Serie Recordando sin ira.
LA MADRUGADA DE
NUESTRO TIEMPO
PARTE II
LOS PRIMEROS PERUANOS
SECCIÓN 5
LAS FÁBRICAS DE LAS LETALES PUNTAS LÍTICAS
LAURICOCHENSE Y PAIJANENSE
La punta foliácea lítica, dentro del conjunto de las primeras herramientas humanas
(hojas cuchillo de sílex, raspadores y perforadores, batanes, útiles de hueso como
aguja de coser y anzuelo), es un campo de estudio importante para el difícil conocimiento
del nómade cazador – recolector peruano, así como su agricultura, arquitectura, construcción y alfarería lo son
para el estudio de sus sociedades posteriores.
La punta foliácea lítica fue concebida como la parte primordial
de un arma de uso a corta distancia (cuchillo) y como extremo de impacto incisivo
de un proyectil
de forma de hoja, laminar, de diferente tamaño, entre 2.50 a 10.50 centímetros
de longitud, fabricada en piedra, mediante tallado rudimentario a golpes con piedras más duras y/o abrasión.
La fábrica de la punta foliácea lauricochense
Se calcula que los nómades lauricochenses pernoctaban en cuevas y
campamentos al aire libre, en función del clima, cerca de lugares de
abastecimiento de agua, comida y canteras de donde extraían piedra para
fabricar sus puntas y otras herramientas. En la Sierra, iban de la puna a los
valles interandinos y en la Costa, avanzaban hasta las zonas medias de los
valles, desde donde iban hacia las lomas.
Dominaban
la técnica bifacial para hacer puntas foliáceas simples, foliáceas con alerones
pseudo pedunculadas y geométricas (triangulares y romboidales), en piedra
jaspe, cuarzo cristalino y calcedonia. También producían herramientas
unifaciales: lascas raspadoras y raederas, raspadores nucleiformes y cuchillos,
hechos de basalto y andesita.
Los
nómades usuarios de la punta foliácea que caminaban en Huánuco (Lauricocha) y Tacna (Toquepala), la usaban para cazar al tigre dientes de sable, al perezoso gigante y al mastodonte, a decir de sus correspondientes
pinturas rupestres correspondientes al final de Pleistoceno. Con la
extinción de la mega fauna, variaron hacia el venado y los camélidos
sudamericanos como el guanaco, la llama,
la alpaca y la vicuña.
Los
arqueólogos han establecido “tipos-guía” o distintos diseños que aparecieron en
circunstancias especiales, en el lapso entre los 12,500 y 3,700 años adp. Las
que presentan formas con aletas y pseudo pedúnculo, son las más antiguas. Las de formas geométricas
—triangulares y romboidales— son posteriores.
Puntas típicas de la fase más antigua el estilo
“Lauricocha”
A. Lauricocha 2, capa R, departamento de Huánuco (Cardich
1964)
B. Pachamachay, estratos 32-31, departamento de Junín
(Rick 1980)
C. Telarmachay, fases VII-VI, departamento de Junín
(Lavallée et al. 1995)
D. Uchkumachay – Tilarnioc, capa 6, departamento de Junín
(Kaulicke 1980)
E. Quiqche, nivel 500, departamento de Lima (Chauchat
1972)
F. Guitarrero, estrato IIa, departamento de Áncash (Lynch
1980)
G. Valle de Ayacucho, fase Puente, Dpto., Ayacucho
(MacNeish et al.1980)
H. Cerro Grande 1 – Sector B, capa G, Dpto., de Lima (Salcedo
2012)
I. Complejo
Toquepala, Toquepala 2, nivel 4, Dpto., de Tacna (Ravines 1972)
J. Chile, Tarapacá, Patapatane, fase
II, (Santoro y Chacama 1984. Núñez y Santoro 1988)
K. Chile, Complejo Tiliviche, Tarapacá 2A, (Núñez 1980)
L. Chile, Complejo Punta de Teatinos, Bellavista 1,
Coquimbo (Seguel 1969)
M. Chile, Laguna de Batuco, región Metropolitana (Jackson
y Thomas 1994)
N. Complejo Huentelauquén, Pichidangui, Antofagasta
(Bahamondes 1969)
O. Bolivia, Complejo Viscachani, Viscachani, La Paz
(Menghin 1955)
Composición fotográfica de Luis Salcedo, en “La fase Proto – Lauricocha de los Andes Centrales”.
