martes, 16 de agosto de 2022

 

LA CULTURA O IMPERIO

GUÁNUCO – YARUVILCA

DPTOS. HUÁNUCO, PASCO, ANCASH

1,100 AL 1,450 ne. – Intermedio Tardío.

Parte 1

Recientemente, la publicación de la siguiente fotografía en un sitio de carácter turístico de Facebook, me llamó fuertemente la atención, tanto por condición de vestigio prehistórico, como por  su admirable diseño de sorprendente plano vertical, de varios pisos, con aleros, construido de piedra rústica unida con barro y, además,  por la escasa referencia de su ubicación y su pertenencia a alguna cultura nacional precisa.  


 

Extraordinario edificio de la cultura Guánuco – Yarovilca,

ubicado cerca del pueblo de Tarapampa, distrito de Arancay,

provincia de Huamalíes, construido con piedra canteada,

argamasa de barro y piezas internas de madera.

Tiene varios pisos, escaleras internas  y

techo de piedra del estilo “falsa bóveda”.

 

El resultado de ese interés es este “condensado” sobre uno de los grandes misterios arqueo – antropológico – histórico de nuestro país: la cultura o imperio  guánuco – yarovilca.   

La información histórica y arqueológica sobre La llamada “cultura Yarovilca” es aún algo confusa, incompleta y muy controvertida. Unos investigadores – entre ellos, José Onofre Mayta, arqueólogo funcionario de la Dirección Regional de Cultura de Huánuco –  la llaman la cultura Guánuco – Yarovilca y él y otros, con bastante entusiasmo, hasta plantean que  fue un imperio.

Otros investigadores piensan que no fue una sola cultura, sino, dos: los guánucos y los yarovilcas, los primeros asentados en el Norte y los otros en el Sur del agreste territorio entre las nacientes de los ríos Marañón y Huallaga, que comprende los actuales departamentos de Huánuco, parte de Junín y Ancash. Este grupo de estudiosos cree que estos dos pueblos no tuvieron un mando central, pues estaban   organizados en señoríos, cacicazgos, curacazgos,  o conjuntos de ayllus parentales –territoriales, es decir, pequeñas demarcaciones a cargo de jerarcas locales que se aliaban o guerreaban unos con otros, según sus intereses coyunturales.

La narrativa de la popular Wikipedia, sin mayor precisión cronológica dice que, “antes de los huánucos, el área de los Yarovilca estuvo bajo el dominio de los Yaro, etnia que posteriormente se replegaría a las partes altas del actual departamento de Pasco.

Anota que desde  el 1,200 ne., Periodo Intermedio Tardío o de los estados tardíos, los Huánuco o guánuco, establecieron  un supuesto “reino Huánuco en toda la zona de Alto Marañón, que corresponde al actual departamento de Huánuco, sociedad que sucumbió ante el dominio  de los incas, aproximadamente en 1,450 ne. El supuesto “reino Huánuco”, anduvo dividido en el "Allauca Huánuco" (alto) y el  "Íchoc Huánuco" (bajo).

Sin embargo, para más embrollo, el arqueólogo Luis Salcedo, en el volumen II de su pre historia andina (Salcedo, 2012) afirma categóricamente que es erróneo designar  con el nombre “Yaro” o “Yarovilca” a la cultura que se desarrolló y dominó el Alto Marañón y que la verdad es que tal cultura fue la “tradición Wamallí” (Huamalí), la que ocupó la cuenca del Alto Marañón, así como sus principales afluentes, aproximadamente desde el año 750 al  1,470 años ne., unos siete siglos, durante los periodos Horizonte Medio, Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, hasta su caída a manos del imperio de los Incas. Veamos, pues, un atisbo de esta enmarañada, pero interesante e importante prehistoria.   

 

1.      OCUPACIÓN HUMANA

Para precisar una ruta cronológica de esta región de los Andes peruanos centrales, es importante saber que la ocupación del territorio, se remonta  a nómades cazadores - recolectores del comienzo del Holoceno, que pernoctaban en las Cuevas de Lauricocha, en Huánuco, hace 11,000 años adp. Se debe tener en cuenta que, debido al gran desarrollo de la tecnología de la producción de la punta de piedra foliácea  y otras herramientas líticas de hueso y de madera de la “fábrica lauricochense”, ese territorio tuvo una ocupación humana constante y permanente durante todo el pre cerámico y cerámico, incluso hasta la invasión española.

