jueves, 3 de mayo de 2018


El salto del periodismo a la narrativa literaria

Por: Elmer Olortegui*

Artículo publicado en la revista Periodistas, órgano oficial del Colegio de Periodistas de Lima, Año I, Nº 2, 2018, con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Libertad de Prensa,  el 3 de mayo del 2018,

La relación entre literatura y periodismo es un hecho real y concreto, específicamente en el contexto del género narrativo moderno, ya sea como producto escribal (impreso) o electronal (en la red).   
Esta relación se materializa cuando una noticia es la base de una obra literaria, en la mayoría de los casos del subgénero novela, cuyo autor no necesariamente es periodista. La ensayista española Encarnación García de León, anota que Los crímenes de la calle Morgue (1841) y El misterio de Marie Roget (1845), de Edgar Alan Poe, son claros ejemplos de este tipo de relación, así como Germinal (1885) y Verité (el caso Dreyfus) del francés  Emilio Zola, e Hiroshima (1946) de J.Hersey, obras que pretenden decir la verdad. (García de León, 1968, pág. 335).
El analista hispano, Francisco Gutiérrez, registra que la simbiosis de periodismo y novela fue ensayada con énfasis en 1925 por John Dos Passos en Manhattan Transfer, en la que expuso otras modalidades narrativas y asuntos tomados de la historia, así como técnicas expresivas del cine. (Gutiérrez, 1968, pág. 1)
El vínculo se da también, cuando el narrador, periodista o no, emplea fundamentalmente las clásicas herramientas del periodismo: la entrevista, el reportaje, la visita al teatro de los hechos, la fotografía, el video y la investigación documental para dar verosimilitud a su relato. Uno de los más antiguos ejemplos de esta relación es el de Daniel Defoe, (Robinson Crusoe,1719), quien para su Diario del año de la peste (1722) entrevistas a supervivientes y consigue datos y encuestas reales de la epidemia londinense de 1665. Otro ejemplo de novela - reportaje es Historia de la columna infame (1842), de Alessandro Manzoni, sobre un memorable caso judicial. En ambos casos, la invención está excluida. (García de León, 1968, pág. 335)
Sin embargo, a mi modo de ver, la relación más genuina se da cuando un periodista reportero (no todos los periodistas son reporteros), o sea, un buscador, un cazador de noticias, consigue y publica una noticia y luego, debido al impacto de ese hecho en la opinión pública y en su propia vida, la desarrolla como una obra mayor. Es notorio este paso entre los corresponsales de guerra, entre los que destacan Reed, Mainler, Hemingway, Greene, Lartérguy, Kapuściński, Pérez Reverte y Herr.
Dentro del periodismo, contribuyó a la opción del salto de reporteros a la narrativa mayor, el audaz procedimiento o estilo “Gonzo” (derivado del irlandés, bizarro, término acuñado por Bill Cardoso del Boston Globe), cuyo principal ícono es el reportero estadounidense Hunter Thompson.
El Gonzo consiste en que el reportero dedica parte de su vida, a veces meses, a participar de los hechos de su noticia, como protagonista infiltrado, para conocerlos, comprenderlos de primera mano y publicarlos. Rosmery Huary, ha documentado tres importantes casos de este estilo en el Perú: La conversión en mendigo de Isaac Felipe Montoro (Expreso) para un reportaje sobre la mendicidad limeña (1961); el ingreso de José María Salcedo (Quehacer, 1984) para un informe sobre el Hospital de Salud Mental Larco Herrera; y, el disfraz de Consuelo Chirre como prostituta callejera (La Tercera, 1992) para un reportaje sobre las meretrices de la limeña avenida Arequipa (Huary, 2016). Sólo el reportaje de Montoro se convirtió en el libro “Yo fui mendigo” (Peisa, 1978)                   
El resultado del reporterismo lanzado a la literatura narrativa fue entonces la “novela de no ficción”, “el nuevo periodismo”, “parajournalism”, “factual fiction”, “faction”, “periodismo de vanguardia”, “ficción ensayística”, “no ficción creativa”, “novela documental” género que influenció mucho en el surgimiento de la corriente literaria llamada “realismo sucio” en las décadas de los setenta y ochenta la que, a su vez, como efecto boomerang, dio un nuevo impulso a la creatividad de los reporteros.
Sea cual fuere el nombre que prefieran sobre la narrativa literaria a manos de periodistas, sus mayores exponentes en el mundo, en la órbita no hispana, son: Jhon Reed, Diez días que conmovieron al mundo, 1919; George Orwell, Sin Blanca en Paris y Londres, 1931 y Homenaje a Cataluña, 1938; John Dos Passos, La trilogía USA,1938; Ernst Hemingway, Por quién doblan las campanas, 1940; Norman Mailer, Los desnudos y los muertos, 1948; Graham Greene, El americano impasible, 1955; Truman Capote, A sangre fría, 1966; Joan Didion, Yendo hacia Belén, 1968; Gay Talese, Honra a tu padre, 1971; Peter Mass, Serpico, 1973; Michael Herr, Despachos de guerra,1977; Jean Lartérguy, trilogía Los Pretorianos, 1971, Los Centuriones y Los Mercenarios, 1977;Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades, 1987; Ryszard Kapuściński, Ébano, 1998; Susan Orlean, El ladrón de orquídeas, 1998. Sally Bowen, El expediente Fujimori (2000) y El espía imperfecto (2003),
