lunes, 8 de agosto de 2022

 

Serie Recordando sin ira.

LA MADRUGADA DE NUESTRO TIEMPO

 

PARTE II

LOS PRIMEROS PERUANOS 

SECCIÓN 5

 LAS FÁBRICAS DE LAS LETALES PUNTAS LÍTICAS

LAURICOCHENSE Y PAIJANENSE 

La punta foliácea lítica, dentro del conjunto de las primeras herramientas humanas (hojas cuchillo de sílex, raspadores y perforadores, batanes, útiles de hueso como aguja de coser y anzuelo), es un campo de estudio importante para el difícil conocimiento del nómade cazador – recolector peruano, así como su  agricultura,  arquitectura, construcción y alfarería lo son para el estudio de sus sociedades posteriores.

La punta foliácea lítica fue concebida como la parte primordial de un arma de uso a corta distancia (cuchillo) y como extremo de impacto incisivo de un proyectil de forma de hoja, laminar, de diferente tamaño, entre 2.50 a 10.50 centímetros de longitud, fabricada en piedra, mediante tallado rudimentario a golpes  con piedras más duras y/o abrasión.

 

La fábrica de la punta foliácea lauricochense

Se calcula que los nómades lauricochenses pernoctaban en cuevas y campamentos al aire libre, en función del clima, cerca de lugares de abastecimiento de agua, comida y canteras de donde extraían piedra para fabricar sus puntas y otras herramientas. En la Sierra, iban de la puna a los valles interandinos y en la Costa, avanzaban hasta las zonas medias de los valles, desde donde iban hacia las lomas.

Dominaban la técnica bifacial para hacer puntas foliáceas simples, foliáceas con alerones pseudo pedunculadas y geométricas (triangulares y romboidales), en piedra jaspe, cuarzo cristalino y calcedonia. También producían herramientas unifaciales: lascas raspadoras y raederas, raspadores nucleiformes y cuchillos, hechos de  basalto y andesita.

Los nómades usuarios de la punta foliácea que caminaban  en Huánuco (Lauricocha) y  Tacna (Toquepala), la usaban para cazar al tigre dientes de sable, al perezoso gigante y al mastodonte, a decir de sus correspondientes pinturas rupestres correspondientes al final de Pleistoceno. Con la extinción de la mega fauna, variaron hacia el venado y los camélidos sudamericanos como el guanaco,  la llama, la alpaca y la vicuña.

Los arqueólogos han establecido “tipos-guía” o distintos diseños que aparecieron en circunstancias especiales, en el lapso entre los 12,500 y 3,700 años adp. Las que presentan formas con aletas y pseudo pedúnculo,  son las más antiguas. Las de formas geométricas —triangulares y romboidales— son posteriores.

 


Puntas típicas de la fase más antigua el estilo “Lauricocha”

A. Lauricocha 2, capa R, departamento de Huánuco (Cardich 1964)

B. Pachamachay, estratos 32-31, departamento de Junín (Rick 1980)

C. Telarmachay, fases VII-VI, departamento de Junín (Lavallée et al. 1995)

D. Uchkumachay – Tilarnioc, capa 6, departamento de Junín (Kaulicke 1980)

E. Quiqche, nivel 500, departamento de Lima (Chauchat 1972)

F. Guitarrero, estrato IIa, departamento de Áncash (Lynch 1980)

G. Valle de Ayacucho, fase Puente, Dpto., Ayacucho (MacNeish et al.1980)

H. Cerro Grande 1 – Sector B, capa G, Dpto., de Lima (Salcedo 2012)

I.  Complejo Toquepala, Toquepala 2, nivel 4, Dpto., de Tacna (Ravines 1972)

J. Chile, Tarapacá, Patapatane, fase II, (Santoro y Chacama 1984. Núñez y Santoro 1988)

K. Chile, Complejo Tiliviche, Tarapacá 2A, (Núñez 1980)

L. Chile, Complejo Punta de Teatinos, Bellavista 1, Coquimbo (Seguel 1969)

M. Chile, Laguna de Batuco, región Metropolitana (Jackson y Thomas 1994)

N. Complejo Huentelauquén, Pichidangui, Antofagasta (Bahamondes 1969)

O. Bolivia, Complejo Viscachani, Viscachani, La Paz (Menghin 1955)

Composición fotográfica de  Luis Salcedo, en “La fase Proto – Lauricocha de los Andes Centrales”.

