EL DESPRECIO DE KARL MARX
HACIA SIMÓN BOLÍVAR
Por Elmer Olórtegui
Tres décadas después de la muerte
del Libertador Simón Bolívar, en enero de 1858, en el tomo III de The New American Cyclopedia fue publicada una casi
violenta y desmitificadora nota biográfica suya, escrita por el creador del
materialismo histórico, Karl Marx, a
solicitud del editor de Cyclopedia, Charles Daña, quien, además, era director del "New York Daily
Tribune". También apareció en la edición alemana de MEW, t. XIV, pp.
217-231. Se trata de una pieza histórica controvertida y poco referida por los
historiadores y biógrafos del
Libertador, porque derriba de un solo tajo la imagen de súper hombre, genio
militar, adalid de la libertad y hábil político que dio su vida por la
emancipación de América.
En los hechos, el texto trasunta
un desprecio absoluto de Marx hacia la obra de Bolívar. Antes de publicar el
artículo, Dana le reclamó a Marx el
"tono prejuicioso" con el que había escrito la nota, ante lo cual el
autor no le respondió y más bien, en una carta fechada en Londres el 14 de
febrero, mes siguiente del incidente, admitió ese tono de su nota al comentarle
a su amigo Federico Engels la protesta del editor. Marx escribió: " En lo
que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono
enciclopédico. Pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable.
Bolívar es el verdadero Soulouque".
Gruesamente, Marx expone a
Bolívar como traidor de Francisco Miranda, arguyendo que lo entregó a las
autoridades realistas a cambio de su pasaporte para salir en una pieza de
Caracas reconquistada por el Capitán General Monteverde, a la caída de la primera república.
Marx también reproduce el apodo “El Napoleón de las Retiradas” que el general Piar había endilgado a Bolívar, lo
cual más tarde pagó con su vida, pues El Libertador lo mandó fusilar.
El artículo de Marx sobre Bolívar
ha sido digitalizado para MIA-Sección en Español por Juan R. Fajardo, y
transcrito a HTML por Juan R. Fajardo, febrero de 1999.
También es muy interesante y demoledor a la vez, el enfoque de Marx sobre la acción de Bolívar en el Perú. Marx
escribió: "Durante las campañas
contra los españoles en el Bajo y el Alto Perú (1823-1824) Bolívar ya no
consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó
en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringió sus
actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de
constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones
del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura;
gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como
presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en
parte con el reconocimiento oficial del nuevo Estado por Inglaterra, en parte
por la conquista de las provincias alto peruanas por Sucre, quién unificó a las
últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a
las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo
y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba
trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a
raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último
mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia,
pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas
pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia,
protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide
de su gloria. Pero en Colombia había surgido un serio antagonismo entre los
centralistas, o bolivistas, y los federalistas, denominación ésta última bajo
la cual los enemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales
militares de Bolívar. Cuando el Congreso de Colombia, a instancias de Bolívar,
formuló una acusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último
respondió con una revuelta abierta, la que contaba secretamente con el apoyo y
aliento del propio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como
pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso
del Perú, Bolívar trajo además de su guardia de corps 1.800 soldados peruanos,
presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarse con
Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad en Venezuela,
no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomó partido
abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; el
decreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concedió poderes
dictatoriales”.
Con otras palabras y con gran
acierto, Marx describe el hoy conocido personalísimo proyecto de Simón Bolívar de
convertirse en el emperador del Perú y Bolivia, en un principio con la creación
sin tapujos ni hipocresías de lo que se llamaría “Imperio de los Andes” y
luego, a través de la Confederación Peruano-Boliviana. Bolívar ejecutó la parte básica de su plan
monárquico-absolutista disfrazándolo de “República con constitución y
presidencia vitalicia”, pues logró que las nacientes republicas del Perú y
Bolivia aprobaran constituciones vitalicias
casi idénticas, redactadas de su puño y letra como copia de la constitución
bonapartista que consolidó a Napoleón en el poder a través del triunvirato,
luego del golpe de estado que acabó con la revolución francesa. La acción de sus opositores colombianos y
venezolanos para impedir que
Bolívar intentara hacer mismo en
Colombia, tal como era su íntimo propósito, así como la tuberculosis, abortaron
los sueños absolutista del libertador americano, quien contradictoriamente era
un esclavista irredento que en el tramo final de su vida no tuvo reparos en
descubrir su verdadera entraña imperial
absolutista y despótica en un vano intento de imitar a Napoleón Bonaparte. 7
Dic 2014
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