El arqueólogo peruano, Luis Salcedo, gran experto en la prehistoria de los Andes Centrales, en su ensayo, La fase Proto-Lauricocha de los Andes Centrales y el origen de la Tradición Andina de Puntas Foliáceas. 2011”, sostiene que los lauricocha fueron grupos neolíticos que migraron desde la isla japonesa de Konshu, allá entre los años 12,000 adp., a bordo de botes precarios en los cuales, llevados por la corriente marítima “circumpacífica”, Oeste – Este, llegaron a la Costa Central peruana y de allí se adentraron hasta Huánuco, llevando su famosa punta lítica foliácea y otras herramientas de piedra, madera y hueso.

Pero, como hemos visto, el territorio ya era recorrido por otros nómades quizá llegados por las rutas terrestres de migraciones procedentes del Norte del continente, tanto a través de los Andes, como de la vasta Baja Amazonía. 

Sin embargo, para mayor precisión, el mismo Salcedo, en su obra, “Prehistoria Andina – Volumen  II: La ocupación Wamallí en las cuencas de los ríos Lauricocha, Vizcarra y Alto Marañón, Huánuco”, 2012, aporta una cronología absoluta propuesta tentativamente para el Departamento de Huánuco, la que no ha sido contradicha aún por nadie y, como vemos, la línea de tiempo no incluye al Periodo Lítico de los trashumantes lauricocha, pues se inicia bien entrado el Periodo Arcaico y no registra ningún imperio.

Y, en efecto, no hay referencia arqueológica ni antropológica respecto al territorio desde la presencia de los nómades hasta mediados del Periodo Arcaico (6,000 adp.) cuando se registran los primeros asentamientos sedentarios de los Piruro, los Garu y Huancayán 1,  en los mismos lugares en los que, miles de años después, quizá otros ocupantes, diseñaron y construyeron los impresionantes y singulares edificios líticos de PIRURO, SUSUPILLO, RAPAYAN, GARU y otros, en distintos lugares del territorio del Alto Marañón y Alto Huallaga, tal vez contemporáneos con los nómades de la Cueva de Quilla Rumi, en las alturas del complejo arqueológico de Kotosh, que dejaron abundante material artístico rupestre y algunos vestigios líticos.

 


Por añadidura, la información disponible, no expone muchos detalles de los grupos tempranos del pre cerámico. No hay data respecto a su vinculación con otras sociedades regionales contemporáneas como la Kotosh – Sillacoto, periodo Mito y la Wakrajilca, en la Alta Amazonía, así como respecto a su vinculación con la subsiguiente dominación de la teocracia imperial de Chavín de Huántar.

Así mismo, sobre los grandes arquitectos e ingenieros civiles del Periodo Intermedio Tardío (que comenzó en el 1,000 ne.), está aún en el misterio, de dónde procedieron, cómo adquirieron el conocimiento para diseñar edificios de hasta 6 pisos con techos de piedra, ventanas y escaleras internas en caracol y la destreza necesaria para cortar la piedra para unirla con argamasa de barro. Hay carencia de información corroborada sobre el  tipo de organización social, su grado de complejidad, sus capacidades productivas para la agricultura, la crianza, la pesca, la minería, metalurgia, la textilería y su configuración espiritual o mística y su posterior configuración durante el Periodo Intermedio Temprano que sobrevino a la disolución del poderío chavín.   

 

2.      EL ORIGEN

Onofre Mayta, en su trabajo, “Los restos arqueológicos en el Alto Marañón: evidencias de una ocupación de los guánucos, desde el periodo Horizonte Medio al Intermedio Tardío”, publicado en la revista Arqueología y Sociedad N° 25- 2012,  anota que durante el Horizonte Medio ( que empezó en el 600  ne.) y durante el cual surgió el gran imperio Wari, el valle del Alto Huallaga estuvo ocupado por las etnias Chupaychus, Yachas y Yaros. En el Alto Marañón, se asentaron los Guánuco y los Guamalíes.