En
2012, el arqueólogo peruano, estudioso exhaustivo de la “punta lauricochense”, Luis Salcedo, definió cuatro (4) tipos
– guía de puntas foliáceas líticas, atribuibles a esta “fábrica” lítica.
1.
El L0, o Punta
pseudo – pedunculada de contorno oval con alerones insinuados, la más
antigua, fechada entre 12.500 a 9,400 adp, periodo al que Salcedo llama “Proto Lauricocha”, sobre la base de 20
fechados radiocarbónicos extraídos, entre otros, de los sitios: Cueva de
Guitarrero, Cueva Lauricocha 2, Cueva de Jaywamachay, Cuevas de Quiqché 1 y Tres Ventanas 1. Con estas puntas cazaban
fauna mayor, compuesta mayormente por cérvidos, como el venado gris de cola
blanca y la taruca, guanacos y llamas.
2.
L1. Punta pseudo – pedunculada de ápice triangular con
alerones bien definidos. Fase “Lauricocha I”, corresponde al periodo
entre 9,400 a 7.900 años adp., cuando aumentó el consumo de guanacos y venados
grises de cola blanca en la Sierra y en ambientes costeros y lomas. Sus alerones están
ubicados en la parte media del largo máximo de la pieza y presenta un aserrado
en el ápice en casos registrados en la puna de Junín y en el sitio Cerro Tres
Marías de la Costa de Lima.
3.
L2: Punta triangular, Fase “Lauricocha II”, que
va del año 7,900 al 4,800 adp., durante
el Arcaico Tardío, cuando se inicia la domesticación de camélidos sudamericanos
en la puna y la experimentación con cultivos, sobre todo en la Costa. La punta presenta
un ápice de lados rectos convergentes o de lados convexos convergentes, y una base
ancha, ligeramente convexa, lo que genera una forma amigdaloide (o de gota) y
una forma triangular.
4. L3: Punta romboidal, Fase “Lauricocha III”, entre el 4,800 y 3,700 años Cal. adp. Entrando al Periodo Formativo, corresponde a la domesticación de camélidos sudamericanos bien avanzada y avance de la agricultura. La punta presenta un ápice de lados rectos convergentes y una base de lados rectos divergentes, que va de relativamente aguda a ligeramente redondeada. Los vestigios registran un repliegue hacia la Sierra de las poblaciones “lauricochenses” de la Costa, posiblemente rechazados por los de la cultura Chilca.
Su origen transpacífico
No
se conoce a ciencia cierta el origen de la punta foliácea lauricochense;
tampoco se sabe con certeza si los nómades la trajeron de fuera del continente
o la inventaron durante sus caminatas por suelo americano, en condición de
cazadores – recolectores. Su diseño mejoró en tiempos posglaciales, cuando los
caminantes optaron por buscar presas especiales (caza selectiva) y también a
raíz del inicio del manejo de camélidos sudamericanos
como la llama, la alpaca y de roedores como el cuy, así como el aprovechamiento
de calabazas y leguminosas mediante la horticultura incipiente.
En su ensayo, “La fase
Proto-Lauricocha de los Andes Centrales y el origen de la Tradición Andina de
Puntas Foliáceas. 2011”, Salcedo presenta sorprendentes e importantes hipótesis
sobre dos probables orígenes, sustentadas en la teoría de la llamada “Migración Circumpacífica” desde el
Asia Oriental.
La
más factible es la que plantea como punto de origen de la punta foliácea a los
pobladores de la isla Honshū, la
mayor del archipiélago del Japón, cuyos yacimientos, 1) Kogure-Higashi-Arayama, 2) Tana-Mukaihara, 3) Kyusekki 2, Monte
Yatsugatake, y, 4) Uenotaira C, Shomen y otras, han producido fechados para puntas foliáceas líticas, entre 22,400 a 12,200 cal adp., por lo que constituirían
la cultura originaria más probable de la industria de puntas foliáceas en
América.
La
otra opción es Siberia Oriental
donde las puntas foliáceas han sido
fechadas entre 22,800 y 14.300 años adp., aunque se trata de piezas bifaciales pertenecientes
a la llamada “Tradición Paleoártica
Sibero-Americana” y son mucho más grandes, de 8 a 10 centímetros en promedio
y aparecen siempre asociadas a
industrias de láminas, así como otros artefactos bifaciales característicos de
esa tradición, como las puntas alargadas, los cuchillos en forma de medialuna,
entre otros.
