Gran debate arqueológico internacional
LA MISTERIOSA TOPARÁ:
¿FUE REALMENTE UNA CULTURA?
Parte II
Por Elmer Olortegui Ramírez
Periodista
A
pesar de nuevos hallazgos y estudios arqueológicos que sustentan con creciente
validez la existencia de la cultura Topará y su posición cronológica de cerca
de tres siglos entre las culturas Paracas y Nazca, persiste un debate entre
grupos de investigadores y académicos que, en una orilla, dan por sentada la
realidad de Topará. Por consiguiente,
ven necesaria la reescritura de la prehistoria de la Costa Sur en el tiempo del
paso del Periodo Formativo a Intermedio Temprano, respeto a los postulados del
sabio Julio c. Tello y de sus seguidores.
En
la otra orilla están los convencidos de que Topará fue solo una expresión
estilística cerámica–textil–arquitectónica importante e interesante de un
sector poblacional de los paracas y, por tanto, fue parte del cuerpo cultural material e
inmaterial de la cultura Paracas, de tal
modo que Tello tuvo razón cuando planteó que, impregnados por la gran
influencia de Chavín de Huántar, los paracas dieron origen a la cultura Nazca, en
el tiempo del desarrollo de las culturas regionales.
Sin
embargo, hay un tercer grupo de investigadores cuyo conocimiento parece
obligarles a una posición ecléctica respecto a los extremos y plantean que si
bien Topará tiene todas las características de un predominio militar, político,
social, económico y religioso en toda la Costa Sur, no calificaría como una
cultura, sino como un mero factor que catalizó un trance que ellos consideran
“una transición” de 300 años de Paracas a Nazca.
Sin embargo, este planteamiento transicional expresa una serie de contradicciones como por ejemplo, el planteamiento acerca de que durante la “transición” no hay indicios de que la vida diaria de la población de la Costa Sur haya variado; pero, sí existen importantes vestigios de que ese lapso fue de gran convulsión social y con grandes movimientos migratorios de Norte a Sur en todo lo que en ese tiempo era la sociedad paracas. A continuación la exposición de esas posiciones.
La cronología y la influencia Chavín
Vista frontal del gran templo Chavín de
Huántar, centro de gran poder.
Para
entender mejor el surgimiento de Topará debemos tener en cuenta la
cronología o Secuencia Ocucaje de la
sociedad de la Costa Sur, establecida en 1964 por los arqueólogos Menzel, Rowe y Dawson, a partir del
análisis de numerosos vestigios cerámicos procedentes de diversos puntos de la
región.
Según
dicho conteo, el inicio del Periodo inicial o “Paracas Temprano”, en el
año 2,800 adp., marcó el surgimiento de la sociedad compleja en la Costa Sur
Andina, con un retraso de unos 2 mil años respecto a la región del “Norte
Fértil”, o de la Civilización de la Costa Norcentral Andina, desbalance que se
explica por innegables factores medioambientales que tocaremos en otro trabajo.
El
tiempo de la emergencia de los paracas, corresponde al sub periodo medio del
Periodo Formativo. Sus asentamientos se ubicaron en las tres zonas: alta, media
y baja de los valles de Cañete, Chincha, Pisco, Nazca y los varios pequeños valles
de la cuenca del río Grande, en Palpa.
“Paracas
Temprano” transcurrió, en su mayor parte, bajo la influencia de la cultura
teocrática Chavín de Huántar, la
dominadora de ese tiempo.
La
cronología específica de esta relación de supremacía chavinense planteada por Makowski
y Kołomański, en su ensayo, “Paracas
Cavernas, Topará y Ocucaje, en el origen de los conceptos: materiales cerámicos
de Cerro Colorado- 2018”, da más luces sobre la evolución paraquense y permite
mayor claridad si se la relaciona con la cronología más completa y reciente de John W. Rick et al., publicada en “La
cronología de Chavín de Huántar y sus implicancias para el Periodo Formativo”.
De
acuerdo a esta data, la construcción del “Castillo”, “Fortaleza o “Templo Viejo”,
o “núcleo duro” de Chavín, comenzó en el 3,200 adp., y concluyó cuatro siglos
después, aprox. en 2,800 adp, lo que quiere decir que los paracas surgieron
durante el gran apogeo de la cultura ancashina y, aunque ubicados en la
periferia del dominio, recibieron su influencia desde su periodo “Paracas Temprano”.