En el mundo hispano, la lista es larguísima, pero destacan, en orden alfabético del nombre: Alma Guillermoprieto, Al pie de un volcán te escribo, 2000, México; Almudena Grandes, El corazón helado, 2007, España; Arturo Pérez Reverte, Territorio Comanche, 1994, El capitán Alatriste,1966, Falcó, 2016, España; Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, 1967, Noticia de un secuestro, 1996, Crónica de una muerte anunciada, 1981, Colombia; Isabel Allende, Cuentos de Eva Luna, 1989, Chile; Javier Martínez Reverte, Los dioses debajo de la lluvia, 1986, España; Leila Guerriero, Los suicidas del fin del mundo, 1999, Argentina; Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros, 2009, Cuba;  Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 1966, El sueño del celta, 2010, El pez en el agua, 1993. Perú; Martín Caparros, Hambre, 2014, Argentina; Roberto Arlt, El juguete rabioso, 1926, Argentina; Rodolfo Walsh, Operación Masacre, 1957, Argentina; Tomás Eloy Martínez, Santa Evita,1995, El vuelo de la reina, 2002, Argentina.
En el país, desde la década de los noventa a la fecha, ha surgido un notable grupo de periodistas que ha dado el salto narrativo. La siguiente es una lista, probablemente incompleta, de destacados periodistas que, tras dejar las salas de redacción de contenidos al paso y noches de bohemia, emprendieron desafíos de narraciones de mayor envergadura en calidad y cantidad. ¿Los motivos? Tan distintos como lo son las personas. Arbitrariamente, pero con un sentido clasificador, puedo decir que a los reporteros netos nos mueve principalmente un casi sagrado impulso de encontrar la verdad y decirla a los cuatro vientos, en son de revelación y denuncia. Otro grupo es catapultado por razones de la lucha política solitaria o partidaria. Un tercer conjunto está formado por quienes tienen como sustrato de sus obras el irrefrenable propósito de dar a conocer compartimientos íntimos de sus psiquis y de los seres de su entorno, como una alta reconvención a la sociedad en la que no se sienten aceptados. Los expositores y compiladores del propio periodismo y del vasto campo de las comunicaciones, o de otras materias del devenir cotidiano, tienen como común denominador, el deseo de sistematizar, ordenar y conservar para la didáctica, el conocimiento de la evolución de tales temas. Ofrezco disculpas anticipadas si es que se da alguna exclusión impensada y por consiguiente carente de dolo.    
Alán Rivera, Ilegales, 2017; Aldo Mariátegui, El octavo ensayo, 2015; Alfonso Baella Tuesta, El miserable 1978, Secuestro, 1978 El poder invisible, 1979; Alfredo Pita, El rincón de los muertos, 2014; Augusto Álvarez Rodrich, Claro y Directo, 2010; Augusto Zimmerman Zavala, Los últimos días del general Velasco, 1978; Beto Ortiz, Maldita Ternura, 2004, Por favor, no me beses 2009, Nosotros matamos menos, 2014; Carlos Paredes, La hora final, 2017; César Hildebrandt, Memorias del Abismo, 1994; César Lévano, La verdadera historia de la lucha por las ocho horas en el Perú (1967) y La utopía libertaria en el Perú (2006); Ciro Alegría: La serpiente de oro, 1935, Los perros hambrientos, 1939, El mundo es ancho y ajeno, 1941; Domingo Tamariz Lúcar, Historia del Poder, 1995, Memorias de una pasión, Tomo I, 2004, Tomo II, 2006; Eduardo Gonzales-Viaña, Correo de Salem (1998), el camino de Santiago (2017); Efraín Rúa Sotomayor, El crimen La Cantuta, 1996, El gol de la muerte. 2014; Elmer Olortegui Ramírez, El señor de los incendios - 5 de febrero, la última insurrección del APRA, 2001; Eloy Jáuregui, Usted es la culpable, 2004, El más vil de los ofidios, 2013, Tu mala canallada, 2014; Enrique Chirinos Soto, Actores en el drama del Perú y del mundo, 1961, El Septenato:1968-1975, 1977.Fernando Ampuero, Loreto, 2014, Lobos solitarios, 2017; Francisco Moncloa, ¿Qué pasó- 1968 – 1976?, 1977; Guillermo Thorndike, El año de la barbarie, 1972, La batalla de Lima,1979, El caso Banchero, 1973, No mi General, 1976, “1879-Grau, 1977, Avisa a los compañeros, pronto, 1976, Los topos,1991, El rey de los tabloides, 2008; Gustavo Gorriti, Sendero, 1990, La Calavera en negro, 2006, Petroaudios, 2009; Hugo Coya, Estación final, 2010, Polvo en el viento, 2011, Los secretos de Elvira, 2014, Genaro, 2015; Isaac Felipe Montoro, Yo fui mendigo, 1978; Jaime Baily, Los últimos días de la prensa, 1996; Jaime Tipe y Víctor Tipe,  Uchuraccay: el pueblo donde morían los que llegaban a pie;  José Carlos Mariátegui, La escena contemporánea, 1925, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.1928; José María Salcedo, Las tumbas de Uchuraccay, 1984, El vuelo de la bala, 1990; Juan Gargurevich, Mito y verdad de los diarios de Lima,1972, Historia de la prensa peruana, 1991, Mario Vargas Llosa. Reportero a los 15 años. 2005; Luis Felipe Angell, “Sofocleto”, La tierra prometida, 1958, San Camilo, 1976, Manual del Perfecto Deportado, 1974, Los Cojudos. 1980; Manuel Cadenas, El diario de la mafia, 2017; Mirko Lauer, Secretos inútiles, 1991, Tapen la tumba, 2009; Renato Cisneros, La distancia que nos separa, 2015, Dejarás la tierra, 2017; Ricardo Uceda, Muerte en el Pentagonito. 2004; Roger Rumrril, Reportaje a la Amazonía, 1973, Hablan los diablos - Amazonía, coca y narcotráfico en el Perú. 2005; Sebastián Salazar Bondy, Lima la horrible, 1964, Alférez Arce, 1965; Umberto Jara, Abimael Guzmán - el Sendero del terror, 2017, Morir dos veces, 2016, Secretos del túnel, 2007, Ojo por ojo, 2003. Walter Seminario, El Legado Del Cóndor: Muerte y Resurrección De Los Derechos Humanos, 2011.