En 2012, el arqueólogo peruano, estudioso exhaustivo de la “punta lauricochense”, Luis Salcedo, definió cuatro (4) tipos – guía de puntas foliáceas líticas, atribuibles a esta “fábrica” lítica.  

1.    El L0, o Punta pseudo – pedunculada de contorno oval con alerones insinuados, la más antigua, fechada entre 12.500 a 9,400 adp, periodo al que Salcedo llama “Proto Lauricocha”, sobre la base de 20 fechados radiocarbónicos extraídos, entre otros, de los sitios: Cueva de Guitarrero, Cueva Lauricocha 2, Cueva de Jaywamachay,   Cuevas de Quiqché 1 y  Tres Ventanas 1. Con estas puntas cazaban fauna mayor, compuesta mayormente por cérvidos, como el venado gris de cola blanca y la taruca, guanacos y llamas.

2.    L1. Punta pseudo – pedunculada de ápice triangular con alerones bien definidos. Fase “Lauricocha I”, corresponde al periodo entre 9,400 a 7.900 años adp., cuando aumentó el consumo de guanacos y venados grises de cola blanca en la Sierra y en  ambientes costeros y lomas. Sus alerones están ubicados en la parte media del largo máximo de la pieza y presenta un aserrado en el ápice en casos registrados en la puna de Junín y en el sitio Cerro Tres Marías de la Costa de Lima.  

3.    L2: Punta triangular, Fase “Lauricocha II”, que va del año 7,900 al  4,800 adp., durante el Arcaico Tardío, cuando se inicia la domesticación de camélidos sudamericanos en la puna y la experimentación con cultivos, sobre todo en la Costa. La punta presenta un ápice de lados rectos convergentes o de lados convexos convergentes, y una base ancha, ligeramente convexa, lo que genera una forma amigdaloide (o de gota) y una forma triangular.

4.    L3: Punta romboidal, Fase “Lauricocha III”, entre el 4,800  y  3,700 años Cal. adp. Entrando al Periodo Formativo, corresponde a la domesticación de camélidos sudamericanos bien avanzada y avance de la agricultura. La punta presenta un ápice de lados rectos convergentes y una base de lados rectos divergentes, que va de relativamente aguda a ligeramente redondeada. Los vestigios registran un repliegue hacia la Sierra de las poblaciones “lauricochenses” de la Costa, posiblemente rechazados por los de la cultura  Chilca.

Su origen transpacífico

No se conoce a ciencia cierta el origen de la punta foliácea lauricochense; tampoco se sabe con certeza si los nómades la trajeron de fuera del continente o la inventaron durante sus caminatas por suelo americano, en condición de cazadores – recolectores. Su diseño mejoró en tiempos posglaciales, cuando los caminantes optaron por buscar presas especiales (caza selectiva) y también a raíz del inicio del manejo de  camélidos sudamericanos como la llama, la alpaca y de roedores como el cuy, así como el aprovechamiento de calabazas y leguminosas mediante la horticultura incipiente.

En su ensayo, La fase Proto-Lauricocha de los Andes Centrales y el origen de la Tradición Andina de Puntas Foliáceas. 2011”, Salcedo  presenta sorprendentes e importantes hipótesis sobre dos probables orígenes, sustentadas en la teoría de la llamada “Migración Circumpacífica” desde el Asia Oriental.

La más factible es la que plantea como punto de origen de la punta foliácea a los pobladores de la isla Honshū, la mayor del archipiélago del Japón, cuyos yacimientos, 1) Kogure-Higashi-Arayama, 2) Tana-Mukaihara, 3) Kyusekki 2, Monte Yatsugatake, y, 4) Uenotaira C, Shomen y otras, han producido fechados para puntas foliáceas líticas, entre  22,400 a 12,200 cal adp., por lo que constituirían la cultura originaria más probable de la industria de puntas foliáceas en América.

La otra opción es Siberia Oriental donde las puntas foliáceas  han sido fechadas entre 22,800 y 14.300 años adp.,  aunque se trata de piezas bifaciales pertenecientes a la llamada “Tradición Paleoártica Sibero-Americana” y son mucho más grandes, de 8 a 10 centímetros en promedio  y aparecen siempre asociadas a industrias de láminas, así como otros artefactos bifaciales característicos de esa tradición, como las puntas alargadas, los cuchillos en forma de medialuna, entre otros.