La
ruta circumpacífica es un recorrido marítimo – costero que desde el Norte bordea América. Es la base de la teoría de la
“Migración circumpacífica” planteada por Fladmark,
desde 1978, por Dixon, en 1993 y por Lepper,
en 2000. Propone que inmigrantes asiáticos, provenientes de Japón y/o Siberia
Oriental, allá por el año 12,500 se
lanzaron en pequeños botes de madera a las corrientes marinas del Pacífico Norte,
llamadas Kuroshio, Alaska y California,
las que desde la Costa Asiática van en sentido de las agujas del reloj, hacia
el Nuevo Mundo. Una vez frente a Canadá, habrían navegado paralelamente a la
línea costera hacia el Sur, haciendo algunas paradas en el litoral.
Los
migrantes, premunidos de su arma principal, la punta foliácea lítica y otras herramientas
habrían seguido hacia Sudamérica y poco tiempo después desembarcaron en la
Costa Central Andina, la colonizaron y avanzaron rápidamente a la Sierra
Central y Centro – Sur del Perú, y después, hacia la Sierra Norte chilena, para
luego continuar hacia las tierras altas de Argentina, Bolivia y, por último, hacia
Ecuador ya durante el Periodo Arcaico. Además
de perfeccionar su talla lítica, esta ocupación avanzó también en el arte
rupestre y la domesticación de plantas, animales, así como a prácticas de entierro de sus
muertos.
Migración
Circumpacífica Tardía al final del Younger Dryas
Fuente:
Salcedo, Luis “La fase proto Lauricocha…”
Puntos de
ingreso al continente.
Salcedo
apoya la idea de que el probable punto de ingreso de la “tradición de la punta
foliácea” al continente, fue la Costa Central peruana, desde donde se adentró a
la Sierra y la Alta Amazonía, en las cuevas del Lauricocha, en Huánuco, toda vez que recién a partir del año 9, 900
adp., esta “fábrica” comenzó a
difundirse hacia la Sierra Sur peruana, a Toquepala y hasta la Costa
Central de Chile, al sitio Huentelauquén.
Después,
según los fechados, avanzó hacia el altiplano boliviano y el Nor Oeste de
Argentina. Esto, sin duda, muestra un patrón de poblamiento progresivo, quizás en
varias oleadas sucesivas, en lugar de una sola migración de Norte a Sur.
Punto de ingreso y ruta de difusión de
la Punta Foliácea lauricochense
El
arqueólogo, Salcedo, cree que de las
cuatro (4) tradiciones de puntas líticas,
“quizás la mejor conocida es la “Tradición
Andina de Puntas Foliáceas” – TAPF, definida en 1961 por Lanning
y Hammel”. La TAPF, contendría cuatro
(4) sub tradiciones que se expresaron en 18 culturas.
1.
Lauricochense (Sitio San José en
Ecuador; Mongoncillo, Lauricocha y La Esmeralda en el Perú)
2.
Tarapaquense (Sitio Toquepala en el
Perú; Tarapacá, Tiliviche, Conanoxa, Ghatchi, Chiu-Chiu y Punta de Teatinos, en
Chile)
3.
Viscachanense (complejos Viscachani
en Bolivia, e Intihuasi en Argentina), y
4.
Chinchorro (complejos Chilca y Pampa
Colorada en el Perú; Huentelauquén, Camarones y Quiani, en Chile). En el 2006,
Salcedo, en ese conjunto identificó hasta 18 “complejos” o culturas conocidas
hasta el momento.
La
TAPF abarcó desde Ecuador hasta el centro chileno, y desde la Costa de ese
territorio hasta la Meseta del Collao, en Bolivia y el Noroeste argentino. Pero, las áreas mejor estudiadas son los Andes
Centrales peruanos y el Norte semi árido chileno.
El
fechado más antiguo corresponde a la cultura Lauricocha, en el Dpto., de Huánuco. Señala el
año 12.500 adp. Menos antiguos son,
entre otras, las “culturas” líticas
peruanas, Toquepala y Chilca y la Huentelauquén, en la Costa chilena (11,900 adp);
La fábrica de
la Punta Paijanense
Dentro de un conjunto de vestigios prehistóricos, varios arqueólogos
accedieron a las primeras “puntas paijanenses” durante el siglo XX. Pero, el
tema recién llamó la atención de los grupos científicos luego de que fue dado a
conocer por el arqueólogo peruano Rafael
Larco Hoyle, quien al
excavar los restos de un campamento al aire libre de nómades cazadores –
pescadores – recolectores, en el lugar llamado “La Pampa de los Fósiles”, las halló también y
determinó su singularidad e importancia prehistórica. Larco dio a conocer su
hallazgo en 1948.
