CULTURA TOPARÁ: SOLO UNA
TRANSICIÓN DE PARACAS A NAZCA
Parte III
La transición, según Isla y Reindel,
a partir de la prehistoria de los valles de Palpa
Los valles de Palpa y la zona del proyecto de Isla y Reindel
Los arqueólogos peruanos Jhonny Isla y
Markus Reindel, en su trabajo, “La
Transición Paracas – Nasca en los valles de Palpa”, sobre la base de cinco fechados radiocarbónicos provenientes
de excavaciones realizadas en el sitio Estaquería,
en el valle de Palpa, han establecido
que la
“transición” ocurrió entre el año 95 ane., y 130 ne. (225 años). Esta datación,
analizada y calibrada con el programa Oxcal, más la información estratigráfica,
indica que el período de “transición” puede ubicarse con más precisión entre el
año 120 ane., y el 90 ne. (210 años).
Dejan en claro que, para ellos, la cronología
inicial de Paracas – Nasca fue determinada únicamente según el acervo cerámico
y textil recuperado. Y, a pesar de que los investigadores advirtieron que hubo cambios tecnológicos tanto en la
alfarería como en la textilería, los atribuyeron a solo la “influencia
estilística Topará”, específicamente de sus fases Jahuay 3 y Chongos.
Tras la
detección de la cerámica topará por Lanning y Wallace, su vinculación cultural
con Paracas y Nasca fue estudiada inicialmente por Dororthy Menzel, en 1971, Ann Peters, en 1997 y por Vanessa Tinteroff, en 2008. Lanning, Wallace y Menzel, han
determinado que la cerámica topará se
desarrolló principalmente en los valles de Chincha
y Pisco, desde donde se expandió al
valle de Ica, influyendo sobre la alfarería Paracas con innovaciones tecnológicas.
Desde
esta perspectiva, Isla y Reindel plantean, entonces, que entre la cultura Paracas y la Nasca hubo una etapa de transición que se
dio en el contexto de una evolución natural, pero afectada por la influencia de
los Topará.
Pero,
como ese enfoque era incompleto porque se sustentaba solo en la cerámica y
alguna textilería, en los últimos quince (15) años se concentraron en estudiar la
supuesta transición a partir de nuevas
evidencias arqueológicas obtenidas en los valles de Palpa, una zona de ocupación
humana más antigua que la de paracas y que siguió hasta mucho después del final
de los nasca.
Además,
en Palpa hay sitios que fueron ocupados únicamente durante el supuesto período
de transición a los que se aplicó modernas técnicas de identificación estratigráficas, cronología relativa y
fechados absolutos.
A los
investigadores también les atrajo la existencia de suficiente material cultural
de estudio del patrón de asentamiento,
las prácticas funerarias, los petroglifos y geoglífos, además de vestigios cerámicos y textiles.
Sin embargo, al cabo de su pesquisa Isla y Reindel encontraron en los valles de Palpa, no una
continuidad cultural, sino indicadores de “cambios fuertes y abruptos”, como:
·
El aumento
de la población y del número de asentamientos.
·
Un
nuevo uso del territorio
·
Predominio
de la nueva cerámica Topará con nuevas formas de vasijas, producto de nueva
tecnología alfarera.
·
El
aumento del número de petroglifos y geoglifos con respecto al pasado y,
·
El uso
de una técnica para hacer geoflifos, distinta de la que posteriormente usarían
los Nasca.
·
La transición pareciera que no fue ni tan gradual ni tan
natural como se pensaba; estuvo marcada por profundos cambios en la estructura
social, en la organización de los asentamientos y en la cultura material de ese
tiempo.
· La causa de
esos cambios, tanto en los valles de Nasca como en los de Palpa fue el acceso al poder de élites
políticas Topará, las que generaron e impulsaron la transformación.
No obstante sus hallazgos, Isla y Reindel persisten en su criterio de “transición de Paracas a Nazca”, porque encontraron algunos rasgos de continuidad cultural, como el caso de íconos religiosos de los textiles bordados de “Paracas Necrópolis”, que luego fueron grabados en la cerámica pintada del estilo Nasca.
El factor Topará en los valles de Palpa.