El
colapso de Chavín empezó en 2,550 adp., con la consiguiente merma gradual pero
inexorable de su influencia, hasta su extinción total en el 2,200 adp., hecho que puso fin al Periodo
Formativo.
Para
los paracas, los primeros signos del colapso Chavín en el 2,550 adp.,
significaron el inicio de su periodo regional más o menos autónomo llamado “Paracas Medio”, el cual se extendió
hasta el 2,370, unos 180 años de auge del desarrollo local. No obstante, tras
ese periodo de avance independiente, los paracas también entraron en tirabuzón,
en caída inexorable en su periodo final o “Paracas
Tardío”, el cual duró unos 170 años terminó aprox. hasta el año 2,200 adp,
casi el mismo tiempo de la desaparición total de la cultura Chavín.
La
cronología de Makowski y Kołomański, señala que, correspondientes
al lapso entre el año 120 antes de
nuestra era y el 90 de nuestra era (210
años), hay registros de un verdadero florecimiento de estilos cerámicos. Han
sido hallados vestigios de las tradiciones alfareras, “Paracas Cavernas”, “Topará: fases Chongos y Jahuay 3 y de
la cerámica Nazca, fases 1 y 2. En ese
tiempo se dio también el comienzo de la construcción del sitio Cahuachi. Es decir, existe rastros de un
conglomerado, de un aparente
archipiélago de distintos perfiles alfareros entre los cuales, sin embargo, se
percibe la presencia dominante de la cultura Topará.
Área de influencia del imperio Chavín.
Gráfico de Alfonso Klauer.
Makowski y
Kołomański remarcan que su cronología
Chavín – Paracas, muestra además y claramente que hubo cuatro (4) siglos desde
el comienzo del ocaso Chavín (año 2,500 adp.) durante los cuales ocurrieron “procesos
de notable complejidad” y que corresponden a los periodos regionales “Paracas
Medio”, “Paracas Tardío”, hasta “Nazca Inicial”, aproximadamente en el año
2,100 adp. Y, señalan que, al cabo de ese lapso, poco o nada quedó en la Costa Sur de la época
del predominio Chavín.
Como
parte de los “procesos de notable complejidad”, durante Paracas Tardío, ellos han
registrado en los valles de Ica, Palpa y
Nazca, numerosos diseños del estilo Nazca en la cerámica y los textiles pero, extrañamente, hechos con técnicas ya obsoletas que contrastaban
evidentemente con las nuevas tecnologías de elaboración de materiales
culturales que ya se aplicaban desde antes
en los valles al Norte de la Península de Paracas, es decir los valles
de Pisco, Chincha y Cañete, como cambios culturales importantes
En consecuencia, Makowski y Kołomański, postulan que estas nuevas técnicas de producción cultural, marcaron el nacimiento del estilo Topará el cual, según Wallace y Lanning surgió en el valle de Cañete y en el curso de su difusión hacia el Sur durante el llamado Periodo “Paracas Tardío”, convivió durante largo tiempo con los demás estilos, en especial con el de la cerámica Paracas.
Nuevas
investigaciones, más preguntas que respuestas
Esta
nueva visión del desarrollo de la sociedad compleja en la Costa Sur, ha
acicateado un gran número de investigaciones cuyos resultados, de manera
general, en vez de dilucidar el panorama han planteado un nuevo misterio:
¿Existió
la cultura Topará, o fue solo una expresión estilística diferente de una misma
sociedad?
Si
fue un desarrollo cultural autónomo, ¿cuáles factores catapultaron su
surgimiento?
¿Cuál
fue el origen de su nueva técnica alfarera?
¿De
dónde procedió su tecnología para producir hilado fino de fibras de algodón y
de camélidos y mantos tejidos con alta calidad de diseños y teñidos?
De
igual forma, ¿cuál fue el origen de su diseño arquitectónico fortificado y de
su técnica constructiva?
¿Cuál
fue la raíz de su ideología religiosa y cómo se explica sus aplicaciones
iconográficas en su cerámica, textilería, en los petroglifos y geoglifos y en
su novedoso culto a los muertos mediante fardos funerarios?
¿Cuál es el origen del Señor Oculado?
PARACAS Y TOPARÁ,
¿UNA O DOS CULTURAS?