Sin embargo, no hay información certera sobre sus territorios, el grado de interacción interna de cada pueblo, las relaciones entre ellos. Tampoco hay mucha data sobre la modalidad y vestigios de la presencia de los Wari en el territorio.

Onofre alude a  excavaciones en Yarushpampa de Alberto Bueno entre 2006 y 2008, las que indicarían  que, sin que se sepa de dónde ni cuándo, primero  llegaron los Yarush, después, los Yachas, los que iban reocupando los lugares que dejaban los Yarush.

Los guánucos habrían llegado también desde un impreciso lugar y en una fecha incierta, durante el  Horizonte Medio. Se asentaron en el lado Este del Alto Marañón, con características de “Unidad sociocultural”, es decir, con el uso de una lengua o dialecto común, la posesión de un territorio, una  arquitectura particular, con diversos componentes,  desde el Horizonte Medio hasta el Intermedio Tardío, con edificaciones de diferentes tipologías, una vocación religiosa también común que se expresó en el culto a Mama Rayguana, aunque sin un estilo definido  de cerámica.

 

Localización de la Cultura Guánuco – Yarovilca

 

3.      PRINCIPALES ASENTAMIENTOS

Complejo arqueológico RAPAYÁN

Está cerca del moderno centro poblado Rapayán, en el distrito de Rapayán, de la provincia de Huari en la margen Oeste del río Marañón, al Este de la Cordillera Blanca en la vertiente oriental de los Andes, a unos 180 km de la ciudad de Huaraz, entre los departamentos peruanos de Ancash y Huánuco.

Tiene cuatro áreas claramente identificables. La primera está a unos 200 m. sobre el Marañón, a 2600 m.s.n.m. El área 4 está hacia el Oeste a 3,500 m.s.n.m. Las áreas 2 y 3 están en el intermedio. Cubren unas 12 hectáreas.  

Hay un área incaica, enigmática y misteriosa aún, con andenería bien construida, al Noroeste del área 4 con una extensión aproximada de 16 hectáreas. La mayoría de investigadores percibe que la dominación tahuantinsuyana del Alto Huallaga fue ejercida desde el gran centro administrativo de Huánuco Pampa, sin una mayor o intensa relación de los cusqueños con los locales, debido a la relación de alianza vasalla que el Inca estableció con los o los jerarcas de la región. El misterio radica entonces en la falta de una respuesta consistente a la pregunta sobre, ¿por qué los incas se asentaron en Rapayán?

Teniendo en cuenta que era política cusqueña establecer asentamientos propios cercanos a los centros de poder de los territorios conquistados, los investigadores Alexis Mantha y Hernando Manco,  en su ensayo “Excavaciones en el complejo arqueológico de Rapayán”, infieren que Rapayán fue en aquél entonces la capital del país dominado y que debido a la desconfianza del Cusco respecto a la lealtad del jerarca regional, optaron por una vigilancia cercana y directa in situ estableciendo una guarnición de mitmakunas, es decir de familias seleccionadas para asentarse entre los pueblos conquistados para colonizar tierras; defender la seguridad del Estado y difundir la cultura incaica.   

​La distribución arquitectónica y constructiva de los cuatro sectores indica alta planificación y la extensión total del sitio arqueológico es de 28.5 hectáreas.

Los sectores son especie de barrios en los que hay varias chullpas o tumbas de pequeña dimensión. En el centro de cada barrio están las principales estructuras: viviendas de planta rectangular con dos habitaciones, galerías y almacenes protegidos por muros de contención de las terrazas.

 

Uno de los espectaculares edificios líticos de Rapayán

 

Cronología de su ocupación

Mantha y Manco, en su obra identifican 81 vestigios en el complejo. Sobre los resultados de su investigación durante el 2005,  plantean su siguiente cronología, que se deriva de la estratificación alfarera del lugar.