Los
valles de Palpa, son en realidad, oasis generados por los ríos Santa Cruz,
Grande, Palpa y Viscas, tributarios de
la parte Norte de la gran cuenca del río Grande; un extenso territorio
desértico que continua hacia el Este con pequeños valles, algunos de los cuales
se extienden desde los Andes hasta el Océano Pacífico como cursos de ríos de
régimen irregular o también llamados “ríos secos”.
Isla
y Reindel estudiaron la zona desde 2006 en el marco del “Proyecto Arqueológico Nasca – Palpa”,
el cual abarcó los pisos ecológicos ubicados entre los 200 y 4350
m.s.n.m., en donde hallaron evidencias de ocupaciones culturales durante todos los períodos prehistóricos.
Los valles de
Palpa y sus tributarios en el Norte
de la cuenca del río Grande (mapa de Isla y Reindel)
Durante
el Formativo Medio y Tardío – desarrollo Paracas (2,800 al 2,200 adp.) –, la
población de la zona aumentó ocupando todos
los pisos ecológicos desde el litoral, hasta la puna. El pico poblacional más
alto ocurrió al final del Formativo,
durante la influencia topará (2,200 adp. al año 50 de ne.).
Los
grupos humanos se ubicaron entre los 250 y los 1800 m.s.n.m., en más de 790
sitios durante todos los periodos prehistóricos, en forma de asentamientos habitacionales, productivos,
ceremoniales, cementerios, geoglifos y petroglifos, estructuras funerarias y vestigios menores
como espacios abiertos, altares o plataformas rituales.
Adicionalmente
Isla y Reindel registraron andenería agrícola, canales y caminos prehispánicos.
El mayor número de sitios arqueológicos, incluidos petroglifos y geoglifos,
corresponde al supuesto periodo de
transición Paracas – Nasca.
Asentamientos de la “transición”.
Del total de sitios arqueológicos, 553 (70%) son
asentamientos o lugares de vivienda, vinculados a tumbas, petroglifos y
geoglifos. De este último número, 224
(42%) corresponden a la “transición”, el doble de la cantidad de asentamientos del
tiempo Paracas.
Como pueblos
se caracterizaron porque estuvieron bien delimitados, con numerosas terrazas, recintos
de habitación, ubicados sobre laderas y colinas, arriba de los bordes de los
valles. Se halló cerámica distintiva en la superficie.
Por
tipos de asentamiento, según tamaño, número de recintos y componentes
arquitectónicos constituyen:
·
Caseríos simples con pocas unidades de vivienda
·
Aldeas con mayor número de viviendas y espacios comunales,
y
·
Poblados grandes con muchas viviendas, espacios comunales
y algunas estructuras o espacios abiertos de posible función pública
En
la mayoría de los asentamientos las terrazas de habitación tienen muros de
contención de piedra de campo y canteadas, de medio a un metro de altura, sobre
los cuales construyeron paredes de
quincha, armadas con postes de sauce o huarango. Los recintos están orientados
hacia el valle. Casi no hay sitios de habitación en zonas escarpadas ni en áreas
planas cerca del borde de los valles. Pero, el poblado Estaquería, sí está zona
plana, cerca de la confluencia del valle de Palpa y el de río Grande.
Sitios principales
Uno
de los poblados más grandes de ese tiempo es,
Carapo. Tiene una extensión
de 20 hectáreas, en la confluencia de los valles de Palpa y Viscas. Al lado
Este, sobre una meseta está un grupo de geoglifos de filiación Nazca.
Otros
sitios similares son Campanario,
Gramadal Chico, Alto La Isla y Paucarastro en el valle del río Grande, Estaquería, Buena Vista, en el de Palpa y Belén Alto, en la margen derecha del valle de Ingenio. Todos parecen
haber sido los centros principales de la época.
Momia
hallada en Carapo, de la transición
Paracas –Nasca,
sentada
y con las piernas hiperflexionadas (Foto Johny Isla).
Patrones
de asentamiento
·
En cada valle, el asentamiento principal estaba en la
parte baja, pero en laderas altas y colinas, algo alejadas del borde del valle,
cerca de las zonas planas y con mayores terrenos de cultivo y casi siempre,
sobre el nivel que habían ocupado los asentamientos Paracas Tardío.
