sábado, 15 de octubre de 2011


¿TURRONERO O PERIODISTA?

Hasta la década de los ochenta era común en las redacciones que los periodistas veteranos preguntaran a los principiantes que cometían errores de redacción o de enfoque: ¿TÚ QUE ERES, PERIODISTA O TURRONERO?, dando por sentado  que ser periodista era mucho más que turronero.

Hoy, tras cuarenta años en el periodismo, a lo mejor termino de turronero. ¿Por qué?

Desde varios años atrás, sin prestarles mucha atención, en varias oportunidades escuché duras referencias a un presunto comportamiento general casi delictivo de mis colegas periodistas del interior del país.

Por ejemplo, Reynaldo Trinidad, mi viejo amigo de AGRONOTICIAS cuenta sobre el asunto que, según el colega Efraín Gómez,  en una importante ciudad de sierra, la mayoría de los periodistas se llaman Héctor. Y, cuando todos los descreídos  preguntan a Efraín ¿por qué?, su invariable respuesta es: “Por extorsionadores…”.

Recientemente, en una actividad académica periodística  un expositor dijo a su asombrada audiencia que, en efecto, en las ciudades del interior hay un cierto número de colegas que tienen un desempeño tipo mercenario, al servicio de las autoridades o de furibundos críticos y hasta  difamadores  de éstas, hasta que reciben publicidad o contratos de asesoría de imagen.

Hace pocos días, sin embargo, otro expositor tocó la cuestión intentando encontrar  la razón más importante de este estado de cosas: “Eso es así porque en el Perú cualquier persona puede ser periodista”, afirmó tajantemente. Un murmullo de rechazo y descreimiento se alzó entre la concurrencia.

“¿Cómo es eso?, ¿para qué están entonces las universidades y sus facultades de comunicaciones y el Colegio de Periodistas del Perú?”, replicó seriamente uno.

“¡Ya ven!”, respondió el conferencista. “Lo que pasa es que no están enterados, como no lo está  la mayoría de los propios periodistas. En 1998, el Gobierno de Fujimori dio una ley que está vigente, según la cual, la colegiación para el ejercicio del periodismo no es obligatoria…”.

“¡¿Queeeeé?!”, el murmullo creció.

“De este modo, el Colegio de Periodistas es el único que no sirve para nada, o por lo menos para su principal fin; en consecuencia, para hacer periodismo, no se necesita ir a la universidad, no se  necesita el bachillerato ni la licenciatura; puedo hacer periodismo poniéndome al frente de un micrófono para hablar y despotricar …Por eso es que hay tanto semi analfabeto que alquila una hora en cualquier emisora o canal de televisión de provincias y se convierte en periodista…sólo con un poco de audacia y conchudez”.

Quizá el expositor percibió entonces  que había aplastado a su auditorio, el cual  se había sumido en un profundo silencio, como abrumado por la vergüenza,  por lo que rápidamente pasó al tema de los delitos que pueden ser cometidos en el ejercicio del periodismo y que suman once: un dato que tampoco lo tenía preciso hasta ese momento. Interesante.

Al término de la exposición, le solicité más datos. “Es la ley 26937. Increíblemente la gestionó un gremio muy conocido de periodistas para defender a uno de sus asociados  que en Madre de Dios estaba siendo procesado por difamación y calumnia, por ejercicio ilegal de la profesión y por daños y perjuicios. Así fue. Y, como eso convenía a los propietarios de los grandes medios de comunicación que deseaban desarticular al Colegio de Periodistas y contratar a cualquier hijo de vecino como reportero barato, se juntaron, hicieron lobby y sacaron la ley…”
He aquí la malhadada ley:  

Ley N° 26937
30 DE MARZO DE 1998

LEY QUE CONTEMPLA EL LIBRE EJERCICIO DE LA ACTIVIDAD PERIODISTICA

EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
POR CUANTO:
El Congreso de la República ha dado la Ley siguiente:
EL CONGRESO DE LA REPUBLICA;
Ha dado la Ley siguiente:

LEY QUE CONTEMPLA EL LIBRE EJERCICIO DE LA ACTIVIDAD PERIODISTICA

Artículo 1o.- Vigencia del derecho de libre expresión.
El inciso 4), del artículo 2o de la Constitución, garantiza la plena vigencia del derecho de libre expresión del pensamiento, con sujeción a las normas constitucionales vigentes.

