LA CULTURA O IMPERIO
GUÁNUCO – YARUVILCA
DPTOS. HUÁNUCO, PASCO, ANCASH
1,100 AL 1,450 ne. – Intermedio Tardío.
Parte
1
Recientemente,
la publicación de la siguiente fotografía en un sitio de carácter turístico de
Facebook, me llamó fuertemente la atención, tanto por condición de vestigio
prehistórico, como por su admirable
diseño de sorprendente plano vertical, de varios pisos, con aleros, construido
de piedra rústica unida con barro y, además, por la escasa referencia de su ubicación y su
pertenencia a alguna cultura nacional precisa.
Extraordinario edificio de la cultura
Guánuco – Yarovilca,
ubicado cerca del pueblo de Tarapampa, distrito
de Arancay,
provincia de Huamalíes, construido con piedra
canteada,
argamasa de barro y piezas internas de
madera.
Tiene varios pisos, escaleras
internas y
techo de piedra del estilo “falsa
bóveda”.
El
resultado de ese interés es este “condensado” sobre uno de los grandes misterios
arqueo – antropológico – histórico de nuestro país: la cultura o imperio guánuco –
yarovilca.
La
información histórica y arqueológica sobre La llamada “cultura Yarovilca” es aún algo confusa, incompleta y muy controvertida.
Unos investigadores – entre ellos, José
Onofre Mayta, arqueólogo funcionario de la Dirección Regional de Cultura de
Huánuco – la llaman la cultura Guánuco – Yarovilca y él y
otros, con bastante entusiasmo, hasta plantean que fue un imperio.
Otros
investigadores piensan que no fue una sola cultura, sino, dos: los guánucos y los yarovilcas, los primeros
asentados en el Norte y los otros en el Sur del agreste territorio entre las
nacientes de los ríos Marañón y Huallaga, que comprende los actuales
departamentos de Huánuco, parte de Junín y Ancash. Este grupo de estudiosos
cree que estos dos pueblos no tuvieron un mando central, pues estaban organizados
en señoríos, cacicazgos, curacazgos, o
conjuntos de ayllus parentales –territoriales, es decir, pequeñas demarcaciones
a cargo de jerarcas locales que se aliaban o guerreaban unos con otros, según
sus intereses coyunturales.
La narrativa de la popular Wikipedia, sin mayor precisión cronológica
dice que, “antes de los huánucos, el área de los Yarovilca estuvo bajo el dominio de
los Yaro, etnia que posteriormente se replegaría a las partes altas del actual
departamento de Pasco.
Anota que desde el 1,200 ne.,
Periodo Intermedio Tardío o de los estados tardíos, los Huánuco o guánuco,
establecieron un supuesto “reino Huánuco” en
toda la zona de Alto Marañón, que corresponde al actual departamento de Huánuco, sociedad que sucumbió
ante el dominio de los incas,
aproximadamente en 1,450 ne. El supuesto “reino Huánuco”, anduvo
dividido en el "Allauca Huánuco" (alto) y el "Íchoc Huánuco" (bajo).
Sin embargo, para más embrollo, el arqueólogo Luis Salcedo, en el volumen II de su pre historia andina (Salcedo,
2012) afirma categóricamente que es erróneo designar con el nombre “Yaro” o “Yarovilca” a la
cultura que se desarrolló y dominó el Alto Marañón y que la verdad es que tal
cultura fue la “tradición Wamallí” (Huamalí), la que ocupó la cuenca del Alto
Marañón, así como sus principales afluentes, aproximadamente desde el año 750 al
1,470 años ne., unos siete siglos, durante
los periodos Horizonte Medio, Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, hasta su caída
a manos del imperio de los Incas. Veamos, pues, un atisbo de esta enmarañada,
pero interesante e importante prehistoria.
1.
OCUPACIÓN HUMANA
Para
precisar una ruta cronológica de esta región de los Andes peruanos centrales,
es importante saber que la ocupación del territorio, se remonta a nómades cazadores - recolectores del
comienzo del Holoceno, que pernoctaban en las Cuevas de Lauricocha, en Huánuco, hace 11,000 años adp. Se debe
tener en cuenta que, debido al gran desarrollo de la tecnología de la
producción de la punta de piedra foliácea
y otras herramientas líticas de hueso y de madera de la “fábrica lauricochense”,
ese territorio tuvo una ocupación humana constante y permanente durante todo el
pre cerámico y cerámico, incluso hasta la invasión española.