·
Este patrón de asentamiento obedeció a los cambios del
clima, los que durante la transición generaron relativa aridez, pero con
humedad suficiente para sustentar una economía estable basada en la producción
agrícola
·
La presencia de una nueva entidad
política y social – los Topará – fue el principal factor externo que propició en
los valles de Palpa y Nasca, el súbito
aumento de sitios, el incremento de la población, la aparición de un nuevo
estilo de cerámica, la construcción de
petroglifos y geoglifos.
· Los Topará fomentaron la llegada de nuevos grupos de pobladores que ocuparon más intensivamente los valles de Palpa y promovieron la formación de nuevas élites hasta el surgimiento de los nasca como entidad política y social.
La
cerámica de los valles de Palpa:
La cerámica de la “transición” en los valles de Palpa es similar a la cerámica del estilo Topará, aunque muestra elementos propios indicadores de cierta independencia cultural a pesar de que, al final del Período Formativo, los topará impusieron su estilo alfarero en los valles de la cuenca del río Grande.
Características:
·
Vasijas reducidas o negras y oxidadas que presentan tonos de color marrón,
naranja y rojizo.
·
Ceramios con paredes delgadas, técnicamente bien
logradas, cuyas superficies presentan buen acabado y cierto grado de pulido y
decoración bruñida en el fondo de los cuencos.
·
Las vasijas oxidadas tienen decoración monocroma hecha
con engobes de colores rojo, naranja o crema y motivos pintados en rojo, crema
o blanco.
·
Las formas dominantes correspondes a varios tipos de
platos, cuencos, Ollas, con cuello y sin cuello, botellas y cántaros.
·
Los cuencos mayormente tienen paredes bajas con
diferentes grados de inclinación
·
La forma más característica y exclusiva de cuencos de la
transición tiene paredes convexas, muy curvadas, sin ángulo basal y siguen un
contorno convexo y redondeado hacia la base.
·
Otros tipos de cuencos tienen paredes rectas y bajas con
ángulo basal pronunciado, semejantes a
los del estilo Chongos y constituyen los antecedentes inmediatos de los cuencos
característicos de la fase Nasca 2.
·
Hay cuencos más altos que tienen paredes convexas y base
redondeada, así como cuencos o tazones bastante grandes con superficies oscuras
al interior y grises o tonos más claros al exterior.
·
Algunos de cuencos presentan motivos incisos en el
interior y se incluyen en la categoría de ralladores.
·
Los platos y cuencos, están decorados con formas pintadas
con líneas o grupos de líneas dispuestas en forma vertical o diagonal
pendientes del borde de las vasijas. Grupos de líneas y círculos también en
base a la técnica del negativo. También
aplicaban algunos motivos geométricos pintados en colores crema o sobre fondos
de color rojizo y naranja opaco. Estos mismos motivos se presentan en forma
incisa, técnica que es utilizada también para delinear motivos naturalistas de
plantas, animales y figuras humanas.
·
Entre las botellas destaca un tipo bien característico y
claramente comparable con los cántaros de las fases Jahuay 3 y Chongos de la
tradición Topará; es la botella de doble pico con cuerpos modelados en forma de
frutos, típicas de esta época y muestran una forma característica del estilo
Topará
·
Decoración monocroma lograda en base a la aplicación de
engobes de color blanco o crema, seguidos de otros de tonos de color rojo,
marrón, naranja y gris.
Vasijas que
formaban parte del ajuar funerario de uno de una tumba
ubicada en Belén Alto, valle de Ingenio. (Foto Johny Isla).
Culto a los muertos
La
muestra mortuoria de la investigación de Isla y Reindel fue insuficiente para establecer patrones de
enterramiento.
·
Los cementerios de la “transición” en los valles de Palpa
se encuentran casi siempre, en o cerca de los sitios de habitación.
·
Hay sitios mortuorios de la “transición” afectados por
ocupaciones posteriores.
·
En el sitio Belén Alto hay un cementerio más o menos
delimitado, con tumbas dispuestas en filas, muy cerca de la zona de vivienda.
