El salto del periodismo a la narrativa literaria
Por: Elmer Olortegui*
Artículo publicado en la revista Periodistas, órgano oficial del Colegio de Periodistas de Lima, Año I, Nº 2, 2018, con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo del 2018,,
La relación entre literatura y periodismo es un
hecho real y concreto, específicamente en el contexto del género narrativo
moderno, ya sea como producto escribal (impreso) o electronal (en la red).
Esta relación se materializa cuando una noticia es la
base de una obra literaria, en la mayoría de los casos del subgénero novela,
cuyo autor no necesariamente es periodista. La ensayista española Encarnación García
de León, anota que Los crímenes de la
calle Morgue (1841) y El misterio de Marie
Roget (1845), de Edgar Alan Poe, son claros ejemplos de este tipo de
relación, así como Germinal (1885) y Verité (el caso Dreyfus) del francés Emilio Zola, e Hiroshima (1946) de J.Hersey, obras que pretenden decir la verdad. (García de León, 1968, pág. 335) .
El analista hispano, Francisco Gutiérrez, registra
que la simbiosis de periodismo y novela fue ensayada con énfasis en 1925 por
John Dos Passos en Manhattan Transfer,
en la que expuso otras modalidades narrativas y asuntos tomados de la historia,
así como técnicas expresivas del cine. (Gutiérrez, 1968, pág. 1)
El vínculo se da también, cuando el narrador,
periodista o no, emplea fundamentalmente las clásicas herramientas del
periodismo: la entrevista, el reportaje, la visita al teatro de los hechos, la
fotografía, el video y la investigación documental para dar verosimilitud a su
relato. Uno de los más antiguos ejemplos de esta relación es el de Daniel Defoe,
(Robinson Crusoe,1719), quien para su
Diario del año de la peste (1722)
entrevistas a supervivientes y consigue datos y encuestas reales de la epidemia
londinense de 1665. Otro ejemplo de novela - reportaje es Historia de la columna infame (1842), de Alessandro Manzoni, sobre un
memorable caso judicial. En ambos casos, la invención está excluida. (García de León, 1968, pág. 335)
Sin embargo, a mi modo de ver, la relación más
genuina se da cuando un periodista reportero (no todos los periodistas son
reporteros), o sea, un buscador, un cazador de noticias, consigue y publica una
noticia y luego, debido al impacto de ese hecho en la opinión pública y en su propia
vida, la desarrolla como una obra mayor. Es notorio este paso entre los corresponsales
de guerra, entre los que destacan Reed, Mainler, Hemingway, Greene, Lartérguy, Kapuściński,
Pérez Reverte y Herr.
Dentro del periodismo, contribuyó a la opción del
salto de reporteros a la narrativa mayor, el audaz procedimiento o estilo
“Gonzo” (derivado del irlandés, bizarro, término acuñado por Bill Cardoso del Boston Globe), cuyo principal ícono es
el reportero estadounidense Hunter Thompson.
El Gonzo consiste en que el reportero dedica parte
de su vida, a veces meses, a participar de los hechos de su noticia, como
protagonista infiltrado, para conocerlos, comprenderlos de primera mano y
publicarlos. Rosmery Huary, ha documentado tres importantes casos de este
estilo en el Perú: La conversión en mendigo de Isaac Felipe Montoro (Expreso) para un reportaje sobre la
mendicidad limeña (1961); el ingreso de José María Salcedo (Quehacer, 1984) para un informe sobre el
Hospital de Salud Mental Larco Herrera; y, el disfraz de Consuelo Chirre como
prostituta callejera (La Tercera, 1992)
para un reportaje sobre las meretrices de la limeña avenida Arequipa (Huary, 2016) . Sólo el reportaje
de Montoro se convirtió en el libro “Yo fui mendigo” (Peisa, 1978)
El resultado del reporterismo lanzado a la
literatura narrativa fue entonces la “novela de no ficción”, “el nuevo
periodismo”, “parajournalism”, “factual fiction”, “faction”, “periodismo de
vanguardia”, “ficción ensayística”, “no ficción creativa”, “novela documental”
género que influenció mucho en el surgimiento de la corriente literaria llamada
“realismo sucio” en las décadas de los setenta y ochenta la que, a su vez, como
efecto boomerang, dio un nuevo
impulso a la creatividad de los reporteros.