Sobre
la pregunta capital, ¿existieron dos culturas independientes: Paracas y Topará
o se trata de dos expresiones estilísticas de una misma cultura regional?, Makowski y
Kołomański, no tienen aún una respuesta sólida.
Sin embargo, sus indagaciones muestran el estado actual del conocimiento científico sobre el punto: Hay dos posiciones opuestas, cada una con importantes expertos a favor.
A favor
Dwigth
Wallace, Sara Massey, Ann Peters y David
Silverman,
dicen que sí; Paracas y Topará fueron dos culturas distintas, por lo siguiente:
1.
El estilo cerámico topará significó la ruptura completa
de la larga tradición alfarera paracas regional, contribuyó a su ocaso y
condicionó el nacimiento del estilo Nazca.
2.
La tecnología topará es incompatible con la alfarería paracas.
3.
La arquitectura asociada a la cerámica topará, es
diferente a paracas, en diseño y técnicas constructivas. Consiste en extensos
complejos amurallados de trazo
ortogonal (Chongos) con asentamientos de unidades domésticas de planta rectangular ubicados sobre
terrazas como Wari Kayán, y Cabezas Largas/Arena
Blanca, que en sus respectivos centros contenía el famoso cementerio “Paracas Necrópolis”.
4.
La arquitectura pública y residencial Topará tienen
formas y técnicas constructivas distintas de la registrada como relacionada a la cerámica de las fases 7/8, 9, 10
de la secuencia Ocucaje, en Ánimas Altas-Ánimas Bajas en el valle de
Ica, Hoya de Callanga (Arquitectura Paracas).
5.
Nigra y Hill et al.,
han demostrado que la arquitectura
paracas muestra imponentes conjuntos solo de patios amurallados sobre
plataformas ascendentes, alineadas de Este a Oeste, que se encuentran solo en
el valle Bajo Chincha, vinculados a la cerámica del estilo Pinta, relacionado
con las fases 5 a 7 de Ocucaje. Tales
edificios fueron construidos antes de que se difundiera la cerámica topará de
las fases Jahuay y Chongos.
6. Evidencias de los estilos “Paracas Cavernas” y Topará se difundieron hacia los valles ubicados al Sur y Norte de la Península de Paracas, pero también hubo hallazgos del estilo Ocucaje Tardío en Ancón y en la quebrada del río Huaycoloro – Huachipa, en la cuenca del Rímac.
En contra
Alan Sawyer, Luis Lumbreras, José Canziani, Hill et al., Henry Tantaléan et
al. y Nigra, están
convencidos de que Paracas y Topará fueron expresiones estilísticas de la misma
cultura regional. Alinean, entonces, con
la tradición académica de Julio C. Tello que se sustenta en hallazgos de objetos de
ambos estilos en un solo contexto, frecuentes en particular en la península de
Paracas y en el valle de Ica.
Para su posición, consideran crucial el hecho de que ambas áreas, respectivamente al Norte y al Sur de la Península de Paracas, conocieron un común desarrollo en la época Chavín durante la primera mitad del primer milenio ane.
TOPARÁ,
SEGÚN
MAKOWSKI Y KOŁOMAŃSKI
Quebrada de
Topará, en el límite entre los Dptos. Lima e Ica
Topará
es una quebrada seca ubicada entre Chincha y Cañete, donde Edward Lanning y Dwight Wallace, durante la década de
los sesenta, encontraron y estudiaron un estilo
local de cerámica monocroma que también
había sido hallada en los fardos de “Paracas Necrópolis” que, hoy se
sabe, corresponden aproximadamente al año 2,100 adp., a poco del inicio del
llamado Periodo Horizonte Intermedio
Desde el inicio del nuevo
siglo es consistente un nuevo panorama de la prehistoria de la Costa Sur, a raíz de
la identificación de la llamada cultura
Topará y su relación con Paracas, al final del Periodo Formativo u Horizonte
Temprano (aprox. año 2,200 adp.).
La
alfarería topará procede del Norte de la península de Paracas, con más
precisión del sitio Jahuay,
de la quebrada de Topará.
Pero,
su origen y secuencia es aún materia de
estudio y debate, ya que vestigios de
sus fases Jahuay 3 y Chongos solo están presentes en sitios ceremoniales
reutilizados para fines distintos a los originales.