Su ocupación, ininterrumpida por cierto hasta entrada la ocupación española, habría comenzado durante el Arcaico Tardío, año 4,000 aprox., y entrando al Formativo, hasta  el 2,800 adp., se caracterizó por su cerámica en forma de olla sin cuello paleteada (con marcas de palos en su pared exterior). ​

Hacia el final del Formativo, durante la dominación Chavín de Huántar, entre el 2,800 al 2,200 adp., los rapayanenses produjeron cerámica en forma de  cuencos y las ollas sin cuello pulidos (generalmente de color negro), similares al estilo Chavín. ​

Durante el Intermedio Temprano, del 2,200 adp., al 600 ne., adoptaron la cerámica con engobe rojo sobre crema blanco/naranja, así como rojo y negro sobre blanco, artesanías muy similares a la alfarería de la cultura Recuay.

En el Horizonte Medio (600 a 1000  ne.), Los excavadores encontraron estilos alfareros locales y  presencia de cerámica Wari.

Durante el Intermedio Tardío, es decir cuando tras el colapso del imperio Wari surgieron los llamados estados regionales tardíos (1,000 a 1,450 ne.) los rapayanenses recién realizaron sus construcciones de superficie. Su cerámica de esta época es mayormente doméstica, gruesa y de colores marrón, beige o rojo oscuro.

Esto se corresponde plenamente con la conclusión de la investigación de Bonnier y Rosemberg, respecto a que la gran mayoría de los asentamientos con arquitectura de piedra de superficie del asentamiento PIRURO, en Tantamayo, al Sur de Rapayán, surgió durante el Periodo Intermedio Tardío (1,000 a 1450 ne.), y se habían mantenido habitados, prácticamente sin cambio alguno, hasta el Horizonte Tardío (1450 – 1532 adp.) y posiblemente hasta después de la invasión española. 

Mantha y Malca que sobre la base de la investigación de Bonnier, Rosemberg y de otros, en Piruro (Tantamayo) y los resultados de sus propias excavaciones  en Rapayán, están seguros de que HAN CONFIRMADO que el singular estilo arquitectónico de edificios de varios pisos, con plantas cuadrangulares, rectangulares, circulares y en forma de D, de gran altura y la actividad constructiva con piedra canteada y mortero de barro, fueron COMUNES y CONTEMPORÁNEOS, dadas sus grandes similitudes: altos edificios de varios pisos, los 610 tiestos de cerámica de superficie registrados del 2,001 al 2002, en 56 sitios ubicados en la margen occidental del Marañón, y el hecho de que el 75 % (458) de los vestigios cerámicos recogidos son del estilo “Tantamayo rojo estampado” procedentes de 54 sitios.

Durante el Horizonte Tardío, tras la invasión y pleno dominio de los incas, en Rapayán fue construido el sector llamado incaico, con grandes edificios rectangulares. Los investigadores hallaron abundante cerámica incaica, así como una fuente o baño de neto estilo incaico.

Esta es una diferencia importante que distingue a Rapayán de Tantamayo – Piruro.  Los incas se asentaron con amplitud y consistencia en  Rapayán, mientras que en Tantamayo no construyeron ningún edificio y solo se halló un 2 % de cerámica incaica en la superficie.

No obstante, Rapayán y Tantamayo son los sitios con mayores similitudes entre sí en toda la zona del Alto Marañón, tanto en lo referente a su arquitectura como a la cronología de su ocupación. Los demás, registran fechados solo entre el Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío.

 

Complejo arqueológico PIRURO – Tantamayo.

Más de una docena de fechas radio carbónicas indican dos secuencias principales de ocupación en Piruro, separadas entre sí por un periodo de aproximadamente mil años. La primera y temprana de estas secuencias (diez fechas de datación por radiocarbono) describe una ocupación continuada que abarca desde el pre cerámico (4,515 adp.) hasta el Horizonte Temprano (2,790 adp. ± 70).

La datación de la segunda y tardía ocupación se obtuvo a partir de dos muestras de carbón extraídas en estratos superiores asociados a la arquitectura de superficie y a los edificios de varios pisos.

La datación por radiocarbono obtenida es la siguiente: 1,250 ± 70 y 1,480 ne.± 60. Este fechado sitúa la arquitectura de superficie en Piruro en el Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío, es decir entre los años 1,000 y 1,532 ne.

Estas fechas fueron corroboradas además por un detallado análisis de los contextos estratigráficos asociados a las actividades de construcción arquitectónica superpuestas en Piruro.