El
arqueólogo peruano, Luis Salcedo, gran experto en la prehistoria de los Andes
Centrales, en su ensayo, “La fase
Proto-Lauricocha de los Andes Centrales y el origen de la Tradición Andina de
Puntas Foliáceas. 2011”, sostiene
que los lauricocha fueron grupos neolíticos que migraron desde la isla japonesa
de Konshu, allá entre los años 12,000 adp., a bordo de botes precarios en los
cuales, llevados por la corriente marítima “circumpacífica”, Oeste – Este,
llegaron a la Costa Central peruana y de allí se adentraron hasta Huánuco,
llevando su famosa punta lítica foliácea y otras herramientas de piedra, madera
y hueso.
Pero, como
hemos visto, el territorio ya era recorrido por otros nómades quizá llegados
por las rutas terrestres de migraciones procedentes del Norte del continente,
tanto a través de los Andes, como de la vasta Baja Amazonía.
Sin embargo,
para mayor precisión, el mismo Salcedo, en su obra, “Prehistoria Andina – Volumen II: La ocupación Wamallí en las cuencas de
los ríos Lauricocha, Vizcarra y Alto Marañón, Huánuco”, 2012,
aporta una cronología absoluta propuesta tentativamente para el Departamento de
Huánuco, la que no ha sido contradicha aún por nadie y, como vemos, la línea de
tiempo no incluye al Periodo Lítico de los trashumantes lauricocha, pues se
inicia bien entrado el Periodo Arcaico y no registra ningún imperio.
Y,
en efecto, no hay referencia arqueológica ni antropológica respecto al
territorio desde la presencia de los nómades hasta mediados del Periodo Arcaico (6,000 adp.) cuando se
registran los primeros asentamientos sedentarios de los Piruro, los Garu y Huancayán 1,
en los mismos lugares en los que, miles de años después, quizá otros
ocupantes, diseñaron y construyeron los impresionantes y singulares edificios
líticos de PIRURO, SUSUPILLO, RAPAYAN, GARU y otros, en distintos lugares del
territorio del Alto Marañón y Alto Huallaga, tal vez contemporáneos con los
nómades de la Cueva de Quilla Rumi,
en las alturas del complejo arqueológico de Kotosh, que dejaron abundante
material artístico rupestre y algunos vestigios líticos.
Por
añadidura, la información disponible, no expone muchos detalles de los grupos tempranos
del pre cerámico. No hay data respecto a su vinculación con otras sociedades
regionales contemporáneas como la Kotosh
– Sillacoto, periodo Mito y la Wakrajilca,
en la Alta Amazonía, así como respecto a su vinculación con la subsiguiente dominación
de la teocracia imperial de Chavín de Huántar.
Así
mismo, sobre los grandes arquitectos e ingenieros civiles del Periodo
Intermedio Tardío (que comenzó en el 1,000 ne.), está aún en el misterio, de
dónde procedieron, cómo adquirieron el conocimiento para diseñar edificios de
hasta 6 pisos con techos de piedra, ventanas y escaleras internas en caracol y
la destreza necesaria para cortar la piedra para unirla con argamasa de barro. Hay
carencia de información corroborada sobre el tipo de organización social, su grado de
complejidad, sus capacidades productivas para la agricultura, la crianza, la
pesca, la minería, metalurgia, la textilería y su configuración espiritual o
mística y su posterior configuración durante el Periodo Intermedio Temprano que
sobrevino a la disolución del poderío chavín.
2.
EL ORIGEN
Onofre Mayta, en su trabajo, “Los restos
arqueológicos en el Alto Marañón: evidencias de una ocupación de los guánucos,
desde el periodo Horizonte Medio al Intermedio Tardío”, publicado en la revista Arqueología y Sociedad N° 25- 2012, anota que durante el Horizonte Medio ( que
empezó en el 600 ne.) y durante el cual
surgió el gran imperio Wari, el
valle del Alto Huallaga estuvo ocupado
por las etnias Chupaychus, Yachas y Yaros. En el Alto Marañón, se asentaron los Guánuco
y los Guamalíes.