Sea cual fuere el nombre que prefieran sobre la
narrativa literaria a manos de periodistas, sus mayores exponentes en el mundo,
en la órbita no hispana, son: Jhon Reed, Diez
días que conmovieron al mundo, 1919; George Orwell, Sin Blanca en Paris y Londres, 1931 y Homenaje a Cataluña, 1938; John Dos Passos, La trilogía USA,1938; Ernst Hemingway, Por quién doblan las campanas, 1940; Norman Mailer, Los desnudos y los muertos, 1948; Graham
Greene, El americano impasible, 1955;
Truman Capote, A sangre fría, 1966; Joan
Didion, Yendo hacia Belén, 1968; Gay
Talese, Honra a tu padre, 1971; Peter
Mass, Serpico, 1973; Michael Herr, Despachos de guerra,1977; Jean Lartérguy,
trilogía Los Pretorianos, 1971, Los Centuriones y Los Mercenarios,
1977;Tom Wolfe, La hoguera de las
vanidades, 1987; Ryszard Kapuściński, Ébano,
1998; Susan Orlean, El ladrón de
orquídeas, 1998. Sally Bowen, El
expediente Fujimori (2000) y El espía
imperfecto (2003),
En el mundo hispano, la lista es larguísima, pero
destacan, en orden alfabético del nombre: Alma Guillermoprieto, Al pie de un volcán te escribo, 2000, México;
Almudena Grandes, El corazón helado,
2007, España; Arturo Pérez Reverte, Territorio
Comanche, 1994, El capitán Alatriste,1966, Falcó, 2016, España; Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, 1967, Noticia
de un secuestro, 1996, Crónica de una
muerte anunciada, 1981, Colombia; Isabel Allende, Cuentos de Eva Luna, 1989, Chile; Javier Martínez Reverte, Los dioses debajo de la lluvia, 1986,
España; Leila Guerriero, Los suicidas del
fin del mundo, 1999, Argentina; Leonardo Padura, El hombre que amaba a los perros, 2009, Cuba; Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros, 1966, El
sueño del celta, 2010, El pez en el
agua, 1993. Perú; Martín Caparros, Hambre,
2014, Argentina; Roberto Arlt, El juguete
rabioso, 1926, Argentina; Rodolfo Walsh, Operación Masacre, 1957, Argentina; Tomás Eloy Martínez, Santa Evita,1995, El vuelo de la reina, 2002, Argentina.
En el país, desde la década de los noventa a la
fecha, ha surgido un notable grupo de periodistas que ha dado el salto narrativo.
La siguiente es una lista, probablemente incompleta, de destacados periodistas
que, tras dejar las salas de redacción de contenidos al paso y noches de
bohemia, emprendieron desafíos de narraciones de mayor envergadura en calidad y
cantidad. ¿Los motivos? Tan distintos como lo son las personas.
Arbitrariamente, pero con un sentido clasificador, puedo decir que a los
reporteros netos nos mueve principalmente un casi sagrado impulso de encontrar
la verdad y decirla a los cuatro vientos, en son de revelación y denuncia. Otro
grupo es catapultado por razones de la lucha política solitaria o partidaria.
Un tercer conjunto está formado por quienes tienen como sustrato de sus obras el
irrefrenable propósito de dar a conocer compartimientos íntimos de sus psiquis
y de los seres de su entorno, como una alta reconvención a la sociedad en la
que no se sienten aceptados. Los expositores y compiladores del propio
periodismo y del vasto campo de las comunicaciones, o de otras materias del
devenir cotidiano, tienen como común denominador, el deseo de sistematizar,
ordenar y conservar para la didáctica, el conocimiento de la evolución de tales
temas. Ofrezco disculpas anticipadas si es que se da alguna exclusión impensada
y por consiguiente carente de dolo.