 

Los rascacielos de Piruro, en Tantamayo, Huánuco

 

Catherine Rosemberg identificó cuatro (4) tipos básicos de cerámica.

Tipo 1: Piruro (dividido en cuatro subtipos de la secuencia Pirwa u ocupación temprana de Piruro) entre el final del Arcaico (4,000 adp.) y el  final del Formativo (2,200 adp.): ollas cerradas y sin cuello, según Rosemberg, una versión algo más tosca de la alfarería inicial de Chavín, Kotosh y Huacaloma. Aunque no hay cronología de la cerámica del Intermedio Temprano ni del Horizonte Medio Rosembeg y Bonnier creen que más vestigios de la cerámica pirurense temprana, están enterrados profundamente.

Los otros tres tipos remiten al Intermedio Tardío  y  al Horizonte Tardío.

Tipo 2: Tantamayo rojo estampado: recipientes de colores rojo, naranja, beige o marrón. Rosemberg ha visto similitudes entre el tipo de Tantamayo A y los fragmentos de cerámica de superficie recogidos por Thompson en los asentamientos atribuidos a los mismos periodos, en las proximidades de Huánuco Pampa. Un subtipo definido por Rosemberg (tipo A-1)  sería equiparable con el estilo alfarero Akillpo o aquillpo de los callejones de Huaylas y de Conchucos que surgió en el callejón de Huaylas desde final del Horizonte Medio, aprox. año 1,000 ne., y tuvo vigencia durante todo el Intermedio Tardío.

Tipo 3: Marrón mica: pequeñas jarras, cuencos y tazas de color marrón con superficies brillantes producto de una alta inclusión de mica.

Tipo 4: Pariash, estilo local de influencia incaica y pertenece al Horizonte Tardío.

La cerámica pirurense atribuida al Intermedio Tardío y al Horizonte Tardío se encuentra en la superficie de los 81 sitios estudiados. El tipo 2 es el más extendido: fue recogido en todos los sitios en alta proporción (90 % de recolección de superficie). El tipo 3 se halla en la superficie de dos terceras partes de los sitios estudiados, pero en menor proporción (8 % de la recolección de superficie). Por último, el tipo 4 (Pariash), de influencia incaica, fue hallado en pocos lugares  y representa el 2 % de la recolección de superficie. Aparte de eso, algunas otras evidencias incaicas en el valle son algunas estructuras incas asociadas a 20 collcas en el tambo de Pariash y en Selemín, es decir insignificante. 

Conclusión: la gran mayoría de los asentamientos con arquitectura de piedra de superficie de PIRURO surgió durante el Periodo Intermedio Tardío (1,000 a 1450 ne.), y se habían mantenido habitados, prácticamente sin cambio alguno, hasta el Horizonte Tardío (1450 – 1532 adp.) y posiblemente hasta después de la invasión española. 

 

Complejo arqueológico GARU

Está en la falda del cerro Cóndor Puquio o Cóndor Waganan (donde el cóndor llora), en el distrito de Choras, de la provincia de Yarovilca, departamento de Huánuco, a una altitud 3,700 m.s.n.m. cerca del río Marañón.

“Garu”, se deriva del quechua “karu”, que significa “distante o lejos”. Tiene una extensión de 2’509,884.08 metros cuadrados y un perímetro de 8,322.68 metros lineales. Su configuración espacial y arquitectónica expresa ordenamiento del paisaje, el trazo de calles, distribución jerarquizada de los edificios y la presencia de necrópolis tipo chullpas construidas con lajas, unidas con barro.

Por sus dimensiones, es uno de los centros arqueológicos más grandes e importantes de la cuenca del Alto Marañón. Por esto y  la complejidad de su estructura urbana se cree que habría sido el centro político – militar – administrativo de los  ayllus de la zona sur del territorio guánuco – yarovilca.

 

Vista panorámica de Garu

 

Garu habría sido construida en el Periodo Intermedio Tardío, entre los años 800 a 1,400 ne. Se presume que sus habitantes tenían estrecha relación con los del valle de Tantamayo, por el parentesco a la técnica de construcción y concentración de la población.