Artículo 2o.- Ejercicio del derecho de libre expresión.
El derecho reconocido según la Constitución, en el artículo precedente, puede ser ejercido libremente por toda persona.

Artículo 3o.- No obligatoriedad de la colegiación.
La colegiación para el ejercicio de la profesión de periodista no es obligatoria.

Artículo 4o.- Exclusividad de la colegiación.
El derecho de colegiación establecido por la Ley No. 23221 está reservado exclusivamente a los periodistas con título profesional, para los fines y beneficios gremiales y profesionales que son inherentes a su profesión.

Comuníquese al señor Presidente de la República para su promulgación.
En Lima, a los doce días del mes de marzo de mil novecientos noventa y ocho.
CARLOS TORRES Y TORRES LARA
Presidente del Congreso de la República
EDITH MELLADO CESPEDES
Primera Vicepresidenta del Congreso de la República

AL SEÑOR PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPUBLICA

POR TANTO:
Mando se publique y cumpla.
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los treinta días del mes de marzo de mil novecientos noventa y ocho.
ALBERTO FUJIMORI FUJIMORI
Presidente Constitucional de la República
ALBERTO PANDOLFI ARBULU
Presidente del Consejo de Ministros
ALFREDO QUISPE CORREA
Ministro de Justicia.

En circunstancias en que mi amigo Luis Guerrero Uchuya, preclaro periodista iqueño, ha escrito en Facebook, sobre la calaña de ciertos “colegas” de su terruño, en el contexto del caso de “Radio Orión” y de su propietaria la legisladora apodada por la prensa como  presunta “Robacable”, es bueno poner en debate la vigencia de esta miserable ley que contradice totalmente todo el esfuerzo desplegado desde antes de los ochenta, para que los periodistas nos desarrollemos académica y profesionalmente con el respaldo del Colegio.

En momentos en que los propietarios de El Comercio, La República y  el club de dueños de medios llamado Consejo de la Prensa Peruana, presionan al congreso para que se despenalice la difamación y calumnia y que el Poder Judicial tampoco  imponga sanciones pecuniarias a los sentenciados por esos cargos,  ofreciendo a cambio el cuentazo llamado “autorregulación”, sería adecuado que, sobre la malhadada ley anotada,  se pronuncie el propio Colegio de Periodistas y por qué no las numerosas  facultades de comunicación social y de periodismo existentes en la actualidad.

La Constitución Política vigente y la legislación supranacional que el Perú reconoce, admiten  las libertades de información, de opinión, de expresión y de difusión, por separado. Académicamente en el país se considera a la libertad de prensa como la suma de tales cuatro libertades, cuyo ejercicio está muy bien protegido frente a la acción en contra de las autoridades del estado y de particulares.

Sin embargo, frente a los excesos  del ejercicio de tales  libertades, o sea ante el  abuso de la libertad de prensa o libertinaje, la misma legislación supranacional y nacional, protege a toda persona salvaguardando los siguientes derechos constitucionales básicos: Honor y buena reputación, intimidad personal y familiar, voz e imagen y derecho a la rectificación:
 
Art.2-Constitución Política: Toda persona tiene derecho (…):
Inc. 7. Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así              como a la voz y a la imagen propias.
Protección desarrollada por el Código Penal, Capítulo Contra el Honor: delitos de injuria, calumnia, difamación y violación de la intimidad.
Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviadas en cualquier              medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma          gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicios de las responsabilidades de ley”.
El último derecho es regulado por la Ley  N°26847 de 28 de julio de 1997, Arts. 1 al 7.

No obstante, hasta hoy, es casi  imposible que algún agraviado por El Comercio consiga pronto una debida rectificación en sus páginas. Los demás medios casi lo imitan. El caso emblemático de Magaly  Medina, ha mostrado que en ciertos casos puede haber justicia en el Perú a favor del derecho de las personas frente al abuso de los periodistas y de los medios.

Al respecto, un gran amigo, vocal supremo  de una de las salas penales de la Corte Suprema, a quien personalmente considero uno de los pocos jueces probos del país,  sobre el tema del pedido interesado de la despenalización de la difamación, me respondió: “En ese tema hay que sopesar los excesos o abusos de un lado, de los medios y de otro lado de las autoridades del estado. Los jueces deben saber ponderar muy bien cada situación y fallar”.