·
Fueron analizados cinco contextos funerarios individuales
saqueados, tipo pozo – tumba. Cuatro adultos estaban en posición sentada con
las piernas flexionadas y la cabeza apoyada en las rodillas. Los restos de un
niño estaban dentro de una olla.
·
A diferencia de estos cinco entierros, en la península de
Paracas (Fase “Paracas Necrópolis”), el patrón de enterramiento cambió a procedimiento
de los fardos funerarios, con restos en
posición sentada envueltos con elaborados tejidos bordados y ofrendas de
cerámica del estilo Topará; sin embargo, fuera de la península, los entierros fueron
individuales con la posición sentada predominante durante “transición”.
Fueron
registrados más de 40 sitios con petroglifos, la mayoría de los cuales están en
las partes media y alta de los valles de los ríos Grande, Palpa y Viscas, y
sobre los 2,500 m.s.n.m. En Chichictara, está el mayor número de petroglifos de
toda la región.
Fueron
identificadas más de 158 piedras con más de 400 figuras grabadas, que datan de
todo el desarrollo Paracas (2,800 a 2,200 adp.), pero la mayoría pertenece a
Paracas Tardío y, principalmente, a la “transición Paracas”, con
representaciones de figuras antropomorfas que luego fueron trasladadas a
los geoglifos.
Algunos
petroglifos de la “transición” en los valles de en Palpa.
El mayor
número se encuentra en el sitio de Chichictara, Palpa.
(Fotos Johny
Isla y Markus Reindel).
Al
sur de la ciudad de Palpa fueron hallados más de 50 geoglifos sobre las laderas
de las colinas y de las planicies que bordean los valles de Palpa, con
imágenes zoomorfas (aves y felinos), antropomorfas, seres míticos y con dibujo
geométricos de simples líneas,
trapecios y algunos pequeños campos o espacios barridos.
Los
trazos antropomorfos – solos o en grupos –, muestran el cuerpo de frente y los
brazos abiertos, con una especie de tocado, representado por líneas a modo de penacho, figura frecuente en los petroglifos y en la cerámica de la “transición”. Nasca.
Estos
vestigios son técnica y estilísticamente diferentes a los famosos geoglifos de
la época Nasca, porque son pequeños y están en planos inclinados.
Los
topará hicieron sus geoglifos combinando dos técnicas: extraían y acumulaban las piedras para figuras de bajo y alto
relieve que resaltan por contraste con el terreno oscuro de laderas y otras
superficies inclinadas.
Los
moradores empezaron a dibujar los
primeros geoglifos durante “Paracas Tardío” y aumentaron su producción
en la “transición”, impulsados por el
poder topará.
Por
eso los dibujos corresponden a aves y felinos, pero también al Ser Oculado, y a
motivos de los textiles de la fase “Paracas Necrópolis”, vinculados con la tradición Topará.
Los
geoglifos más antiguos han sido parcialmente borrados o cortados por los
geoglifos nasca, más grandes y geométricos, de lo que se infiere que los
primeros constituyeron los antecedentes inmediatos.
Los
geoglifos nasca son más grandes y fueron
trazados sobre superficies mayormente planas, con la sola técnica del
barrido, retirando las piedras de la
superficie.
Grupo de
geoglifos topará, del Templo de la Fertilidad, en una ladera, al sur de
Llipata, Palpa.
Sus figuras
se parecen a imágenes de los textiles de la fase Necrópolis (Foto Johny Isla).
Conclusiones de Isla y Reindel
Los
investigadores señalan que el cambio más importante que caracterizó a la
“transición”, ocurrió en el patrón de
asentamiento.
Fue
repentino, con aumento tanto en el número como en el tamaño de los poblados,
así como con el crecimiento de la población respecto al anterior periodo Paracas y al sucesivo surgimiento de Nasca.
Con
mucha cautela, Isla y Reindel, atribuyen éste y los demás cambios
económicos, políticos, sociales y culturales,
al impacto que tuvo “la
influencia Topará” en los valles de Palpa en la cuenca del río Grande, incluso
en Acarí, en donde erróneamente, tal predominio es atribuido a la cultura local Huarato. Y, al igual que
otros investigadores – tal vez por carencia de mínimos testimonios – no van más allá de mencionar “la influencia”
topará, sin darle contenido a ese concepto en cuanto a su origen, causas y
procedimiento: ¿fuerza, persuasión ideológica – religiosa, alianzas, vasallaje?,
además de precisar los ámbitos que abarcó el nuevo dominio en la vida diaria de la sociedad de la Costa Centrosur.