Sin
embargo, no hay información certera sobre sus territorios, el grado de
interacción interna de cada pueblo, las relaciones entre ellos. Tampoco hay
mucha data sobre la modalidad y vestigios de la presencia de los Wari en el
territorio.
Onofre
alude a excavaciones en Yarushpampa de Alberto Bueno entre 2006 y 2008, las que indicarían que, sin que se sepa de dónde ni cuándo,
primero llegaron los Yarush, después, los Yachas, los que iban reocupando los
lugares que dejaban los Yarush.
Los
guánucos habrían llegado también desde un impreciso lugar y en una fecha
incierta, durante el Horizonte Medio. Se
asentaron en el lado Este del Alto Marañón, con características de “Unidad sociocultural”, es decir, con el uso de una lengua o dialecto común, la posesión de un
territorio, una arquitectura particular,
con diversos componentes, desde el Horizonte Medio hasta el Intermedio Tardío, con edificaciones de
diferentes tipologías, una vocación religiosa también común que se expresó en
el culto a Mama Rayguana, aunque sin
un estilo definido de cerámica.
Localización de la Cultura Guánuco –
Yarovilca
3.
PRINCIPALES ASENTAMIENTOS
Complejo arqueológico RAPAYÁN
Está cerca del moderno
centro poblado Rapayán, en el distrito
de Rapayán, de la provincia de Huari en
la margen Oeste del río Marañón, al Este de la Cordillera Blanca en la vertiente oriental de los Andes, a unos 180 km de la ciudad
de Huaraz, entre los departamentos peruanos de Ancash y Huánuco.
Tiene cuatro áreas claramente
identificables. La primera está a unos 200 m. sobre el Marañón, a 2600 m.s.n.m.
El área 4 está hacia el Oeste a 3,500 m.s.n.m. Las áreas 2 y 3 están en el
intermedio. Cubren unas 12 hectáreas.
Hay un área incaica, enigmática
y misteriosa aún, con andenería bien construida, al Noroeste del área 4 con una
extensión aproximada de 16 hectáreas. La mayoría de investigadores percibe que
la dominación tahuantinsuyana del Alto Huallaga fue ejercida desde el gran
centro administrativo de Huánuco Pampa, sin
una mayor o intensa relación de los cusqueños con los locales, debido a la relación
de alianza vasalla que el Inca estableció con los o los jerarcas de la región.
El misterio radica entonces en la falta
de una respuesta consistente a la pregunta sobre, ¿por qué los incas se
asentaron en Rapayán?
Teniendo en cuenta que era
política cusqueña establecer asentamientos propios cercanos a los centros de
poder de los territorios conquistados, los investigadores Alexis Mantha y Hernando Manco,
en su ensayo “Excavaciones
en el complejo arqueológico de Rapayán”, infieren que Rapayán fue en aquél entonces la capital del país dominado
y que debido a la desconfianza del Cusco respecto a la lealtad del jerarca
regional, optaron por una vigilancia cercana y directa in situ estableciendo una
guarnición de mitmakunas, es decir de familias seleccionadas para asentarse
entre los pueblos conquistados para colonizar tierras; defender la seguridad
del Estado y difundir la cultura incaica.
La distribución arquitectónica
y constructiva de los cuatro sectores indica alta planificación y la extensión
total del sitio arqueológico es de 28.5 hectáreas.
Los sectores son especie de
barrios en los que hay varias chullpas o tumbas de pequeña dimensión. En el centro de cada barrio están
las principales estructuras: viviendas de planta rectangular con dos
habitaciones, galerías y almacenes protegidos por muros de contención de las terrazas.
Uno de los espectaculares edificios
líticos de Rapayán
Cronología de su ocupación
Mantha y Manco, en su obra identifican 81 vestigios en el complejo. Sobre
los resultados de su investigación durante el 2005, plantean su siguiente cronología, que se deriva
de la estratificación alfarera del lugar.
Su
ocupación, ininterrumpida por cierto hasta entrada la ocupación española, habría
comenzado durante el Arcaico Tardío, año 4,000 aprox., y entrando al Formativo,
hasta el 2,800 adp., se caracterizó por
su cerámica en forma de olla sin cuello paleteada (con marcas de palos en su pared exterior).