La ciudad está conformada por tres grandes secciones:

  1. La Zona Alta o Huaychao Punta, donde se halla diversos torreones que revisten la cumbre del Cóndor Puquial, un área fortificada y de extrema vigilancia.
  2. La Zona Media o Gantú, se encuentran construcciones rectangulares con muros sobre la base de amplios vanos superpuestos, cuyas dimensiones son 15 metros de largo por 5 metros de ancho y de 6 metros de alto.
  3. La Zona Baja o Gayarina Jucchu, se aprecia una gran concentración urbana, edificaciones circulares, ovoidales y cuadrangulares, el más resaltante un edificio cuadrado con una puerta trapezoidal y dos ventanas pequeñas sobre la puerta.

 


Una de las viviendas de Garu. Nótese en plano vertical, dos

niveles, puerta y ventanas frontales y techo lítico permanente.

 

Principales edificaciones

Local comunal. Un recinto de tamaño regular sin techo con algunas paredes caídas. Se cree que fue una especie de auditorio o sala de reunión de los pobladores para el tratamiento de asuntos públicos.

Edificio Cinco Ventanas.- Construcción de planta  rectangular con numerosas ventanas trapezoidales de aparejo irregular unido con mortero de barro. Dataría del tiempo del dominio inca. 

Templo de las Tres Cruces.- Arquitectura mediana en cuya fachada, encima de la puerta se distingue la delineación de tres cruces de incomprensible significado para muchos. Algunos estudiosos deducen que los yarovilcas eran conocedores de la astronomía, ya que las cruces del  templo están alineadas hacia  la constelación austral o Cruz del Sur.

También resaltan otras edificaciones: las Torres Gemelas, el Templete, la Horca, el Torreón y las colcas. Revelan un notable grado de civilización en esta parte del Alto Marañón. Desde la zona alta de Huaychao Punta, con dirección al Sur Oeste, se observan los bellos nevados pertenecientes a la atractiva, pero difícil y hostil Cordillera de Huayhuash.

El arqueólogo Julio C. Tello, calculó intuitivamente que la influencia de la cultura guánuco – yarovilca, a partir de Garu y otros de sus importantes asentamientos, se extendió más allá de su territorio de origen, sobrepasando los ramales oriental, central y occidental de la Cordillera  de los Andes, alcanzó la Alta Amazonía y la Costa del Pacífico.

En Garu, es posible que se venerara a Libiac Cancharco, como divinidad principal, pero el culto comprendía otros dioses secundarios.

 

Sitio arqueológico JAGRARAJ

Es una sorprendente ciudadela erigida en la pared vertical de una montaña compuesta por construcciones de piedra, barro y madera. A ojo de buen cubero, algunos creen que data del fin de Periodo Arcaico e inicios del Formativo. Actualmente está en estado de abandono, contaminado por basura y grafitis de esporádicos visitantes.

Está en la parte alta del sitio “Irma Grande” a 11 Km al Sur Oeste del distrito de Llata, provincia de Huamalíes, departamento de Huánuco,  a una altitud de 3,978 m.s.n.m. Viviendas y necrópolis fueron construidas con piedra canteada y barro en paredes escarpadas de plano vertical, en una longitud de 3 Km aprox. siguiendo las plataformas naturales, grietas y hendiduras de diferentes dimensiones y niveles del acantilado.

Las viviendas y chulpas son de planta cuadrangular y rectangular. Están mejor acabadas las del tercer y cuarto niveles.

Se cree que en este último residían el curaca y el brujo – curandero del grupo Como material de construcción usaron piedra canteada de colores marrón, gris, azul y  arcilla rojiza y crema verdosa, mezclada con paja de ichu para darle mayor consistencia, así como la madera de lloque que es una de las más fuertes y resistentes que existen en la zona, por lo que la usaron  para sus escaleras que les permitían  transitar entre los niveles. Se cree Los guías turísticos modernos llaman al lugar “La casa del Hombre Araña”. Video in situ https://www.youtube.com/watch?v=gOMRRcKdb2I

 


Viviendas y sepulturas tipo chulpas en los acantilados de Jagraraj, con gran

similitud  a los de los Chachapoyas, en Amazonas.

 

Continúa en la Parte II

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario