EL VERGONZOSO ORIGEN DEL PODER JUDICIAL
PERUANO: EL “CASO MONTEAGUDO”
Por Elmer Olórtegui
El Poder Judicial fue “vergüenza nacional” desde su nacimiento. San Martín creó
“la alta cámara de Justicia”, una semana después de la Jura de la
Independencia. El Historiador Herbert Morote, en su obra: “Bolívar, enemigo del
Perú” cuenta que en plena campaña emancipadora (Dictador y director de la guerra) , el 6 de marzo de 1824, el Libertador reemplazó la cámara por la Corte Superior de
Justicia de Lima y, luego de la Batalla de Ayacucho, creó la Corte Suprema", a su medida y gusto.
Morote añade que el principal propósito del Libertador “fue acomodar a jueces
que le permitiesen reprimir la
oposición, gobernar sin problemas y aceptar sus órdenes, dando la sensación de
un marco de legalidad que todos los tiranos, hipócritamente, buscan. Como
presidente de esta Corte nombró a Manuel Lorenzo de Vidaurre”, a quien Morote califica como un sirviente del dictador. O, sea, nuestro Poder
Judicial tiene en su ADN una vocación servil incurable.Veamos ahora el caso “Monteagudo”
que muestra como funcionó desde un principio el Poder Judicial peruano, como
mero instrumento del poder político.
EL CASO MONTEAGUDO
Bernardo José de Monteagudo,
nacido en Tucumán, en el virreinato de Río de la Plata, fue un luchador por la
emancipación americana. Durante el breve protectorado peruano del General José de San Martín, Monteagudo fue
la mano derecha del Protector en los
cargos de Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Dio disposiciones en
contra de los ricos de entonces, que lo malquistaron con la aristocracia limeña
arribista y oportunista que había rodeado a San Martín. También se convirtió en
blanco del Libertador Simón Bolívar, porque junto con su jefe San Martín, apoyaba
la idea de que el Perú debía de convertirse en una monarquía constitucional. Bolívar prefería la república
y ya por entonces, desde Quito y Guayaquil, maniobraba a través de sus agentes secretos en Lima para sacar del escenario peruano a San Martín y
a su gente.
Cuando San Martín se fue a Guayaquil a reunirse con
Bolívar, dejó al impresentable y luego traidor marques José de Torre Tagle como su “Supremo
delegado” al frente del gobierno del Perú. Ni cortos ni perezosos, Torre Tagle y su gavilla de aristócratas
empolvados cesaron a Monteagudo en todos
sus cargos y el llamado Congreso Constituyente de entonces – un grupo de
amigotes que se habían elegido así mismos por ser “propietarios” – lo desterró
a Panamá, amenazándolo con matarlo si
regresaba.
La segunda parte de esta historia
es trágica. Monteagudo regresó al Perú y se alió a Bolívar sobre la base de que
ambos tenían la ilusión de convertir a Hispanoamérica en una nación de estados
confederados. No obstante, sus enemigos y en especial Faustino Sánchez Carrión,
uno de los ministros peruanos de Bolívar, se la tenían jurada, hasta el punto de que para quien quisiera oírlo Sánchez Carrión, sugería que Monteagudo debía
morir. La cosa se complicó cuando a Bolívar le dio su fiebre final absolutista
y preparó las constituciones vitalicias de Perú y de la recién creada Bolivia para
crear nada menos que “El imperio de los Andes”, o la “Confederación Peruano-
Boliviana”, con él de emperador disfrazado de “Presidente vitalicio”. Bolívar, una vez que convocó al congreso
constituyente que debía bendecir su imperio, comenzó entonces a deshacerse de
todos sus opositores, entre quienes inevitablemente estaría el bravo Monteagudo. Lo mismo hizo con el almirante
Guisse. Bernardo de Monteagudo murió asesinado en Lima el 28 de enero de 1825,
a los treinta y cinco años. Lo mataron a eso de las 8 de la noche de una
puñalada en el corazón en la Plazoleta
de la Micheo, ubicada por entonces en el
extremo norte de la entonces calle Belén, décima cuadra del actual Jirón de la
Unión. Total, en el mentidero de Lima fue un lugar común dos alternativas: la
orden del asesinato habría procedido de Sánchez Carrión solamente, sin
conocimiento de Bolívar, o fue un crimen de ambos.
Los asesinos, autores materiales fueron: Candelario Espinosa y el esclavo (ojo en ese tiempo había esclavos) Ramón
Moreira. Confesaron su responsabilidad y dieron detalles de los hechos.
Un tribunal supremo integrado por
Fernando López Aldana, José de Armas y Manuel Villanueva sentenció a muerte al apuñalador Espinosa y a 10 años de
prisión al cómplice Moreira. El dueño del esclavo, Francisco Moreira y Matute (amigo fiel de Sánchez Carrión) y sus
presuntos coautores intelectuales, Francisco Colmenares y José Pérez, fueron
absueltos.
Pero el fallo no agradó a
Bolívar. Morote dice: “Bolívar ordenó a la Corte Suprema que se revisara el juicio y
que se nombrara un tribunal especial para este propósito,dando detalles de su composición
y cómo debían actuar:“(…) Tenga la bondad
de pasar al presidente de la corte suprema de justicia el proceso
correspondiente a la causa seguida contra los asesinos del coronel Monteagudo, imponiéndole
de mi resolución, que se reduce a los siguientes: 1º. El presidente de la
suprema corte de justicia queda autorizado por mí para nombrar un tribunal especial
que vuelva a ver de nuevo, conozca y juzgue en primera instancia dicha causa.
2º. Este tribunal será compuesto de un presidente y dos vocales; dos fiscales serán los acusadores, y estos obrarán de acuerdo en mancomun in
solidum. (…)”
No obstante el despelote fue que
al no gustarle también los resultados de la revisión del caso, y atendiendo a
que los asesinos proclamaron que dirían la verdad solo al Libertador, el 23 de
abril de 1825 el mismísimo Bolívar habló a solas con ellos. No hubo ningún registro
ni testigo. Pero después, coincidiendo con las habladurías de los limeños, Bolívar conmutó las penas de los asesinos
y ordenó que, convertidos en soldados, Espinosa y Moreira fueran enviados a Colombia.
Años después, convertido ya en
Presidente de Colombia, el general Tomás Mosquera, quien en el trance del crimen Monteagudo era Jefe
de Estado Mayor del Libertador, declaró que
el asesino Espinosa confesó ante Bolívar que asesinó a Monteagudo por encargo
del ministro José Sánchez Carrión, quien le pagó 50 doblones de cuatro pesos en
oro por la tarea. Sánchez Carrión era el líder de la logia secreta republicana
que había enfrentado las intenciones monárquicas de Monteagudo, organizando su
derrocamiento y expulsión de Perú en 1822.
Mosquera testimonió también que Bolívar
se deshizo de Sánchez Carrión, ordenando
su envenenamiento. En efecto, Sánchez
Carrión murió mes y medio después de la reunión de Bolívar con los asesinos, de
una extraña afección, el 2 de junio de 1825. Pero ahí no acabó todo. Según el
testimonio de Mosquera, el asesino de
Sánchez Carrión, también fue liquidado por orden de Bolívar, para evitar toda
filtración, luego de lo cual el Libertador suspendió la ejecución de Espinosa y
ordenó el traslado de los asesinos de Monteagudo a Colombia. 6-Dic. 2014.
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