, Carlos Rodríguez.
Además de estos, el caso Lava Jato comprende a aproximadamente a otros 350 procesados, entre funcionarios de menor rango, empresarios y abogados árbitros.
Los descentralizadores de la corrupción
No obstante, es necesario incluir en este nuevo ciclo nacional de gran corrupción – fenomenología estudiada y demostrada ampliamente por el extinto Alfonso Quiroz, en su insuperable “Historia de la Corrupción Peruana” -  a aproximadamente doce ex gobernadores regionales, unos cincuenta y cinco ex alcaldes provinciales y distritales quienes han sido condenados o están en proceso de investigación por apropiarse de recursos de las arcas fiscales en provecho propio.
Ese florecimiento corruptivo sistemático que fue descubierto a partir de 2010 en los niveles subnacionales del Estado, es conocido ya con la denominación de la “descentralización” de la corrupción.
Los casos emblemáticos de este rubro de la corrupción son los del exgobernador de Ancash, César Álvarez, del exgobernador de Cajamarca, Gregorio Goyo Santos, del de Tumbes, Gerardo Viñas y el del Cusco, Jorge Acurio Titto.
Es de anotar como las más notables investigaciones actuales, las de las organizaciones criminales corruptas, “Los temerarios del Norte”, saqueadora de los recursos de la Municipalidad de Lambayeque y “Los Intocables Ediles”, que compromete al grupo depredador de la Municipalidad Distrital de La Victoria, con el presunto apoyo de la exlegisladora aprista, Luciana León.
Sin embargo, esto no es todo. A esos estallidos de gran corrupción, se añadió desde julio de 2018, otro duro golpe para la integridad directa del sistema estatal de supuesta administración de justicia. El caso de los “CNM Audio”, que derivó después en el de ”Los Cuellos Blancos del Puerto”, o “Los Hermanitos”.
Los “Cuellos Bancos del Puerto”
Si Lava Jato puso en la picota y derribó a la llamada clase política peruana, organizaciones y a facciones que en determinados momentos políticos compartieron el poder, Los Cuellos Blancos del Puerto, fue un impacto directo en la línea de flotación del sistema judicial.
Escuchas telefónicas policiales secretas, pero autorizadas por el juez y bajo dirección del Ministerio Público, mediante las que perseguían casos de tráfico de drogas, permitieron descubrir, primero, una vinculación directa entre criminales, algunos en cárcel, con altos funcionarios judiciales de la Cote Superior de Justicia del Callao, para la venta de fallos a cambio de sobornos dinerarios.
Eso llevó después a la detección de un intenso tráfico de influencias; un verdadero mercado de compra venta de nombramientos, traslados, ascensos, fallos judiciales  y otros favores, entre las autoridades chalacas y el grupo controlador del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), organismo judicial que se encargaba de nombrar fiscales y jueces, de ratificarlos, investigarlos y sancionarlos.
Un tercer escalón fue el descubrimiento de que esta red tenía ramificaciones en el mismísimo Poder Judicial, en el Ministerio Público y hasta en la Oficina Nacional de Procesos electorales (ONPE) y estaba enlazada con magistrados ubicados en altos cargos, todos presuntamente conjurados para, gradualmente, con el apoyo de organizaciones políticas en el poder, tomar al control de las instituciones nombradas, siempre en provecho propio.
Este extremo terminó por destruir la poca confianza de la población en el sistema de justicia nacional y ante el escándalo, el régimen del Presidente Martín Vizcarra, tuvo que suprimir el CNM y sustituirlo con gran esfuerzo por la Junta Nacional de Justicia, cuya efectividad está pendiente, en un proceso de reforma judicial que avanza lentamente.
Peruanos anestesiados         
Es evidente que, porque lo estamos viviendo y se ha transformado en un asunto cotidiano, los peruanos estamos como anestesiados por el aplastante peso de la gran corrupción y parece que casi la hemos asimilado, expresando además una conducta social de alta permisibilidad de este comportamiento de las autoridades.