Hacia el final del Formativo, durante la dominación Chavín de Huántar,
entre el 2,800 al 2,200 adp., los rapayanenses produjeron cerámica en forma de cuencos y las ollas sin cuello pulidos
(generalmente de color negro), similares al estilo Chavín.
Durante el Intermedio Temprano, del 2,200 adp., al 600 ne.,
adoptaron la cerámica con engobe rojo sobre crema blanco/naranja, así como rojo y
negro sobre blanco, artesanías muy similares a la alfarería de la cultura Recuay.
En el Horizonte Medio (600 a 1000 ne.), Los excavadores encontraron estilos
alfareros locales y presencia de cerámica Wari.
Durante el Intermedio Tardío, es
decir cuando tras el colapso del imperio Wari surgieron los llamados estados
regionales tardíos (1,000 a 1,450 ne.) los rapayanenses recién realizaron sus construcciones
de superficie. Su cerámica de esta época es mayormente doméstica, gruesa y de colores
marrón, beige o rojo oscuro.
Esto se corresponde plenamente con la conclusión de la investigación de Bonnier y Rosemberg, respecto a que la gran mayoría de los asentamientos con arquitectura de piedra de superficie del asentamiento PIRURO, en Tantamayo, al Sur de Rapayán, surgió durante el Periodo Intermedio Tardío (1,000 a 1450 ne.), y se habían mantenido habitados, prácticamente sin cambio alguno, hasta el Horizonte Tardío (1450 – 1532 adp.) y posiblemente hasta después de la invasión española.
Mantha y
Malca que sobre la base de la investigación de Bonnier, Rosemberg y de otros,
en Piruro (Tantamayo) y los resultados de sus propias excavaciones en Rapayán, están seguros de que HAN CONFIRMADO que el singular estilo
arquitectónico de edificios de varios pisos, con plantas cuadrangulares,
rectangulares, circulares y en forma de D, de gran altura y la actividad
constructiva con piedra canteada y mortero de barro, fueron COMUNES y
CONTEMPORÁNEOS, dadas sus grandes similitudes: altos edificios de
varios pisos, los 610 tiestos de cerámica de superficie registrados del 2,001
al 2002, en 56 sitios ubicados en la margen occidental del Marañón, y el hecho
de que el 75 % (458) de los vestigios cerámicos recogidos son del estilo
“Tantamayo rojo estampado” procedentes de 54 sitios.
Durante el Horizonte Tardío, tras la invasión y pleno
dominio de los incas, en Rapayán fue construido el sector llamado incaico,
con grandes edificios rectangulares.
Los investigadores hallaron abundante cerámica incaica, así como una fuente o
baño de neto estilo incaico.
Esta es una diferencia importante que
distingue a Rapayán de Tantamayo – Piruro.
Los incas se asentaron con amplitud y consistencia en Rapayán, mientras que en Tantamayo no
construyeron ningún edificio y solo se halló un 2 % de cerámica incaica en la
superficie.
No
obstante, Rapayán y Tantamayo son los
sitios con mayores similitudes entre sí en toda la zona del Alto Marañón, tanto
en lo referente a su arquitectura como a la cronología de su ocupación. Los
demás, registran fechados solo entre el Intermedio Tardío y el Horizonte
Tardío.
Complejo arqueológico PIRURO – Tantamayo.
Más de una docena de fechas radio carbónicas
indican dos secuencias principales de ocupación en Piruro, separadas entre sí
por un periodo de aproximadamente mil años. La primera y temprana de estas
secuencias (diez fechas de datación por radiocarbono) describe una ocupación continuada que abarca desde el pre
cerámico (4,515 adp.) hasta el Horizonte Temprano (2,790 adp. ± 70).
La datación de la segunda y tardía
ocupación se obtuvo a partir de dos muestras de carbón extraídas en estratos
superiores asociados a la arquitectura de superficie y a los edificios de
varios pisos.
La datación por radiocarbono obtenida es
la siguiente: 1,250 ± 70 y 1,480 ne.±
60. Este fechado sitúa la
arquitectura de superficie en Piruro en el Intermedio Tardío y el Horizonte Tardío, es decir entre los años
1,000 y 1,532 ne.
Estas fechas fueron corroboradas además
por un detallado análisis de los contextos estratigráficos asociados a las
actividades de construcción arquitectónica superpuestas en Piruro.