“Pampa de los Fósiles”, es parte de un territorio mayor con características similares llamado el valle o quebrada Cupisnique. Específicamente, “Pampa de los Fósiles”, está en el valle de Chicama, en La Libertad.
Es necesario dejar en claro que NO hay un sitio arqueológico preciso llamado Paiján, correspondiente al periodo Lítico y que las puntas fueron nombradas como “paijanenses” posteriormente, solo en alusión al pueblo más próximo a los sitios donde fueron ubicados los talleres de producción de las puntas.
La famosa “Punta de Paiján”
Este tipo de punta lítica bifacial destaca por su pedúnculo y tiene un fechado general de 11,500 adp. Era fabricada de distintos tamaños que van de 7 a 22 cms de largo por 3.2 cm., de ancho mínimo, en función de su uso.
Eran acopladas por el pedúnculo a varas cortas y largas de madera, para su uso como cuchillos y lanzas con las que cazaban presas de tierra como el Venado de Cola Blanca; o, como arpones para la caza de mamíferos marítimos y pesca de especies costeras, como la Corvina Dorada, puesto que hay testimonios válidos del consumo de estos productos.
Claro está que una lanza con una punta de piedra de 23 centímetros de largo por 7 de ancho podía también matar fácilmente a un hombre en una lucha cuerpo a cuerpo o usada como arma arrojadiza, tipo jabalina, a media distancia.
Nuevas investigaciones determinaron que la fabricación y uso de esta arma lítica se extendieron en la Costa Peruana, por el Norte hasta el Valle de Zaña, en el departamento de Lambayeque y, por el Sur, hasta Pampa Lechuza, en el departamento de Ica, a tal punto que en distintos sitios de ese territorio, han sido hallados numerosos campamentos que alojaron talleres de fabricación de la punta.
En 1990, los arqueólogos Duccio
Bonavía y Claude Chauchat, siguiendo datos precursores del también
arqueólogo Frederic Engels, investigaron
Pampa Lechuza, en Paracas, Ica.
Las famosas puntas líticas paijanenses
En su trabajo “Presencia del paijanense en el desierto de Ica”, da cuenta de que hallaron evidencias de ocupación humana durante la cual los nómades hicieron instrumentos líticos bifases foliáceas con piedras del lugar, pero con tecnología paijanense, con resultados similares.
También encontraron piezas no paijanenses, en un total de 82 piezas, trabajadas en canto rodado de cuarcita, riolita roja y sílex blanco. En la zona Norte del Cerro Lechuza hallaron también algunas lascas y bifaces tipo “Chivateros”. En la zona Sur del mismo cerro, encontraron un pequeño taller de bifaces, siendo todo esto, lo más cercano al “paijanense”.
Sin embargo, en febrero de 2018, el arqueólogo de la Universidad Católica del Perú, Jalh Dulanto et al., halló en la misma Pampa Lechuza, más de 150 puntas de proyectil paijanenses (El País, de España), las que han sido datadas con una antigüedad de entre 9.000 a 12.000 adp.
Jahl Dulanto muestra una punta de Paiján de
7 cms hallada en Pampa Lechuza, Paracas, Ica.
Además, ha registrado más de
20,000 vestigios de piedra: herramientas talladas y desechos de talla que
fabricaron, usaron y abandonaron grupos de nómades que vivieron durante el Lítico, en una época en la que
el desierto
de Ica era
menos árido.
Dulanto ha explicado que las “puntas
paijanenses” fueron fabricadas con pedernal local, pero también con otros tipos
de piedra procedentes de lugares distantes, hecho que sugiere que algunos
grupos tenían gran movilidad o formaban redes costeñas de intercambio entre
valles y las primeras estribaciones del ramal occidental de la Cordillera de
los Andes.
Además de Engel, las puntas de lanza paijanenses han sido estudiadas por Duccio Bonavia, Claude Chauchat y Elmo León.