“La corrupción es el estado normal de las cosas en el Perú”; “Roba, pero hace obra”, son dos frases comunes que muestran esa conducta ciudadana nacional. En realidad, falta que psiquiatras, politólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores y  expertos en cuanta disciplina hay sobre la conducta humana, analicen con detalle el impacto y las consecuencias de este trance.
Pequeña revolución
No obstante, a priori, por sentido común y simple observación, los peruanos estamos entonces ante una especie de pequeña revolución, pues ha sido destruida si no una clase social, una importante parte, digamos una facción de nuestra alta burguesía, de su élite político-intelectual, detentadora del poder. Y, eso, es una amputación dolorosa y con efectos en casi todas las demás partes del organismo social peruano.
Y, se debe añadir que en lo inmediato,  y ni siquiera en perspectiva, hay visos de la presencia de llamados “líderes políticos” sustitutos, siquiera parecidos a esos constructores de masas y organizaciones de envergadura, tipo Víctor Raúl Haya de la Torres, Fernando Belaúnde Terry, Luis Bedoya, Héctor Cornejo Chávez, Jorge del Prado, de aquel comunismo ligado a Moscú, el mismo Abimael Guzmán solo considerado en función política, Alberto Moreno, del comunismo vinculado a Pekín y paramos de contar.
Otros conceptos que pueden ayudar a describir el estado de ánimo del elector peruano son: decepción, desconfianza, desilusión, desengaño, descreimiento, incertidumbre, inestabilidad, desasosiego, angustia y en algunos casos, crispación, hartazgo, además de los que cunden en las redes sociales, tales como indignación y estamos hartos, etc.
La opción del Hacedor
La historia de la humanidad contiene cientos de ejemplos de pueblos, naciones, imperios cuyos habitantes enfrentaron situaciones similares. Y, es entonces que, comúnmente, surge un curso de acción también repetitivo: la búsqueda de una especie de enviado especial, de un mesías, a veces independientemente de si su origen es divino o simplemente terrenal, de un llamado Hacedor o de quien el pueblo percibe que  tiene la capacidad real de convertir una esperanza, un anhelo, un deseo, un proyecto, un plan y hasta un sueño o una ilusión, en tangible realidad.
Para eso, esta especie de elegido, comúnmente no necesariamente un líder político, ni siquiera caudillo, no  requiere de gran bagaje académico-intelectual; solo necesita estar revestido de un toque singular, inexplicable, casi mágico, que le permite conseguir que las cosas ocurran o se hagan realidad. Nada más.
Este enfoque se concentra más en el estado de ánimo del conjunto de la ciudadanía y en particular de los electores, que se despliega como un potente haz de luz en busca de este tipo de personaje. Y, tiene su expresión sociológica en el estudio del fenómeno del “Outsider”, o jugador líbero, común  a varios países latinoamericanos. Sin embargo, este concepto no tiene en cuenta los componentes místico, religioso o mágico que revisten a la primera figura.
Hacedor, se busca
A mi modo de ver, el pueblo peruano está en trance de buscar un Hacedor, sin que importe cualquier otro rasgo de quien crea que tiene esa capacidad. La convicción de que estamos ante ese tipo de fenómeno social, surge de los resultados de la reciente elección congresal, con más de una sorpresa.
Los resultados confirman el hundimiento de las organizaciones políticas vinculadas estrechamente a la gran corrupción y marcan el surgimiento, dentro de nuestro enfoque del Hacedor, en primer lugar, de Daniel Urresti, un militar que tras ser solo conocido solo en algunos espacios como acusado de asesino y violador, en tiempos del conflicto armado interno, saltó a la fama como destructor de maquinaria y equipo de mineros ilegales de La Pampa, desde un puesto secundario de la Presidencia del Consejo de Ministros, durante el mandato de Ollanta Humala.
Eso le valió su ascenso al cargo de Ministro del Interior, en cuyo desempeño  se le vio casi al frente de operativos anticrimen de gran envergadura, dando golpes a organizaciones criminales y grandes bandas.