Hay
registros del fin del Periodo Formativo que señalan profundos cambios en el
patrón de asentamiento, en el estilo alfarero y en la iconografía, los que
rompieron drásticamente la continuidad cultural: el Ser Oculado desplazó al
felino y todos los centros regionales fueron abandonados.
Los cambios
tecnológicos y estilísticos habrían sido resultados de la difusión de la
tradición Topará, cuya influencia aumentó aún más durante el comienzo del Período
Intermedio Temprano, eclipsando por completo a la cultura Paracas.
Los
estudios de Wolfgang Würster (1984),
Dwight Wallace (1986), Ann Peters (1987/88), los trabajos de campo de
Luis G. Lumbreras y José Canziani (Canziani 1992), Rubén García, José Pinilla y
Fernando Herrera (1995), Helaine Silverman (1996, 1997, 2009), los recientes de
Ann Peters (2010, 2015) y los de Kevin
Hill, Ben Nigra, Henry Tantaleán y Terrah Jones (2012), han mostrado que la ocupación Topará tuvo una gran
dimensión en los valles de Cañete,
Chincha y Pisco. Estos estudios indican que la cultura Topará se
consolidó al final del Periodo Formativo y avanzó con autonomía y sin interrupción hasta
bien comenzado el Período Intermedio
Temprano expandiéndose hacia el Sur, hacia los valles de Ica, Palpa y Nazca.
Arquitectura
topará en Cerro Gentil,
valle de
Chincha. (Foto Revista PUCP)
Entonces, a
la luz de estas investigaciones queda claro también que durante “Paracas Tardío”,
dos poblaciones con hábitos diferentes para la producción de cerámica,
textilería y construcción de edificios públicos – la paracas y la topará -,
fueron contemporáneas durante algún tiempo
en la Costa Centro Sur entre los valles de Cañete y Nazca, hasta que
Topará logró el predominio total.
En
el Alto Ica, Dwight Wallace et al.,
Mercedes Delgado y Splitstosser et al., volvieron
a excavar en el poblado de Cerrillos
en el valle Alto de Ica. Comprobaron que el sitio ceremonial tuvo una ocupación
continua durante el Periodo Formativo, con cinco remodelaciones hasta el año 2,400
adp., después de lo cual fue abandonado
y sellado con barro hasta que fue
reocupado al final del Formativo (2,200 adp),
con una arquitectura de distinta
planta y finalidad.
Al inicio de la expansión de los Topará al comienzo de “Paracas tardío”, se estableció una especie de frontera estilística de Este a Oeste en la Península de Paracas, pues los sitios frente a Bahía Paracas – Cerro Colorado y Arena Blanca- Cabezas Largas – estuvieron vinculados culturalmente con el valle de Pisco, al Norte, mientras que los asentamientos del litoral como Karwas, mantuvieron su relación con el valle de Ica, al Sur. La supuesta frontera se habría mantenido hasta bien avanzado el Período Intermedio Temprano hasta que fue abolida por la expansión de la cultura Nazca
Sin
embargo, Makowski y Kołomański remarcan como
indicadores y claro–oscuros de la realidad de la cultura topará, lo siguiente:
·
Que en el tiempo
subsiguiente al fin del dominio Chavín,
el contacto entre la Costa Central y Sur, aumentó, pero sin registros
del estilo Paracas Tardío.
·
En cambio hay huellas de la cerámica Topará (estilos
Chongo y Campana) en los ajuares
funerarios desenterrados en Tablada de
Lurín, Villa el Salvador y
Huachipa, en Lima.
·
Debido a que casi toda la cerámica hallada por Tello en
los sitios de Bahía Paracas, procedía de fuera de ese lugar, su pertenencia al
“estilo y cultura Paracas”, carece
de sustento.
·
No obstante, nadie hallado aún los principales talleres
de producción de la cerámica Topará ni se ha establecido su relación
cronológica con el estilo Pinta de Chincha y Ocucaje de Ica.
·
Es posible que en las fases Nazca 1 y 2, correspondientes
al lapso entre 120 ane., y el año 90 ne., según Unkel, Reindel e Isla, solo en
dos cuencas en la Costa Centro Sur, los valles de Pisco y de Nazca, los Topara
construyeron edificios monumentales de
carácter ceremonial y produjeron
cerámica fina de prestigio.