En
consecuencia, este es un hueco negro más de esta etapa de la prehistoria peruana, tan
igual como sigue siendo el tema de si Chavín de Huántar fue un proto estado
teocrático interregional y si su empoderamiento fue únicamente ideológico –
religioso, o tuvo que recurrir, especialmente en su fase de crisis existencial,
al uso de fuerzas armadas organizadas, en un intento desesperado por mantener
su predominio sobre otros pueblos, entre ellos los Paracas.
Según
Isla y Reindel, la intrusión Topará es compatible con el lapso durante el cual,
en los valles de Ica, Pisco y Chincha, centro de la cultura Paracas, se registraron drásticos cambios en el patrón de asentamiento, debido al
crecimiento y aglutinamiento de la población, aunque faltan investigaciones de
comprobación. Los vestigios de poblados de Palpa correspondientes a la
“transición” presentan casi similares características de los de Ica y en menor escala,
respecto a los de Pisco.
Otro sitio que parece haber sido importante en ese tiempo, fue La Ventilla. Isla y Reindel, sostienen que la construcción de este sitio, en el Valle de Ingenio, sucedió en la “transición” y que sus grandes patios delimitados con muros bajos imitan al modelo arquitectónico topará del sitio Chongos, en el valle de Pisco
El
gran aumento del número y tamaño de los asentamientos durante la “transición” fue
consecuencia del acelerado crecimiento
de la población, hecho que también coincide con la mayor producción de petroglifos
y geoglifos antecesores de los geoglifos
Nasca.
Queda
claro que el cambio en el patrón de asentamiento y el crecimiento poblacional
de los valles de Nasca y Palpa, durante la “transición”, se debió a la
migración de la población Topará, lo que
ha quedado demostrado con las evidencias registradas.
Durante
la transición, la influencia topará también propició una mayor integración Costa – Sierra en la
parte alta de los valles de Palpa, zona cercana a las cabeceras de los valles
de Ica y Pisco, por una mayor demanda de fibras de camélidos sudamericanos para
bienes de prestigio durante la fase Necrópolis – Topará.
Topará,
entonces, empezó a extenderse desde
Chincha –Pisco hacia Ica – Nazca – Palpa, al final del Formativo y
ejerció su predominio hasta el surgimiento de los Nasca. Este planteamiento
supone que, primero hubo una interacción entre Topará y Paracas y luego otro,
entre Topará y Nasca.
Isla y
Reindel están
convencidos de que la “transición”
puede ser caracterizada como una etapa
de experimentación y cambio en toda la Costa Centrosur, como ocurrió casi
en todos los Andes al final de período Formativo. Entonces, “experimentando”,
los topará aportaron complejidad social y la interacción regional,
conservando y transformando algunos
rasgos culturales Paracas que se manifestaron en la cultura Nasca, como lazos
lógicos de continuidad cultural entre Paracas y Nasca.
No obstante, remarcan que
todavía falta saber con mayor detalle lo que se denomina como cultura Topará y cuáles fueron sus
rasgos característicos más allá de sus fases o tipos alfareros.
Su
definición todavía no es clara ni en su aparente centro de origen (los valles
de Cañete, Chincha y Pisco) y por ende, menos aún en los otros valles donde
ejerció influencia. Ese es un tema pendiente de estudios detallados y sistemáticos.
Los investigadores señalan: “Nosotros, al igual que otros colegas como Patrick Carmichael (1988), consideramos que el desarrollo de la cultura Nasca como tal —entidad política y social— empieza con la fase estilística Nasca 2 y no en la fase Nasca 1. En este sentido, también pensamos que la fase Ocucaje 9 marca el final del desarrollo autónomo de la cultura Paracas. Las fases Ocucaje 10 y Nazca 1 corresponden a la época de transición Paracas y Nasca, la cual estaba fuertemente influenciadas por la cultura Topará”.
Continúa en
la Parte IV:
TOPARÁ,
SEGÚN ANN PETERS Y OTROS
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