Los rascacielos de Piruro, en Tantamayo,
Huánuco
Catherine Rosemberg identificó cuatro (4) tipos básicos de cerámica.
Tipo
1: Piruro (dividido en
cuatro subtipos de la secuencia Pirwa u ocupación temprana de Piruro) entre el
final del Arcaico (4,000 adp.) y el
final del Formativo (2,200 adp.): ollas cerradas y sin cuello, según Rosemberg,
una versión algo más tosca de la alfarería inicial de Chavín, Kotosh y
Huacaloma. Aunque no hay cronología de la cerámica del Intermedio Temprano ni
del Horizonte Medio Rosembeg y Bonnier creen que más vestigios de la cerámica
pirurense temprana, están enterrados profundamente.
Los
otros tres tipos remiten al Intermedio
Tardío y
al Horizonte Tardío.
Tipo
2: Tantamayo rojo estampado: recipientes de colores rojo, naranja,
beige o marrón. Rosemberg ha visto similitudes entre el tipo de Tantamayo A y
los fragmentos de cerámica de superficie recogidos por Thompson en los
asentamientos atribuidos a los mismos periodos, en las proximidades de Huánuco Pampa. Un subtipo definido por
Rosemberg (tipo A-1) sería equiparable
con el estilo alfarero Akillpo o aquillpo de los callejones de Huaylas y de
Conchucos que surgió en el callejón de Huaylas desde final del Horizonte Medio,
aprox. año 1,000 ne., y tuvo vigencia durante todo el Intermedio Tardío.
Tipo
3: Marrón mica: pequeñas
jarras, cuencos y tazas de color marrón con superficies brillantes producto de
una alta inclusión de mica.
Tipo
4: Pariash, estilo local de
influencia incaica y pertenece al Horizonte Tardío.
La
cerámica pirurense atribuida al Intermedio Tardío y al Horizonte Tardío se
encuentra en la superficie de los 81 sitios estudiados. El tipo 2 es el más
extendido: fue recogido en todos los sitios en alta proporción (90 % de
recolección de superficie). El tipo 3 se halla en la superficie de dos terceras
partes de los sitios estudiados, pero en menor proporción (8 % de la
recolección de superficie). Por último, el tipo 4 (Pariash), de influencia
incaica, fue hallado en pocos lugares y
representa el 2 % de la recolección de superficie. Aparte de eso, algunas otras
evidencias incaicas en el valle son algunas estructuras incas asociadas a 20
collcas en el tambo de Pariash y en Selemín, es decir insignificante.
Conclusión: la gran mayoría de los
asentamientos con arquitectura de piedra de superficie de PIRURO surgió durante
el Periodo Intermedio Tardío (1,000 a 1450 ne.), y se habían mantenido
habitados, prácticamente sin cambio alguno, hasta el Horizonte Tardío (1450 –
1532 adp.) y posiblemente hasta después de la invasión española.
Complejo arqueológico GARU
Está en la falda del cerro Cóndor Puquio o Cóndor Waganan (donde el cóndor llora), en el
distrito de Choras, de la provincia de Yarovilca, departamento de Huánuco, a
una altitud 3,700 m.s.n.m. cerca del río Marañón.
“Garu”, se deriva del quechua “karu”, que significa
“distante o lejos”. Tiene una extensión de 2’509,884.08 metros cuadrados y un
perímetro de 8,322.68 metros lineales. Su configuración espacial y
arquitectónica expresa ordenamiento del paisaje, el trazo de calles,
distribución jerarquizada de los edificios y la presencia de necrópolis tipo chullpas
construidas con lajas, unidas con barro.
Por sus
dimensiones, es uno de los centros arqueológicos más grandes e importantes de la
cuenca del Alto Marañón. Por esto y la
complejidad de su estructura urbana se cree que habría sido el centro político
– militar – administrativo de los ayllus
de la zona sur del territorio guánuco – yarovilca.
Vista
panorámica de Garu
Garu habría sido construida en el Periodo
Intermedio Tardío, entre los años 800 a 1,400 ne. Se presume que sus habitantes
tenían estrecha relación con los del valle de Tantamayo, por el parentesco a la
técnica de construcción y concentración de la población.