·
Si el bello y delicado estilo textil cuyos mejores mantos
fueron halladas en Wari Kayan, fue obra de artesanos del mismo pueblo que produjo
la cerámica estilo Topará, como sugieren los vestigios de “Paracas Necrópólis”,
significa que la combinación o integración de las tradiciones iconográficas “Paracas Tardío” y Topará, fue decisiva para la formación del estilo Nazca.
·
Durante el inicio del Período Intermedio Temprano, la iconografía Nazca, primero se consolidó
en la textilería, y luego pasó a la alfarería, con las nuevas tecnologías de
cocción y preparación de pinturas y engobes que se gestaron con el aporte
Topará.
·
Sin embargo, la consolidación de la cerámica nazca (Fases
2 y 3), afectó al estilo Topará, en el contexto del auge del nuevo centro
ceremonial de Cahuachi en el valle de Nazca.
ANALISIS DE LA
CERÁMICA DE BAHIA
PARACAS,
SEGÚN KOŁOMAŃSKI
a.
Cuidadosa preparación de pastas de textura fina, que permiten reducir sensiblemente el grosor
de las paredes.
b.
Predominan formas de cuencos y botellas.
c.
La decoración se limita a diseños incisos, bruñidos
geométricos, excepcionalmente figurativos.
d.
Usa engobes blancos, anaranjados, a veces rojos.
e.
Usa esporádicamente pintura roja sobre el fondo crema, antes
de la cocción, particularmente en el borde (a partir de Jahuay 2),
f.
Su cocción fue bien controlada en ambiente oxidante o
reductor.
g.
Cambios de coloración hacia las tonalidades violáceas,
por uso de temperaturas de más de 1000 °C.
Análisis de
la muestra
Por su forma, 42 son cuencos
(62.6%), 11 platos hondos (16.4%), 5
ollitas sin cuello (7.5%), 4 botellas con gollete corto (6%) y 2 botellas asa –puente
(3%), 1 figurina antropomorfa (1.5%) y 1 ollita con cuello corto evertido
(1.5%).
La muestra fue clasificada
en cuatro grupos y sometida a un minucioso análisis
comparativo de estilos y de su probable procedencia.
Grupo I.-
Seis (6) cuencos y dos (2) platos hondos, 9% de la muestra.
Grupo II. Tiene
cuatro tipos de vasijas: tazones, vasos de fondo redondeado que adoptan una forma similar a una pequeña olla sin
cuello, botellas con gollete o con asa-puente y una figurina antropomorfa.
Grupo III.- Está conformado esencialmente por platos hondos, un tazón, un cuenco, una copa y un cántaro. Todas las formas se distinguen de otros grupos por tener paredes finas, de 0.3 centímetros en promedio.
Grupo IV.- Además de la muestra costeña, Tello y Mejía Xesspe encontraron en Cerro Colorado un cuenco importado desde la sierra, que corresponde al estilo Cochachongos del valle del Mantaro (Junín).
Cuenco del valle del Mantaro hallado en Paracas por J. C. Tello.
Kolomanski
determinó que 17 provienen de entierros de cámara (cavernas). Las otras 14
vasijas fueron halladas en entierros en
fosa.
Respecto
al lugar de fabricación de las piezas: el grupo I de Cerro procede de la cuenca de Cañete, hasta de sus fases más
tempranas.
El
grupo II, fue producido en la parte superior del valle Bajo Ica, estilo
Ocucaje.
La cerámica del grupo III pertenece, sin duda, al estilo Topará en su fase expansiva.
Conclusiones
de Makowski y Kolomanski.
·
Las evidencias materiales demuestran que hay
más diferencias que similitudes en materia social, religiosa (iconografía y
arquitectura) y posiblemente también política en la Costa Sur, entre las
fases denominadas “Paracas Temprano” –
“Paracas Medio” (2,800 a 2,300 adp.)
y la fase “Paracas Tardío” (2,300
adp a 100 ne.), lapso de existencia del asentamiento Wari-Kayan en Cerro
Colorado.
·
El estilo cerámico paracas no tuvo
su origen en la Bahía de Paracas. Tampoco la “Cultura Paracas”, bajo influencia chavín, debe ser entendida como
el origen directo de la realidad social y la tradición religiosa que Julio C.
Tello descubrió en Bahía Paracas. Por tanto, es necesario revisar el concepto
de “Paracas cultura regional” para sustituirlo por otro respaldado por las
evidencias.