Alán Rivera, Ilegales, 2017; Aldo Mariátegui, El octavo ensayo, 2015; Alfonso Baella Tuesta, El miserable 1978, Secuestro,
1978 El poder invisible, 1979; Alfredo
Pita, El rincón de los muertos, 2014; Augusto Álvarez Rodrich, Claro y Directo, 2010; Augusto Zimmerman
Zavala, Los últimos días del general
Velasco, 1978; Beto Ortiz, Maldita
Ternura, 2004, Por favor, no me beses
2009, Nosotros matamos menos, 2014; Carlos
Paredes, La hora final, 2017; César Hildebrandt,
Memorias del Abismo, 1994; César
Lévano, La verdadera historia de la lucha por las ocho
horas en el Perú (1967) y La utopía libertaria en el Perú (2006); Ciro
Alegría: La serpiente de oro, 1935, Los perros hambrientos, 1939, El mundo es ancho y ajeno, 1941; Domingo
Tamariz Lúcar, Historia del Poder,
1995, Memorias de una pasión, Tomo I, 2004,
Tomo II, 2006; Eduardo
Gonzales-Viaña, Correo de Salem (1998),
el camino de Santiago (2017); Efraín Rúa Sotomayor, El crimen La Cantuta, 1996, El gol de la muerte. 2014; Elmer Olortegui
Ramírez, El señor de los incendios - 5 de
febrero, la última insurrección del APRA, 2001; Eloy Jáuregui, Usted es la culpable, 2004, El más vil de los ofidios, 2013, Tu mala canallada, 2014; Enrique
Chirinos Soto, Actores en el drama del
Perú y del mundo, 1961, El Septenato:1968-1975,
1977.Fernando Ampuero, Loreto, 2014, Lobos solitarios, 2017; Francisco
Moncloa, ¿Qué pasó- 1968 – 1976?, 1977;
Guillermo Thorndike, El año de la
barbarie, 1972, La batalla de Lima,1979, El caso Banchero, 1973, No mi General, 1976,
“1879-Grau”, 1977, Avisa a los compañeros, pronto, 1976, Los topos,1991, El rey de los tabloides, 2008; Gustavo Gorriti, Sendero, 1990, La Calavera en negro, 2006, Petroaudios,
2009; Hugo Coya, Estación final, 2010,
Polvo en el viento, 2011, Los secretos de Elvira, 2014, Genaro, 2015; Isaac Felipe Montoro, Yo
fui mendigo, 1978; Jaime Baily, Los
últimos días de la prensa, 1996; Jaime Tipe y Víctor Tipe, Uchuraccay:
el pueblo donde morían los que llegaban a pie; José Carlos Mariátegui, La escena contemporánea, 1925, 7
ensayos de interpretación de la realidad peruana.1928; José María Salcedo, Las tumbas de Uchuraccay, 1984, El vuelo de la bala, 1990; Juan Gargurevich, Mito y verdad de los diarios de Lima,1972, Historia de la prensa peruana, 1991, Mario Vargas Llosa. Reportero a los 15 años. 2005; Luis Felipe
Angell, “Sofocleto”, La tierra prometida,
1958, San Camilo, 1976, Manual del Perfecto Deportado, 1974, Los Cojudos. 1980; Manuel Cadenas, El diario de la mafia, 2017; Mirko
Lauer, Secretos inútiles, 1991, Tapen la tumba, 2009; Renato Cisneros, La distancia que nos separa, 2015, Dejarás la tierra, 2017; Ricardo Uceda,
Muerte en el Pentagonito. 2004; Roger Rumrril, Reportaje a la Amazonía, 1973, Hablan
los diablos - Amazonía, coca y narcotráfico en el Perú. 2005; Sebastián
Salazar Bondy, Lima la horrible,
1964, Alférez Arce, 1965; Umberto
Jara, Abimael Guzmán - el Sendero del
terror, 2017, Morir dos veces, 2016,
Secretos del túnel, 2007, Ojo por ojo, 2003. Walter Seminario, El Legado Del Cóndor: Muerte y Resurrección
De Los Derechos Humanos, 2011.
Bibliografía
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https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/13/aih_13_4_039.pdf
Gutiérrez, F. (Del 26
al 31 de Agosto de 1968). Novelistas en la prensa: del “nuevo periodismo” a las
nuevas tecnologías. En C. H. Magis (Ed.), III Congreso de la Asociación
Internacional de Hispanistas AIH, (pág. 9). México. Recuperado el 16 de
Abril de 2018, de
https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/16/aih_16_2_169.pdf
Huary, R. (2016). El
periodismo gonzo en el Perú: análisis de los reportajes de Isaac Felipe
Montoro, José María Salcedo y Consuelo Chirre. Monografia , Universidad
Jaime Bausate y Meza, Lima. Recuperado el 17 de Abril de 2018, de
http://repositorio.bausate.edu.pe:
http://repositorio.bausate.edu.pe/bitstream/handle/bausate/89/HUARI_DURAND_ROSMERY_FLOR.pdf?sequence=1&isAllowed=y
*Periodista, Licenciado por la U. Jaime Bausate y
Meza, egresado de la maestría del Instituto de Gobierno y Gestión Pública de la
UPSMP, siempre reportero de
investigación y productor periodístico de televisión.