Haciendo cosas, directamente en plena calle, armado o no, pero poniendo el pecho, apareció en el humilde cargo de gerente de seguridad de la Municipalidad de los Olivos, en cuya jurisdicción encabezó la lucha contra el llamado crimen violento urbano, algo que hoy saca de las casillas a todo el Estado.
La población, lo percibe entonces como una persona que hace realidad las cosas, no importa cómo, y sin que importe que también esté siendo juzgado por asesino y violador. Tenemos entonces la explicación de su alta votación.
La teoría del Hacedor explica también claramente el resurgimiento espectacular del FREPAP, Frente Popular Agrícola del Perú, impulsado por los votos de los sectores C, D y E, a partir del uso político de la Biblia judeo-cristiana  y “la palabra de Dios”, como supuesta garantía de que ellos sí podrán arreglar el pandemonio de la corruptela generalizada nacional. Son presuntos salvadores del pueblo, en nombre de la fe, la moral y el temor a Dios.
Y, aunque más cercana al caudillo, lo mismo se aplica a la figura del reo Antauro Humala Tasso y de sus reservistas etnocaceristas resurgidos gracias al vientre de alquiler de la Unión Por el Perú.
Por contraste con la ejecutoria del régimen de su hermano Ollanta Humala y, fundamentalmente, a raíz de su sangriento pronunciamiento contra el régimen de Alejandro Toledo, en aquél aciago año nuevo de 2005, aparece como capaz de hacer realidad sus radicales propuestas, como esa de fusilar a los corruptos, su hermano Ollanta incluido, a los  violadores, su ofrecimiento de nacionalizar las grandes empresas mineras y otras.
Nuestro enfoque lleva luces también al caso específico del alcalde de La Victoria, George Forsyth, a quien los sondeos ya incluyen en la lista de los presidenciables del 2021.
Y, esto, ¿por qué? Pues, sencillamente, porque hizo realidad el control municipal de ese centro del crimen disfrazado de emporio de confección textil de Gamarra y ha iniciado un plan consistente que ya ha dado pasos concretos sobre el control de la corrupción en la municipalidad, el mejoramiento del distrito y una mejor seguridad ciudadana.
Con solo su aureola de crack de fútbol, sin mayores luces académicas, pero con una gran capacidad de entender y resolver graves problemas, así como con su atuendo simplísimo que imita al extinto exCEO de Apple, Steve Jobs, despierta reconocimiento y entusiasmo por donde vaya.
Es posible que, sin exhibir grandes obras, la aprobación actual del presidente Martín Vizcarra se deba, en mayor parte, a su decisión de cerrar el Congreso anterior, asumido como altamente tóxico por gran parte de la población.
Un hecho concreto y gravitante imposible de contradecir que también beneficia al expresidente del Consejo de Ministros, Salvador del Solar, considerado dentro de los presidenciables del 2021.  
Si retrocedemos a la tragedia social y económica nacional  que vivimos en las dos últimas décadas del siglo pasado, veremos que al finalizar el primer régimen de Alán García Pérez, no había a quien elegir y de entre los escombros de los partidos políticos surgieron el escritor, Mario Vargas Llosa y el desconocido en política, el exrector de la Universidad Agraria de La Molina, Alberto Fujimori Fujimori.
Desde el enfoque de este trabajo, Fujimori ganó porque el desesperado electorado, lo identificó como alguien capaz de solucionar la terrible situación, deduciendo que encarnaba la eficiencia del pueblo japonés. Podía ser el Hacedor  y en ese sentido, votó por él y acertó para la solución de la pacificación y el fin de la mega crisis económica con inflación anual de 3000%. Lo adicional de su ejecutoria es materia de distinto estudio.
Lamentablemente, dentro de la teoría del Hacedor, la reciente ejecutoria del jefe del Partido Morado, Julio Guzmán, no encaja. No es ni parece un Hacedor, sino todo lo contrario, un incapaz de convertir un sueño en realidad con evidente vocación del fraude, el embauque, el ocultamiento de las cosas, solo en provecho propio. Una lástima.
San Isidro, 3 de febrero de 2020.