La ciudad está conformada por tres grandes
secciones:
- La Zona Alta o Huaychao Punta, donde
se halla diversos torreones que revisten la cumbre del Cóndor Puquial, un
área fortificada y de extrema vigilancia.
- La Zona Media o Gantú, se encuentran construcciones rectangulares
con muros sobre la base de amplios vanos superpuestos, cuyas dimensiones
son 15 metros de largo por 5 metros de ancho y de 6 metros de alto.
- La Zona Baja o Gayarina Jucchu, se
aprecia una gran concentración urbana, edificaciones circulares, ovoidales
y cuadrangulares, el más resaltante un edificio cuadrado con una puerta
trapezoidal y dos ventanas pequeñas sobre la puerta.
Una de las viviendas de Garu.
Nótese en plano vertical, dos
niveles, puerta y ventanas
frontales y techo lítico permanente.
Principales edificaciones
Local comunal. Un recinto de tamaño regular sin techo con algunas
paredes caídas. Se cree que fue una especie de auditorio o sala de reunión de
los pobladores para el tratamiento de asuntos públicos.
Edificio Cinco Ventanas.- Construcción de planta rectangular con numerosas ventanas
trapezoidales de aparejo irregular unido con mortero de barro. Dataría del
tiempo del dominio inca.
Templo de las Tres Cruces.- Arquitectura mediana en cuya
fachada, encima de la puerta se distingue la delineación de tres cruces de
incomprensible significado para muchos. Algunos estudiosos deducen que los yarovilcas
eran conocedores de la astronomía, ya que las cruces del templo están
alineadas hacia la constelación austral
o Cruz del Sur.
También resaltan otras edificaciones: las Torres
Gemelas, el Templete, la Horca, el Torreón y las colcas. Revelan un notable
grado de civilización en esta parte del Alto Marañón. Desde la zona alta de
Huaychao Punta, con dirección al Sur Oeste, se observan los bellos nevados
pertenecientes a la atractiva, pero difícil y hostil Cordillera de Huayhuash.
El arqueólogo Julio C. Tello, calculó
intuitivamente que la influencia de la cultura guánuco – yarovilca, a partir de
Garu y otros de sus importantes asentamientos, se extendió más allá de su
territorio de origen, sobrepasando los ramales oriental, central y occidental
de la Cordillera de los Andes, alcanzó
la Alta Amazonía y la Costa del Pacífico.
En Garu, es posible que se venerara a Libiac Cancharco, como divinidad
principal, pero el culto comprendía
otros dioses secundarios.
Sitio arqueológico JAGRARAJ
Es
una sorprendente ciudadela erigida en la pared vertical de una montaña
compuesta por construcciones de piedra, barro y madera. A ojo de buen cubero,
algunos creen que data del fin de
Periodo Arcaico e inicios del Formativo. Actualmente está en estado de
abandono, contaminado por basura y grafitis
de esporádicos visitantes.
Está
en la parte alta del sitio “Irma Grande” a 11 Km al Sur Oeste del distrito de
Llata, provincia de Huamalíes, departamento de Huánuco, a una altitud de 3,978 m.s.n.m. Viviendas y
necrópolis fueron construidas con piedra canteada y barro en paredes escarpadas
de plano vertical, en una longitud de 3 Km aprox. siguiendo las plataformas
naturales, grietas y hendiduras de diferentes dimensiones y niveles del
acantilado.
Las
viviendas y chulpas son de planta cuadrangular y rectangular. Están mejor
acabadas las del tercer y cuarto niveles.
Se
cree que en este último residían el curaca y el brujo – curandero del grupo Como
material de construcción usaron piedra canteada de colores marrón, gris, azul y
arcilla rojiza y crema verdosa, mezclada
con paja de ichu para darle mayor consistencia, así como la madera de lloque
que es una de las más fuertes y resistentes que existen en la zona, por lo que
la usaron para sus escaleras que les
permitían transitar entre los niveles. Se
cree Los guías turísticos modernos llaman al lugar “La casa del Hombre Araña”. Video
in situ https://www.youtube.com/watch?v=gOMRRcKdb2I
Viviendas y sepulturas tipo chulpas en los
acantilados de Jagraraj, con gran
similitud a los de los Chachapoyas, en Amazonas.
Continúa en la Parte II
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