La ruta circumpacífica es un recorrido marítimo – costero que desde el Norte  bordea América. Es la base de la teoría de la “Migración circumpacífica” planteada por Fladmark, desde 1978, por Dixon, en  1993 y por  Lepper, en 2000. Propone que inmigrantes asiáticos, provenientes de Japón y/o Siberia Oriental, allá por el año 12,500  se lanzaron en pequeños botes de madera a las  corrientes marinas del Pacífico Norte, llamadas Kuroshio, Alaska y California, las que desde la Costa Asiática van en sentido de las agujas del reloj, hacia el Nuevo Mundo. Una vez frente a Canadá, habrían navegado paralelamente a la línea costera hacia el Sur, haciendo algunas paradas en el litoral.

Los migrantes, premunidos de su arma principal, la punta foliácea lítica y otras herramientas habrían seguido hacia Sudamérica y poco tiempo después desembarcaron en la Costa Central Andina, la colonizaron y avanzaron rápidamente a la Sierra Central y Centro – Sur del Perú, y después, hacia la Sierra Norte chilena, para luego continuar hacia las tierras altas de Argentina, Bolivia y, por último, hacia Ecuador ya durante el Periodo Arcaico.  Además de perfeccionar su talla lítica, esta ocupación avanzó también en el arte rupestre y la domesticación de plantas, animales,  así como a prácticas de entierro de sus muertos.

 


Migración Circumpacífica Tardía al final del Younger Dryas

Fuente: Salcedo, Luis “La fase proto Lauricocha…”

 

Puntos de ingreso al continente.

Salcedo apoya la idea de que el probable punto de ingreso de la “tradición de la punta foliácea” al continente, fue la Costa Central peruana, desde donde se adentró a la Sierra y la Alta Amazonía, en las cuevas del Lauricocha, en Huánuco,  toda vez que recién a partir del año 9, 900 adp., esta “fábrica” comenzó a  difundirse hacia la Sierra Sur peruana, a Toquepala y hasta la Costa Central de Chile, al sitio Huentelauquén.

Después, según los fechados, avanzó hacia el altiplano boliviano y el Nor Oeste de Argentina. Esto, sin duda, muestra un patrón de poblamiento progresivo, quizás en varias oleadas sucesivas, en lugar de una sola migración de Norte a Sur.

 

Punto de ingreso y ruta de difusión de la Punta Foliácea lauricochense

 

El arqueólogo, Salcedo, cree que de las cuatro (4) tradiciones de puntas líticas, “quizás la mejor conocida es la “Tradición Andina de Puntas Foliáceas” – TAPF, definida en 1961  por Lanning y Hammel”. La TAPF, contendría  cuatro (4) sub tradiciones que se expresaron en 18 culturas.

1. Lauricochense (Sitio San José en Ecuador; Mongoncillo, Lauricocha y La Esmeralda en el Perú)

2. Tarapaquense (Sitio Toquepala en el Perú; Tarapacá, Tiliviche, Conanoxa, Ghatchi, Chiu-Chiu y Punta de Teatinos, en Chile)

3. Viscachanense (complejos Viscachani en Bolivia, e Intihuasi en Argentina), y

4. Chinchorro (complejos Chilca y Pampa Colorada en el Perú; Huentelauquén, Camarones y Quiani, en Chile). En el 2006, Salcedo, en ese conjunto identificó hasta 18 “complejos” o culturas conocidas hasta el momento.

La TAPF abarcó desde Ecuador hasta el centro chileno, y desde la Costa de ese territorio hasta la Meseta del Collao, en Bolivia  y el Noroeste argentino.  Pero, las áreas mejor estudiadas son los Andes Centrales peruanos y el Norte semi árido chileno.  

El fechado más antiguo corresponde a la cultura  Lauricocha, en el Dpto., de Huánuco. Señala el año 12.500 adp. Menos antiguos son, entre otras,  las “culturas” líticas peruanas, Toquepala y Chilca y la Huentelauquén, en la Costa chilena (11,900 adp);

 

La fábrica de la Punta Paijanense

Dentro de un conjunto de vestigios prehistóricos, varios arqueólogos accedieron a las primeras “puntas paijanenses” durante el siglo XX. Pero, el tema recién llamó la atención de los grupos científicos luego de que fue dado a conocer por el arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle, quien al excavar los restos de un campamento al aire libre de nómades cazadores – pescadores – recolectores, en el lugar llamado “La Pampa de los Fósiles”, las halló también y determinó su singularidad e importancia prehistórica. Larco dio a conocer su hallazgo en 1948.

“Pampa de los Fósiles”, es parte de un territorio mayor con características similares llamado  el valle o  quebrada Cupisnique. Específicamente, “Pampa de los Fósiles”, está en el valle de Chicama, en La Libertad.

Es necesario dejar en claro que NO hay un sitio arqueológico preciso llamado Paiján, correspondiente al periodo Lítico y que las puntas fueron nombradas como “paijanenses” posteriormente, solo en alusión al pueblo más próximo a los sitios donde fueron ubicados los talleres de producción de las puntas.

La famosa “Punta de Paiján”

Este tipo de punta lítica bifacial destaca por su pedúnculo y  tiene un fechado general de 11,500 adp. Era fabricada de distintos tamaños que van de 7 a 22 cms de largo por 3.2 cm., de ancho mínimo, en función de su uso.

Eran  acopladas por el pedúnculo a varas cortas y largas de madera, para su uso como cuchillos y lanzas con las que cazaban presas de tierra como el Venado de Cola Blanca;  o, como arpones para la caza de mamíferos marítimos y pesca de especies costeras, como la Corvina Dorada, puesto que hay testimonios válidos del consumo de estos productos.

Claro está que una lanza con una punta de piedra de 23 centímetros  de largo por 7  de ancho podía también matar fácilmente a un hombre en una lucha cuerpo a cuerpo o usada como arma arrojadiza, tipo jabalina, a media distancia.

Nuevas investigaciones determinaron que la fabricación y uso de esta arma lítica se extendieron en la Costa Peruana, por el Norte hasta el Valle de Zaña, en el departamento de Lambayeque y, por el Sur, hasta Pampa Lechuza, en el departamento de Ica, a tal punto que en distintos sitios de ese territorio, han sido hallados numerosos campamentos que alojaron talleres de fabricación de la punta.

En 1990, los arqueólogos Duccio Bonavía y Claude Chauchat, siguiendo datos precursores del también arqueólogo Frederic Engels, investigaron Pampa Lechuza, en Paracas, Ica.


Las famosas puntas líticas paijanenses

En su trabajo “Presencia del paijanense en el desierto de Ica”, da cuenta de que hallaron evidencias de ocupación humana durante la cual los nómades hicieron instrumentos líticos bifases foliáceas con piedras del lugar, pero con tecnología paijanense, con resultados similares.

También encontraron piezas no paijanenses, en un total de 82 piezas, trabajadas en canto rodado de cuarcita, riolita roja y sílex blanco. En la zona Norte del Cerro Lechuza hallaron también algunas lascas y bifaces tipo “Chivateros”. En la zona Sur del mismo cerro, encontraron un pequeño taller de bifaces, siendo todo esto, lo más cercano al “paijanense”.

Sin embargo, en febrero de 2018,  el arqueólogo de la Universidad Católica del Perú,  Jalh Dulanto  et al., halló  en la misma Pampa Lechuza, más de 150 puntas de proyectil paijanenses  (El País, de España), las  que han sido datadas con una antigüedad de entre  9.000 a 12.000 adp.

 


Jahl Dulanto muestra una punta de Paiján de

7 cms hallada en Pampa Lechuza, Paracas, Ica.

Además, ha registrado más de 20,000 vestigios de piedra: herramientas talladas y desechos de talla que fabricaron, usaron y abandonaron grupos de nómades que vivieron  durante el Lítico, en una época en la que el desierto de Ica era menos árido.

Dulanto ha explicado que las “puntas paijanenses” fueron fabricadas con pedernal local, pero también con otros tipos de piedra procedentes de lugares distantes, hecho que sugiere que algunos grupos tenían gran movilidad o formaban redes costeñas de intercambio entre valles y las primeras estribaciones del ramal occidental de la Cordillera de los Andes.

 


Además de Engel, las puntas de lanza paijanenses han sido estudiadas por Duccio Bonavia, Claude Chauchat y Elmo León.

