domingo, 17 de julio de 2016

ELOGIO A LA BUROCRACIA

Por Elmer Olórtegui Ramírez

Las cuatro lecturas propuestas para este trabajo: “Estudio de la Administración” (Woodrow Wilson, 1887), “La Burocracia” (M. Weber), “Notas Sobre la Teoría de la Organización” (L. Gulick) y “La Administración Científica” (F. Taylor, 1912), consisten en aportes claves al desarrollo inicial de la etapa científica del “pensamiento administrativo”, ocurrida durante las últimas dos décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX.

Este período coincide con tres hechos planetarios a tener en cuenta: i) la segunda revolución industrial impulsada por el notable avance científico y tecnológico,  ii) el inicio de la transnacionalización y la fase imperialista del capitalismo, con grandes empresas, y conglomerados, generadores de la producción estandarizada y a gran escala y iii) el surgimiento del comunismo como amenaza del capitalismo, aunque después, solo dividiera al mundo en dos.

El cuerpo de pensamiento de la “administración científica” surgió, entonces, como respuesta a la necesidad de las empresas de acometer con éxito los nuevos desafíos y, también, a la urgencia de los estados  de ejercer un adecuado control sobre este avance imparable, en respaldo de sus ingresos y de los derechos de sus ciudadanos o súbditos.

En este contexto,  para que la administración científica y, sobre todo, su componente burocrático estatal se pusiera los pantalones largos, Thomas Woodrov Wilson, planteó la necesidad de su estudio sistemático, a partir del conocimiento de su historia y  de que  su tema central era buscar métodos administrativos  basados en fundamentos y principios estables, de tal manera que los países que no los tenían pudiesen adoptar aquellos que habían sido desarrollados con éxito por distintos tipos de sociedades o sistema políticos, sin temor a contaminarse por otros aspectos negativos del ejercicio del poder.

Wilson – quien cuando publicó su trabajo en la revista “Political Science Quarterly” luchaba por poner fin al método del “botín partidario” para la formación de la burocracia estadounidense- promovió la adopción de los sistemas administrativos estatales desarrollados por los regímenes europeos absolutistas del reino de Prusia (Federico El Grande) y del Imperio Francés (Napoleón Bonaparte). No obstante, Wilson no aportó ejemplos precisos de la eficiencia y de la bondad de esos sistemas.  

A mi modo de ver, él éxito absolutista en el campo que atañe directamente al bienestar de sus sociedades corresponde con mayor precisión al hecho histórico posterior del  gran desarrollo económico que en la segunda mitad del siglo XX alcanzó el grupo de países llamado ”Los Tigres del Asia”, con base en regímenes absolutistas esenciales y  tiránicos.

En el caso de Wilson, creo que es importante anotar su marcado “eurocentrismo”, pues su bosquejo de la historia de la administración, no toma en cuenta la notable experiencia del Imperio Chino que dio origen a una de las burocracias más antiguas, preparadas y eficientes, basada en la meritocracia y la calificación académica de sus recursos humanos, independientemente de la división de su población en clases sociales muy diferenciadas.

La visión wilsonniana tampoco  toma en cuenta la experiencia japonesa ni la de la India. Pero, es indudable que Wilson hizo un aporte sustancial sobre la necesidad de modernizar la gestión administrativa del estado como principal medio de ejercer mejor el poder, planteando la separación de lo administrativo y lo político (para dejar atrás los procedimientos del “clasismo” y del “botín” en la constitución de los equipos burocráticos).

Sin embargo, no queda claro si sus planteamientos involucraban la participación multirracial en la administración estadounidense  de finales del siglo XIX y principios del XX, teniendo en consideración que, cuando  joven,  Wilson  fue cercano al Ku Klux Klan, un racista declarado y consecuente.

Durante su ejercicio como el vigésimo octavo presidente de EEUU, entre 1913-1921, afectó los derechos civiles de los estadounidenses, segregó a los trabajadores federales sacándolos de puestos de responsabilidad y autorizó los lavabos y comedores separados para blancos y negros.

En línea de desarrollar la administración moderna, Frederick Taylor publicó en 1911 su libro “Principios de la Administración Científica” y al año siguiente presentó el resumen testimonial aquí examinado, ante la Cámara de Representantes de los EEUU, planteando que el nuevo concepto en boga, era más eficiente que la llamada “Administración Por  Iniciativa y Beneficios”.