Bibliografía
García de León, E. (1968). Literatura Periodística o periodismo literario. En C. H.Magis (Ed.), III Congresode la Asociación Internacional de Hispanistas, Tomo IV, pág. 9. México. Recuperado el 16 de abril de 2018, de https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/13/aih_13_4_039.pdf
Gutiérrez, F. (Del 26 al 31 de Agosto de 1968). Novelistas en la prensa: del “nuevo periodismo” a las nuevas tecnologías. En C. H. Magis (Ed.), III Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas AIH, (pág. 9). México. Recuperado el 16 de Abril de 2018, de https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/16/aih_16_2_169.pdf
Huary, R. (2016). El periodismo gonzo en el Perú: análisis de los reportajes de Isaac Felipe Montoro, José María Salcedo y Consuelo Chirre. Monografia , Universidad Jaime Bausate y Meza, Lima. Recuperado el 17 de Abril de 2018, de http://repositorio.bausate.edu.pe: http://repositorio.bausate.edu.pe/bitstream/handle/bausate/89/HUARI_DURAND_ROSMERY_FLOR.pdf?sequence=1&isAllowed=y

*Periodista, Licenciado por la U. Jaime Bausate y Meza, egresado de la maestría del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de la UPSMP,  siempre reportero de investigación y productor periodístico de televisión.