ELOGIO A LA BUROCRACIA
Por Elmer Olórtegui
Ramírez
Las
cuatro lecturas propuestas para este trabajo: “Estudio de la Administración” (Woodrow
Wilson, 1887), “La Burocracia” (M. Weber), “Notas Sobre la Teoría de la
Organización” (L. Gulick) y “La Administración Científica” (F. Taylor, 1912),
consisten en aportes claves al desarrollo inicial de la etapa científica del “pensamiento
administrativo”, ocurrida durante las últimas dos décadas del siglo XIX y las
tres primeras del XX.
Este
período coincide con tres hechos planetarios a tener en cuenta: i) la segunda
revolución industrial impulsada por el notable avance científico y tecnológico, ii) el inicio de la transnacionalización y la
fase imperialista del capitalismo, con grandes empresas, y conglomerados,
generadores de la producción estandarizada y a gran escala y iii) el
surgimiento del comunismo como amenaza del capitalismo, aunque después, solo
dividiera al mundo en dos.
El
cuerpo de pensamiento de la “administración científica” surgió, entonces, como
respuesta a la necesidad de las empresas de acometer con éxito los nuevos
desafíos y, también, a la urgencia de los estados de ejercer un adecuado control sobre este
avance imparable, en respaldo de sus ingresos y de los derechos de sus
ciudadanos o súbditos.
En
este contexto, para que la
administración científica y, sobre todo, su componente burocrático estatal se
pusiera los pantalones largos, Thomas
Woodrov Wilson, planteó la necesidad de su estudio sistemático, a partir del
conocimiento de su historia y de
que su tema central era buscar métodos administrativos basados en fundamentos y principios estables,
de tal manera que los países que no los tenían pudiesen adoptar aquellos que
habían sido desarrollados con éxito por distintos tipos de sociedades o sistema
políticos, sin temor a contaminarse por otros aspectos negativos del ejercicio
del poder.
Wilson
– quien cuando publicó su trabajo en la revista “Political Science Quarterly” luchaba por poner fin al método del
“botín partidario” para la formación de la burocracia estadounidense- promovió
la adopción de los sistemas administrativos estatales desarrollados por los
regímenes europeos absolutistas del reino de Prusia (Federico El Grande) y del
Imperio Francés (Napoleón Bonaparte). No obstante, Wilson no aportó ejemplos
precisos de la eficiencia y de la bondad de esos sistemas.
A
mi modo de ver, él éxito absolutista en el campo que atañe directamente al
bienestar de sus sociedades corresponde con mayor precisión al hecho histórico
posterior del gran desarrollo económico
que en la segunda mitad del siglo XX alcanzó el grupo de países llamado ”Los
Tigres del Asia”, con base en regímenes absolutistas esenciales y tiránicos.
En
el caso de Wilson, creo que es importante anotar su marcado “eurocentrismo”,
pues su bosquejo de la historia de la administración, no toma en cuenta la
notable experiencia del Imperio Chino que dio origen a una de las burocracias
más antiguas, preparadas y eficientes, basada en la meritocracia y la calificación
académica de sus recursos humanos, independientemente de la división de su
población en clases sociales muy diferenciadas.
La
visión wilsonniana tampoco toma en
cuenta la experiencia japonesa ni la de la India. Pero, es indudable que Wilson
hizo un aporte sustancial sobre la necesidad de modernizar la gestión
administrativa del estado como principal medio de ejercer mejor el poder,
planteando la separación de lo administrativo y lo político (para dejar atrás
los procedimientos del “clasismo” y del “botín” en la constitución de los
equipos burocráticos).
Sin
embargo, no queda claro si sus planteamientos involucraban la participación
multirracial en la administración estadounidense de finales del siglo XIX y principios del XX,
teniendo en consideración que, cuando
joven, Wilson fue cercano al Ku Klux Klan, un racista
declarado y consecuente.
Durante
su ejercicio como el vigésimo octavo presidente de EEUU, entre 1913-1921,
afectó los derechos civiles de los estadounidenses, segregó a los trabajadores federales
sacándolos de puestos de responsabilidad y autorizó los lavabos y comedores
separados para blancos y negros.
En
línea de desarrollar la administración moderna, Frederick Taylor publicó en 1911 su libro “Principios de la
Administración Científica” y al año siguiente presentó el resumen testimonial
aquí examinado, ante la Cámara de Representantes de los EEUU, planteando que el
nuevo concepto en boga, era más eficiente que la llamada “Administración
Por Iniciativa y Beneficios”.