Su origen en América del Norte

En su libro, “Prehistoria de la Costa Norte del Perú- lo paijanense de Cupisnique:  397 - 2006, Claude Chauchat, manifiesta su criterio de que la industria lítica paijanense y, en particular, su producto la “Punta de Paiján”, es un desarrollo regional de las industrias de puntas con acanaladuras (fluting) que existieron en toda América y cuyo prototipo fue la famosa “Punta Clovis”, de la cultura Clovis, localizada en América del Norte y tenida hasta hace poco como la cultura madre de todas las del Nuevo Mundo.

Su variación o característica regional fue el angostamiento  de la base y la aparición de un pedúnculo, similar a la forma de la Tradición El Inga, de Ecuador,  y de las puntas halladas en Cueva Fell, en la Patagonia de Chile. Posteriormente, en la fase II de la punta paijanense, el pedúnculo fue angostado, lo cual completó el diseño regional exclusivo de esta arma lítica. Chauchat anota que en América del Sur, la tradición de las puntas “en cola de pescado”, acanaladas o no, son similares a las de El Inga y Cueva Fell. En Perú son idénticas  a las halladas en La Cumbre y Piura y a las encontradas en Mendoza, Argentina, sin que haya respuesta aún al por qué de este hecho de evidente dispersión territorial.    

Esta inferencia de Chauchat apunta a que los llamados “paijanenses” habrían sido algún grupo migrante de “primeros americanos” que desde América del Norte siguió la ruta terrestre de la Costa del Pacífico, remontando Mesoamérica, Colombia y Ecuador hasta recalar aún como nómades en el territorio llamado Cupisnique, desde donde accedieron a la Costa, hacia la Pampa de los Fósiles, durante el comienzo del Holoceno, cuando la línea de playa estaba a unos 20 kilómetros  de la actual.

Sin embargo, respecto al origen norteamericano (Punta Clovis) de la Punta Paijanense, planteado por Chauchat, surge una contradicción manifiesta con su determinación  de que el perfil  facial de los paijanenses, difiere de las características de los asiático – mongoloides – japoneses y es similar al de los aínos, melanesios, australianos y tasmanianos, y que su morfología general se parece más a la de los pobladores patagoneses (“Prehistoria de la Costa Norte del Perú, Pág. 395), tema que ampliaremos más adelante. El hueco negro surge de la pregunta: si los paijanenses fueron el resultado de una misión circumpacífica Oeste – Este desde Oceanía y Australia, ¿cómo es que desarrollaron regionalmente en la Costa central y norteña del territorio peruano, la norteamericana Punta Clovis?

Los  grupos nómades que crearon el diseño y el proceso de fabricación de la “Punta de Paiján”, se localizaron en el Norte: en Pampa de los Fósiles, en la Quebrada de Cupisnique, el Abrigo de Quirihuac, el sitio La Cumbre.  En el Sur, la tradición estuvo presente en Pampa de Piedras Gordas – Ancón, Chivateros, en Lima y Pampa de la Lechuza, en Ica.  

Si esto fue así, ocurrió entonces que los nómades paijanenses están entre los primeros exportadores regionales exitosos de tecnología de armas o de transferencia tecnológica quizá gratuita o a cambio de bienes, cuya vigencia cronológica, según los resultados de las investigaciones de Chauchat et al., comprende aproximadamente desde el año 10,720 al 7,940 adp., es decir un lapso de unos 3,000 años, bien avanzado el Periodo Arcaico.  

Otros rasgos culturales

C. Chauchat, en “Prehistoria de la Costa Norte del Perú, señala que Pampa de los Fósiles contiene tres componentes: i) restos de vertebrados fósiles atribuibles al Pleistoceno de los Andes, de interés paleontológico; ii) la ocupación del paijanense y, iii) la ocupación humana posterior al Paijanense, estas dos de interés arqueológico.

De las 145 unidades con vestigios  que conforman el sitio, la ocupación paijanense comprende 142. Dos de ellas fueron atribuidas a la fase “cantera”, 57 a la fase “taller de bifaces” y 80 a la fase “campamento”. Dos (2) unidades fueron mixtas campamento – taller. Las canteras proveían de riolita de color que va del rosado al anaranjado y al amarillo. En la Unidad 2, se realizó el hallazgo de dos contextos funerarios de primera importancia para el estudio de la prehistoria del Perú y, específicamente de la Costa Norte.

 

Continuará…

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