Taylor demostró que, para los intereses del capital centrado en la máxima ganancia en el menor tiempo posible, eran más adecuadas las principales características de la administración científica, pues su enfoque promovía: i) La iniciativa regular del trabajador, la aceptación de nuevas y extraordinarias cargas y deberes por parte de la administración.

En su afán de darle sustento científico a sus planteamientos, Taylor planteó que la administración científica tiene  tres “principios”: i) El acopio del conocimiento tradicional disperso entre los trabajadores o miembros de una organización, que debe ser tabulado y procesado como ciencia divulgable y cuya utilización genera mayor productividad, mejores salarios y más ganancias. ii) La elección científica y el desarrollo progresivo de los trabajadores y iii) La vinculación de la ciencia y el conocimiento acopiado y elaborado para trabajadores seleccionados  y preparados para la continuación de su evolución.
  
Casi en orden cronológico, en su  nota “La Burocracia”, Max Weber, con una rigidez digna del mejor teuton, le pone pantalones largos  a la administración estatal científica, planteando un modelo ideal. Su fórmula se rige por tres “principios”:

i)       El establecimiento de “áreas y jurisdicciones  fijas y oficiales, lo cual supone la ejecución de actividades regulares consideradas “deberes”, por una autoridad bien delimitada y metódica, a cargo de recursos humanos altamente capacitados, no sujetos a límite de tiempo y con facultades de emitir decretos reguladores en abstracto, en cuyo contexto se deben resolver cada uno de los casos.

ii)      La autoridad jerárquica de la Oficina, constituida por archivos, funcionarios y equipo material correspondiente, totalmente diferenciada y separada físicamente del domicilio del responsable y del origen de sus recursos económicos familiares.

iii)     Una clara posición del funcionario, definida por una vocación inquebrantable de servicio, desvinculada del ansia de logro de rentas y prebendas, por su alta preparación científica, su independencia del poder central y una lealtad al superior a toda prueba, lo cual en su conjunto, le permite el disfrute de una alta estimación social.
En el caso del ingeniero Lumas Gulick, sus “Notas  sobre la Teoría de la Organización- 1937”,  constituyen otro aporte notable. Plantea que todas organizaciones  sociales, tienen que sustentarse en la División del Trabajo  y en la Organización Integrada, pero sobre todo en la especialización, para alcanzar máxima eficiencia y eficacia; especialización debida a las herramientas, a las máquinas, a los materiales, a los conceptos, a las técnicas generadas por la ciencia la tecnología y a los sistemas sociales nuevos (el capitalismo industrial).

Sin embargo, nada de esto funcionará, si la organización no avanza gracias a la planificación y  a la coordinación de acciones, según la organización  o el predominio de una idea, con un control de alcance total.

A Gulick se debe la incrustación del concepto – antes reservado sólo a lo militar – de  la unidad de mando en toda organización social y en particular en las empresariales, concepto cuya aplicación debe ir acompañada de la “homogeneidad” en procesos y en propósitos.

Gulick es uno de los arquitectos de la moderna organización social  correspondiente a la etapa del capitalismo industrial transnacional encuadrada en su famosa fórmula, adaptada de Henry Fayol: POSDCORB (Planeamiento + Organización + Personal + Dirección + Coordinación + Información + Presupuesto)

Desde aquella alborada hasta hoy mucha agua ha corrido bajo el puente. La burocracia estatal y privada, cumple actualmente una función básica para el ejercicio del poder y para conseguir cada vez mayor bienestar en el caso de todas las formas del Estado y, para lograr la mayor competitividad, en el caso de las empresas.

En el tránsito hacia la nueva Sociedad de la Información  y el conocimiento, es posible que su performance mejore gracias al veloz desarrollo tecnológico, de tal modo que esté cerca la realización del pronóstico contenido en el cuento corto del gran poeta Carlos Germán Belli: conectada la super red de todo el universo, se acercó un hombre y preguntó a la pantalla: ¿Existe Dios?, ante lo cual, el sistema respondió: ¡Ahora, sí!


Maestría en Gobierno y Gestión Pública- IGGP-UPSMP. Semestre III,  Mayo de 2015. 
Curso: Gestión Por Resultados.