·
Makowski plantea
que: i) el desarrollo de tecnologías alfareras, ii) los mecanismos de
poder, y, iii) el surgimiento de nuevas ideas y la migración, cambiaron
sustancialmente la situación de la Costa Sur, luego del ocaso de Chavín de
Huántar.
·
El principal cambio en aquel tiempo fue que varios
centros compitieron por el poder y consiguieron la supremacía, en periodos
sucesivos, en el área costeña, desde el
valle de Mala hasta Acarí. Esos centros,
en el siguiente orden, habrían sido:
–
El valle Bajo Chincha con sus edificios monumentales (Formativo Tardío)
–
Ánimas Altas, en Callango – Ica (Formativo Tardío)
–
Ánimas Bajas, en Callango – Ica (Formativo Tardío)
–
El valle Bajo Pisco (Transición entre el Formativo Tardío
y el Período Intermedio Temprano).
·
Está comprobado en parte que cada uno de estos cuatro centros de poder, generó e impuso un
estilo alfarero particular, durante no mayor de tres siglos. Así, al estilo
alfarero Pinta (Chincha), se superpuso la tradición Ocucaje de Ica. Sobre ésta se impuso el estilo Topará
(Pisco), el cual fue desplazado por la cerámica Nazca.
·
Así mismo, la formación, auge y ocaso de cada uno de los
centros de mando y culto religioso están estrechamente relacionados con la
difusión de la tecnología alfarera Topará, el abandono de los sitios Animas
Altas/Ánimas Bajas y el inicio de la construcción de Cahuachi, al comienzo del
Período Intermedio Temprano.
·
Los ajuares cerámicos de la fase Paracas Cavernas incluyen vasijas de varios estilos contemporáneos,
procedentes de los valles Bajo Pisco (Topará),
Alto Ica (cerámica llana
Ocucaje), y Bajo Ica (cerámica pintada
pos cocción Ocucaje). Pero, hay
diferencias notables entre las técnicas de cocción y acabado de la cerámica iqueña
y la alfarería Topará.
·
No hay evidencias de
algún estilo cerámico originario de Bahía de Paracas que pudiera ser llamada “Paracas Cavernas”. El material
cerámico rotulado así por Tello comprende varios estilos importados. El grupo mayoritario de piezas
analizadas en (grupo 2), comprende vasijas decoradas procedentes de Callango
(Ica) o tienen influencia de los alfareros del Bajo Ica. Es probable que los ajuares textiles también fueran
importados de distintos sitios,
pero faltan los estudios de
comprobación.
·
La cronología relativa sugiere que hubo un período de
superposición sobre “Paracas Cavernas”, por parte de “Paracas Necrópolis” para el uso funerario, de los sitios de la
cima de Cerro Colorado y de sus faldas norteñas. En las dos áreas, hay
materiales del final de Periodo
Formativo.
·
La cerámica analizada resulta distinta a la procedente del valle de Chincha, a la que
Nigra llama “Pinta” y no cabe duda de que la fase “Paracas Cavernas”, es contemporánea con el auge del centro de
poder Ánimas Altas/Ánimas Bajas en
el valle Bajo de Ica, durante el Formativo Tardío.
·
El estilo
absolutamente dominante durante “Paracas Necrópolis” es el estilo Topará, pero está presente también en “Paracas Cavernas” y en cantidades
relevantes: 30% de la muestra analizada. Eso explica por qué durante la fase
siguiente a “Paracas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”, la variabilidad estilística disminuyó
drásticamente en los ajuares cerámicos: el estilo Topará – Chongos, se impuso. Situación similar ocurrió en
el valle de Pisco, donde fueron erigidos centros ceremoniales monumentales con
el estilo arquitectónico asociado a la cerámica topará de las fases Jahuay,
Chongos y Carmen.
· La presencia de un número reducido de piezas cerámicas del estilo Nazca 1, con formas monócromas y engobe marrón, en las “Parcas Cavernas” y “Paracas Necrópolis”, puede obedecer a que este tipo de ofrendas no definía el rango social del individuo, lo que sí expresaban los vestidos y tocados. Es posible que por eso, aumentara la variabilidad estilística en los ajuares textiles. La mayoría de las textiles podría haber procedido de las mismas zonas de las que anteriormente provenía la cerámica.
Continúa
en la Parte III
Topará: solo
transición de Paracas a Nazca
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