“Claro”, le respondí. Eso es en casos entre los medios y el estado o entre el estado y  aquellos. Lo normal es que terminen poniéndose de acuerdo y prefieran hacer negocios.  Pero de lo que se trata es de los más desvalidos, de cualquier caso de los medios contra la gente de a pie, a quienes a diario hacen papilla en sus portadas y páginas o en sus noticieros de radio y TV.

“Ah, bueno. En ese caso, la necesidad de protección es innegable. Lo que pasa es que tampoco funciona porque la mayoría de los simples ignora lo que debe hacer, o no tiene recursos, o simplemente tiene miedo”.

Si, pues, ignorancia, como en el caso  de nuestro desconocimiento  de que hoy turronero y periodista, es igual. 

3 comentarios:

  1. Yo tengo serias dudas de que la universidad sea la dadora de saber periodístico, (aunque no cabe duda que el inglés y las tecnologías de la información son básicas) porque antes de ello está si quien piense ejercerlo posea el amor a la lectura, la fascinación por ver que hay detrás de los pliegues de las frases políticamente correctas, cierta vanidad, desde luego, al arrinconar al político hasta que solo le quede refugiarse en las cuerdas del derecho y no del sentido común.
    Sinceramente no creo en absoluto en muchas doctrinas de “periodistas” que solo saben ponerles clichés a todo, pero que de vender diarios, noticias, meter contenidos en la cabeza de la gente se muestran romos.
    Ese periodismo desagelado, sin música, revelador de una incapacidad de ir al café y charlar horas, que trasluce un desapego a la lectura, seguramente por orfandad de maestros, permite que falsos profetas nos inunden. La muestra más clara es haber dejado a lado a Eguren, Vallejo o tantos, por Gastón Acurio, un respetable cocinero que es el máximo exponente cultural del momento y que rivaliza en sus opiniones con quien sea, incluso con expertos en genética.
    Detesto ese periodismo políticamente correcto, “ético”, que oculta su impotencia con “enseñar” qué es periodismo sin estar seguro de lo que es interpretar una verdad. Igual, abomino de ese periodismo asustadizo, que bien sabes que no es lo mío, donde la duda como doctrina ha sido desterrada, y donde no existe un mínimo de sentido común para ver el escándalo de tener a un tío buena gente y emancipado de toda posibilidad de sospechar como Martín Belaúnde de presidente de la Comisión de Fiscalización.
    Me acuerdo que no nos conocíamos y una nube de periodistas entrevistaban a ese bombero que fingía haber salvado a una niña, y cuando me abrí paso para decir ¡mentiroso! a tan desvergonzado falso héroe todos se rieron. O cuando esa horda de periodistas palaciegos se la creyeron el cuento de que no se podía viajar del aeropuerto de Cusco a las Bambas “por fallas del helicóptero”, y redonditos publicaron la foto y nota de prensa de Palacio, sin imaginar que yo me fui por tierra y al día siguiente, en un pequeño portal que tenía, www.cálleselaboca.com, publiqué las fotos de lo que fue esa batalla campal donde el ex presidente Toledo estaba agachado, y que las tomó Expreso.
    Periodismo es mucho más que turronear o chantajear, (rara analogía), es a mi entender una forma de vida, un tipo de mirada, un camino donde uno debe ser duro, apasionado y dudar, sobre todo, de los profesores universitarios, pues como diría Raúl Villarán: “el que no puede enseña”.

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  2. Paiche , el articulo de ¿TÚ QUE ERES, PERIODISTA O TURRONERO?, acertado y muy oportuno para enviarlo a todos los” Hector “ de las provincias del Perú, haber si por lo menos se les sonroja la cara o reflexionan un momento .
    Es lamentable la “gran fama” y desprestigio que tienen los comunicadores del interior que casi ya no dejan espacio para los verdaderos periodistas.
    Un realidad bastante difícil de cambian, si tenemos en cuenta que los primeros en promover eso son las mismas autoridades.
    Un abrazo

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  3. Es una lástima que a veces se confunda a los periodistas verdaderos con aquellos que simplemente delinquen según sus conveniencias.
    Creo que es necesaria una cruzada para que todos lo periodístas de profesión lleven su distintivo que recuerde por lo que juraron

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