Su origen en América del Norte
En su libro, “Prehistoria
de la Costa Norte del Perú- lo paijanense de Cupisnique: 397 - 2006, Claude Chauchat, manifiesta su criterio de que la industria lítica
paijanense y, en particular, su producto la “Punta de Paiján”, es un desarrollo
regional de las industrias de puntas con acanaladuras (fluting) que existieron en toda América y cuyo prototipo fue la
famosa “Punta Clovis”, de la cultura Clovis, localizada en América del Norte y
tenida hasta hace poco como la cultura madre de todas las del Nuevo Mundo.
Su
variación o característica regional fue el angostamiento de la base y la aparición de un pedúnculo,
similar a la forma de la Tradición El Inga, de Ecuador, y de las puntas halladas en Cueva Fell, en la
Patagonia de Chile. Posteriormente, en la fase II de la punta paijanense, el
pedúnculo fue angostado, lo cual completó el diseño regional exclusivo de esta
arma lítica. Chauchat anota que en América del Sur, la tradición de las puntas
“en cola de pescado”, acanaladas o no, son similares a las de El Inga y Cueva Fell. En Perú son idénticas a las halladas en La Cumbre y Piura y a
las encontradas en Mendoza, Argentina,
sin que haya respuesta aún al por qué de este hecho de evidente dispersión
territorial.
Esta inferencia de Chauchat apunta a que los llamados “paijanenses”
habrían sido algún grupo migrante de “primeros americanos” que desde América
del Norte siguió la ruta terrestre de la Costa del Pacífico, remontando
Mesoamérica, Colombia y Ecuador hasta recalar aún como nómades en el territorio
llamado Cupisnique, desde donde accedieron a la Costa, hacia la Pampa de los
Fósiles, durante el comienzo del Holoceno, cuando la línea de playa estaba a
unos 20 kilómetros de la actual.
Sin embargo, respecto al origen norteamericano (Punta Clovis) de la Punta Paijanense, planteado por Chauchat, surge una contradicción manifiesta con su determinación de que el perfil facial de los paijanenses, difiere de las características de los asiático – mongoloides – japoneses y es similar al de los aínos, melanesios, australianos y tasmanianos, y que su morfología general se parece más a la de los pobladores patagoneses (“Prehistoria de la Costa Norte del Perú, Pág. 395), tema que ampliaremos más adelante. El hueco negro surge de la pregunta: si los paijanenses fueron el resultado de una misión circumpacífica Oeste – Este desde Oceanía y Australia, ¿cómo es que desarrollaron regionalmente en la Costa central y norteña del territorio peruano, la norteamericana Punta Clovis?
Los grupos nómades que crearon el
diseño y el proceso de fabricación de la “Punta de Paiján”, se localizaron en
el Norte: en Pampa de los Fósiles, en la Quebrada
de Cupisnique, el Abrigo de Quirihuac, el sitio La Cumbre. En el Sur, la tradición estuvo presente en
Pampa de Piedras Gordas – Ancón, Chivateros, en Lima y Pampa de la Lechuza, en
Ica.
Si esto fue así, ocurrió entonces que los nómades paijanenses están entre los primeros exportadores regionales exitosos de tecnología de armas o de transferencia tecnológica quizá gratuita o a cambio de bienes, cuya vigencia cronológica, según los resultados de las investigaciones de Chauchat et al., comprende aproximadamente desde el año 10,720 al 7,940 adp., es decir un lapso de unos 3,000 años, bien avanzado el Periodo Arcaico.
Otros rasgos culturales
C. Chauchat, en “Prehistoria de la Costa Norte del Perú, señala que Pampa de los Fósiles contiene tres
componentes: i) restos de vertebrados fósiles atribuibles al Pleistoceno de los
Andes, de interés paleontológico; ii) la ocupación del paijanense y, iii) la
ocupación humana posterior al Paijanense, estas dos de interés arqueológico.
De las 145 unidades con vestigios que conforman el sitio, la ocupación
paijanense comprende 142. Dos de ellas fueron atribuidas a la fase “cantera”,
57 a la fase “taller de bifaces” y 80 a la fase “campamento”. Dos (2) unidades fueron
mixtas campamento – taller. Las canteras proveían de riolita de color que va
del rosado al anaranjado y al amarillo. En la Unidad 2, se realizó el hallazgo
de dos contextos funerarios de primera importancia para el estudio de la
prehistoria del Perú y, específicamente de la Costa Norte.
Continuará…
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