Taylor
demostró que, para los intereses del capital centrado en la máxima ganancia en
el menor tiempo posible, eran más adecuadas las principales características de
la administración científica, pues su enfoque promovía: i) La iniciativa
regular del trabajador, la aceptación de nuevas y extraordinarias cargas y
deberes por parte de la administración.
En
su afán de darle sustento científico a sus planteamientos, Taylor planteó que
la administración científica tiene tres
“principios”: i) El acopio del conocimiento tradicional disperso entre los
trabajadores o miembros de una organización, que debe ser tabulado y procesado
como ciencia divulgable y cuya utilización genera mayor productividad, mejores
salarios y más ganancias. ii) La elección científica y el desarrollo progresivo
de los trabajadores y iii) La vinculación de la ciencia y el conocimiento
acopiado y elaborado para trabajadores seleccionados y preparados para la continuación de su
evolución.
Casi
en orden cronológico, en su nota “La
Burocracia”, Max Weber, con una
rigidez digna del mejor teuton, le pone pantalones largos a la administración estatal científica,
planteando un modelo ideal. Su fórmula se rige por tres “principios”:
i)
El
establecimiento de “áreas y jurisdicciones
fijas y oficiales, lo cual supone la ejecución de actividades regulares
consideradas “deberes”, por una autoridad bien delimitada y metódica, a cargo
de recursos humanos altamente capacitados, no sujetos a límite de tiempo y con
facultades de emitir decretos reguladores en abstracto, en cuyo contexto se
deben resolver cada uno de los casos.
ii)
La
autoridad jerárquica de la Oficina, constituida por archivos, funcionarios y
equipo material correspondiente, totalmente diferenciada y separada físicamente
del domicilio del responsable y del origen de sus recursos económicos
familiares.
iii)
Una
clara posición del funcionario, definida por una vocación inquebrantable de
servicio, desvinculada del ansia de logro de rentas y prebendas, por su alta
preparación científica, su independencia del poder central y una lealtad al
superior a toda prueba, lo cual en su conjunto, le permite el disfrute de una
alta estimación social.
En
el caso del ingeniero Lumas Gulick,
sus “Notas sobre la Teoría de la
Organización- 1937”, constituyen otro
aporte notable. Plantea que todas organizaciones sociales, tienen que sustentarse en la División del Trabajo y en la Organización
Integrada, pero sobre todo en la
especialización, para alcanzar máxima eficiencia y eficacia;
especialización debida a las herramientas, a las máquinas, a los materiales, a
los conceptos, a las técnicas generadas por la ciencia la tecnología y a los
sistemas sociales nuevos (el capitalismo industrial).
Sin
embargo, nada de esto funcionará, si la organización no avanza gracias a la planificación y a la coordinación
de acciones, según la organización o
el predominio de una idea, con un control
de alcance total.
A
Gulick se debe la incrustación del concepto – antes reservado sólo a lo militar
– de la unidad de mando en toda organización social y en particular en las
empresariales, concepto cuya aplicación debe ir acompañada de la “homogeneidad”
en procesos y en propósitos.
Gulick
es uno de los arquitectos de la moderna organización social correspondiente a la etapa del capitalismo
industrial transnacional encuadrada en su famosa fórmula, adaptada de Henry
Fayol: POSDCORB (Planeamiento + Organización + Personal + Dirección + Coordinación
+ Información + Presupuesto)
Desde
aquella alborada hasta hoy mucha agua ha corrido bajo el puente. La burocracia
estatal y privada, cumple actualmente una función básica para el ejercicio del
poder y para conseguir cada vez mayor bienestar en el caso de todas las formas del
Estado y, para lograr la mayor competitividad, en el caso de las empresas.
En
el tránsito hacia la nueva Sociedad de la Información y el conocimiento, es posible que su
performance mejore gracias al veloz desarrollo tecnológico, de tal modo que
esté cerca la realización del pronóstico contenido en el cuento corto del gran
poeta Carlos Germán Belli: conectada la super red de todo el universo, se
acercó un hombre y preguntó a la pantalla: ¿Existe Dios?, ante lo cual, el
sistema respondió: ¡Ahora, sí!
Maestría en Gobierno
y Gestión Pública- IGGP-UPSMP. Semestre III,
Mayo de 2015.
Curso: Gestión Por
Resultados.
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